Torpemente, Amaia dio dos pasos hacia atrás, con su corazón acelerado y el rostro sonrojado. Sentía como si la hubieran sacado bruscamente de un sueño, un sueño que la dejó desorientada y confundida—. Se-señora Maribel —dijo con la voz seca, luchando por recuperar la compostura— ¿Qué hace aquí? La mujer estaba impresionada por la escena que acababa de encontrarse. Sus ojos iban de Amaia a Bastián y de vuelta, una expresión de sorpresa y decepción. —Yo… vine a visitar a mis nietos —con eso dejaba claro quién era. Bastián, por su parte se había enderezado, recuperando su postura habitual y seriedad en su rostro. Sin embargo, un leve rubor en sus mejillas y el brillo en sus ojos traicionaban la intensidad del momento que acababa de compartir. Bastián se aclaró la garganta, recuperando fin