Natalia terminó su capuchino y revisó la hora en su celular, acomodó con su mano los pliegues de la falda de su vestido y le habló a la empleada del lugar. —El señor que se retiró ya ha pagado la cuenta— avisó la mujer de unos treinta y cinco años con una sonrisa y con las manos dentro del mandil azul con el logo de la cafetería. Natalia le sonrió y se levantó para marcharse. Cuando salió de la cafetería se dirigió de inmediato a las instalaciones de la universidad, en su portafolios llevaba los documentos para los últimos trámites y al ingresar al área de cobranza, corroboró que Leandro Jenner ya había cubierto el costo de la titulación, Natalia suspiró hondo y abandonó el lugar, un extraño sentimiento se instalaba en su interior y es que un gran vacío había habitado en su alma desde l