La pareja que no se había visto desde hace años al fin estaba frente a frente, Amber miraba embelesada a su futuro esposo mientras que este la recibía con una gran sonrisa colocarse al lado suyo para comenzar con la ceremonia; el sacerdote comenzó pronto a oficiar la misa, escucharon atentos sus palabras y ambos hicieron sus votos donde se juraban fidelidad, amor y una vida llena dicha junto al otro.
Luego de que el sacerdote dijera unas últimas palabras, indicó que Andrew podía besar a la novia, Andrew elevó su mano hasta el mentón de Amber y lo levantó con delicadeza para que ella lo viera a los ojos y luego de obsequiarle una sonrisa acortó la distancia entre ambos y selló aquel pacto frente al altar con un beso.
Amber había esperado ese momento desde que ingresó a la iglesia del brazo de su padre, no, en realidad lo había esperado desde los quince años; ella movió sus labios lentamente correspondiendo lo que para ella era un acto de amor, el beso fue cálido y delicado, con los ojos cerrados sintieron la textura de los labios del otro, disfrutando de aquella forma tan especial de cerrar su unión, se separaron cuando los presentes comenzaron a aplaudir, entonces las mejillas de Amber se sonrojaron y bajó la mirada apenada, Andrew la sujetó de la mano y ambos caminaron hacia la salida. Ahí, posaron felizmente frente a los medios de comunicación que cubrían la nota para una importante revista, aquellas fotografías serían el tema principal en la sección de "eventos importantes", Andrew sujetó la mano de Amber y no la soltó, por el contrario, tomo nuevamente sus labios mostrándole a esos reporteros el cariño que sentía por su ahora esposa.
La boda de Amber y Andrew fue como un sueño, todo en ella había sido organizado por Amelia quien aplaudía al observar a quien ahora era su yerno.
Mientras los invitados acudían al salón de fiestas en dónde se llevaría a cabo el banquete de bodas, los novios hacían una parada en la mansión Jenner, pues ahí estaba el juez responsable de llevar a cabo su matrimonio por lo civil.
Amber iba acompañada por sus padres mientras que Andrew había llegado junto con su madre y su abuelo, pues su padre había fallecido años atrás.
Aurora quien era la madre de Andrew, al igual que Amelia sonreía por la reciente unión, pues para ambas mujeres esa boda significaba más status e implicaba más poder en la sociedad.
—Ahora somos marido y mujer— Exclamó Andrew a Amber luego de firmar el documento, su gesto era serio, sin embargo, el tono de su voz era amable y le permitió a Amber creer que él estaba tan feliz con esa unión al igual que lo estaba ella, ambas firmas estaban plasmadas en el papel, desde ese momento Amber sería la señora Garret...
Después de ser felicitados se marcharon al salón donde más de doscientas personas esperaban su llegada. Aquel lugar se encontraba decorado con costosos candelabros colgando del techo, los pisos eran igual que un enorme tablero de ajedrez, las mesas contaban con arreglos florales hermosos y cada rincón contaba con alguna decoración haciendo que todo luciera perfecto; los meseros se encargaban de servir el mejor champagne a los invitados y la música en vivo estaba a cargo de un afamado músico de jazz, aquel evento era el más grande ante la sociedad y Amelia no podía permitirse hacer algo más reservado. Andrew y Amber bailaron en medio de la pista mostrando una sonrisa, él la tomó por la cintura y la miró a cada momento como si ella fuese lo más hermoso sobre la tierra.
—Luces muy hermosa, aún más desde la última vez— exclamó Andrew haciéndola girar durante el vals.
—Tú siempre has sido muy guapo, no puedo creer que esto esté pasando, de hecho, sigo preguntándome si así es— Dijo Amber con un sonrojo sobre sus mejillas y Andrew solo se limitó a sonreír.
La pareja bailaba y los asistentes se deleitaban con las tenues luces blancas que alumbraban el lugar y la armonía en la melodía que les ofrecía un conjunto de emociones que los instaba a bailar junto con los festejados.
Cuando Andrew dejo a Amber para bailar con su madre, esta caminó hasta un mesero para tomar una copa de champagne, estaba nerviosa.
—Lo lograste— susurro la voz de un hombre a espaldas de Amber, esa era la voz de Dereck su mejor amigo.
—Aun sigo pensando que esto no es real— Musitó ella dirigiendo la vista hacia su marido.
—créelo, lo es y por la mirada de Andrew, puedo asegurar que para él también es como un sueño— Espetó Dereck dirigiendo su vista al hombre que sería el responsable de la felicidad de su amiga, la fiesta duró unas horas más, en las qué bailaron, rieron y se divirtieron como nunca, sin duda aquel festejo sería el tema de conversación durante las próximas semanas...
El banquete terminó y la pareja se marchó a su nuevo hogar, durante el trayecto ninguno de los dos dijo nada, la limusina se detuvo en el patio delantero de su nueva casa y el chófer abrió la puerta para ambos.
—Ve a la habitación, ya te alcanzo— pidió Andrew y Amber lo hizo sin decir nada, una vez dentro de ella, comenzó a caminar de un lado a otro.
—¿Nerviosa? — Cuestionó él al ingresar, llevaba una botella de vino con dos vasos en la mano, le entregó una a Amber y sirvió vino para ambos.
—Un poco— respondió ella en un hilo de voz apenas audible.
Cuando terminaron con el líquido dentro de ellas, Andrew las depositó sobre una pequeña mesa a un costado y caminó hasta acortar toda distancia con su esposa.
—jamás he hecho esto— exclamó Amber cuando sintió las manos de Andrew recorrer su espalda.
—Seré gentil— replicó él tomando sus labios y comenzando a despojarla del vestido, Andrew observó con lascivia el cuerpo de Amber que llevaba un conjunto de lencería que su madre había elegido para ella y sonrió humedeciendo sus labios con su lengua.
Admiró después cada parte de su piel que poco a poco iba quedando desnuda.
Se retiró la corbata y después la camisa mostrando su abdomen bien trabajado, era un hombre apuesto y aquella sonrisa con la que la admiraba la hacía temblar, Amber se tensó al observar su cuerpo, jamás había visto a un hombre desnudo y aunque Andrew llevaba aún el pantalón, Amber pudo notar el bulto de su erección debajo de la tela y pasó saliva nerviosa por lo que se avecinaba; Amber no se apartó al sentir el roce de su dureza contra su estómago, pues de la misma forma que ella deseaba sus labios, también deseaba su cuerpo.
Andrew despojó a Amber de sus prendas íntimas, observó con asombro sus pezones color durazno y su zona intima completamente depilada, imaginó que su centro estaría húmedo y urgente por recibirlo. Amber era una mujer bella y él también sentía deseo por ella, ante la condenada cercanía y la vista, Andrew acaricio sus senos y comenzó a estimular sus pezones con lentitud, disfrutando de los quedos gemidos de ella, después se llevó uno a la boca, lamió y mordió una y otra vez sus pezones endurecidos y cuando sintió su pene aún más duro a punto de derramar el preseminal, la llevó hasta la cama, la recostó caballerosamente sobre ella y se posicionó entre sus piernas. Amber observó con el pecho agitado los ojos de Andrew cuando este lentamente comenzó a invadir su cavidad. Ella ahogó un gemido de dolor, aunque su centro estaba húmedo por el deseo que sentía por Andrew y su v****a se perlaba por la libido que recorría su cuerpo, al ser su primera vez no era suficiente. No obstante, evitó quejarse por el pudor que aún sentía y se aferró a su espalda ancha esperando lentamente que las paredes de su v****a se amoldaran al falo de Andrew.
—Maldición, que estrecha eres— susurro él, mientras la penetraba una y otra vez hasta que Amber no pudo más y obtuvo su primer orgasmo.
Ella se sujetó con fuerza de las sábanas cuando aquellos cardenales de calor se instalaban entre sus piernas para luego recorrer todo su cuerpo y gimió sin poder controlarse, Amber jamás había experimentado algo tan placentero y esa noche podía jurar que estaba en las nubes.
Cuando Andrew obtuvo su propio orgasmo salió del cuerpo de Amber y se recostó a su lado.
Amber sonrió pensando que esa era la mejor noche de su vida, hasta que de pronto lo vio levantarse y coger del suelo cada una de sus prendas.
—¿Vas a algún lado? — Le cuestionó extrañada y volteo a ver la hora en el despertador de su buró.
—Voy a mi habitación— respondió él con una voz fría.
—Yo creí...— —¿Que dormiría aquí? — interrumpió él con una sonrisa llena de ironía.
—No te confundas, esta boda no es más que un arreglo entre nuestros padres y esto que ocurrió solo fue el cierre del trato, ambos lo disfrutamos, pero es hora de aclarar las cosas— Amber se sentó de inmediato cubriendo su cuerpo con la sábana blanca sobre su cama. Lo observó deseando que fuera una broma, durante todo el día la había tratado como si fuese lo más importante, tomó su virginidad y ahora simplemente se iba. Amber presionó su mandíbula e hizo lo posible por no llorar ante sus palabras, que como cuchillos filosos se incrustaban en su corazón.
—Tu duermes aquí y yo en la habitación contigua, ante la sociedad somos marido y mujer, pero aquí, somos dos personas que unieron sus vidas para fortalecer su imperio, jamás lo olvides— Sentenció abrochando sus pantalones y con la camisa en su mano abandonó la habitación, dejando a Amber con un dolor en el pecho y mostrando un Andrew que ella no conocía.
Amber se quedó sentada sobre la cama con aquella sábana cubriendo su cuerpo y pronto gotas saladas comenzaron a brotar de sus orbes marrones, no entendía que había pasado, pero era evidente que él solo había fingido. Amber quiso ocultar su rostro en aquella sábana, sin embargo, cuando vio en ella esa mancha carmesí que era una muestra de lo que había perdido, la arrojó con fuerza al suelo, elevó sus pies hasta que sus rodillas cubrieron sus senos y abrazándose de ellas lloró durante toda la noche, ante un infierno que recién estaba iniciando.