CAPÍTULO DOCE Riley mantuvo la sirena y las luces encendidas todo el camino desde Quántico a Fredericksburg. En Siracusa había dejado de nevar lo suficiente como para que piloto hubiera aceptado volver. En Virginia, la noche era brillante y las carreteras estaban despejadas. Aunque no había mucho tráfico, no quería que nada entorpeciera su camino. April, Gabriela y Blaine estaban en el Hospital Brewster. Riley quería llegar lo antes posible. Le acababan de contar lo que había sucedido y ahora Bill estaba en el asiento del pasajero, ayudándola con las direcciones. “¿Te dijeron que April está bien?”, preguntó Bill. “No me dijeron mucho de ella”, dijo Riley. “Parece que Gabriela tiene una conmoción cerebral. Todavía están revisándola para ver si tiene lesiones internas. Y Blaine...”. Ril