Por la mañana, Amaia se levantó a partir de las nueve para preparar el desayuno de sus hijos, al llegar a la cocina, su madre ya se encontraba ahí, yendo de un lado a otro en la pequeña cocina para prepararse su desayuno. Amaia la saludó, su madre le respondió el saludo y, cada una se sumergió en lo que estaban. Cómo los niños ni los demás aún no se levantaban, decidieron desayunar ellas dos. —Voy a solicitar el divorcio —dijo Amaia, lo que hizo que su madre detuviera el sorbo de café que bebía. Si bien era cierto que ellos eran una familia la cual no estaban de acuerdo con el divorcio, más si la unión era eclesiástica, no le impedirían a Amaia que se divorciara, porque ella no se casó por la iglesia, por esa razón le permitía que procediera con él divorcio. —Es lo que cualquier muje