MICHAELA
Un mes antes…
Ahora mismo me odiaba, me odiaba y me maldecía una y mil veces, todo el día, a todas horas, todos los días, desde que Heav desapareció.
Esa tarde le había avisado que no podía esperarla al salir del trabajo, estaba muy cansada y ella me aseguró que ya se encontraba más segura, no debí haberle hecho caso, ahora se encontraría a mi lado y no estuviera toda angustiada y ansiosa por su desaparición.
La esperé esa noche, pensé que quizá se había retrasado por alguna razón insignificante, o algún cliente que salió de último, pero la realidad me pegaría de golpe, me quedé dormida en el pequeño sofá de nuestro pequeño departamento.
Al siguiente día me desperté con el ruido de los jodidos vecinos, me estire, me dolía el cuello por haber dormido mal y sobre todo por haber dormido en ese feo sofá, me levante y fui directo a la habitación de Heav, seguro cuando llego no me quiso despertar.
Toque una vez y se me hizo raro que no respondiera, por lo general ya está despierta a esta hora, a pesar de que se haya dormido hasta tarde, ¿será que le ganó el sueño?, lo dudo, volví a tocar, pero el silencio me hizo abrir la puerta, su cama estaba hecha, es obvio que no durmió aquí, ¡ay Dios! ¡Ay Dios!, fui corriendo a mi habitación para buscar mi móvil, la llame, pero ni siquiera dio tono, agache la cabeza y me pellizque el puente de la nariz, ¿Qué puedo hacer?, necesito ir a la estación de policía, ¿pero qué les diré?, además aún no han pasado las 24 horas, ¡maldita sea!, ¿Heav dónde te metiste?, la culpa me carcomía por dentro, debí de haberla esperado anoche.
Ese día no fui a trabajar, y esperé las horas reglamentarias para hacer la denuncia por desaparición de una persona, pero como ya era mayor de edad, y no tenía ningún parentesco con ella, no me creían, hasta que les conté que Heav se había sentido observada después de nuestra llegada a Seattle, les dije sobre el hombre que la había acosado, pero no recordé su jodido nombre, llevé una foto de ella, di todos sus datos, en fin, puros trámites engorrosos para abrir una jodida carpeta de investigación, sin la esperanza de encontrarla; sin embargo, yo jamás dejara de buscarla, así fuera lo último que hiciera en esta vida.
Semanas después…
Supongo que ya tenía harta a los jodidos policías, pero me importaba una mierda, ya ni siquiera me hacían caso, dijeron que buscaron por todos lados, la denuncia ya estaba hecha y no podían hacer nada más, solamente esperar si alguna persona se comunicaba conmigo o directamente con ellos.
Pero hoy todo cambiaría, recordé el maldito nombre del tipo que nos había molestado en Las Vegas y por el que salimos huyendo, prácticamente se los grité a la cara. Les dije que a él, es a quien tenían que investigar, solo se miraron entre sí y dijeron que lo harían, percibí algo de miedo al nombrarlo, pero salí de ahí con la esperanza ahora si, de que quizá por fin la encontrarán.
Los dejé descansar de mi presencia, así que fui al tercer día para saber si ya tenían noticias nuevas, pero me encontré con que supuestamente no habían encontrado nada y aparte de todo el pendejo ese, del que estoy segura que fue quien hizo todo esto, no se encontraba aquí por esas fechas, sabía que algo me escondían, entonces comencé a gritar y despotricar contra ellos.
—Todos ustedes son unos jodidos mentirosos, estoy segura de que saben algo, saben que él la tiene, pero no quieren hacer nada —toda la rabia acumulada pareció salir de donde sea que haya estado este momento escondida, no me importaba si me encarcelaban, solo quería la maldita verdad.
—Señorita Green, hemos hecho todo lo…
—No han hecho una mierda, yo soy la que ha venido aquí cada día para saber si ya tienen alguna noticia distinta a la que me dan siempre, les dije que la tiene el hijo de puta de Lionel Gunn, gracias a mí, obtuvieron ese dato y aun así, me dicen que han hecho todo —reí histérica— todos ustedes son unos jodidos imbéciles, ¿Cuánto les pagó para que no hablen?, ¿Cuánto?
—Será mejor que salga de aquí señorita Green o tendré que arrestarla por…
—¡Váyase a la mierda!, son unos buenos para nada —le di mi peor mirada y salí de ahí dándole un bolzaso en la cara, poco me importaba lo que me llegara a pasar.
Lágrimas de tristeza y desesperación comenzaron a rodar por mi cara, me las limpié con el antebrazo y estaba dispuesta a irme cuando la voz de un hombre me detuvo.
—Señorita Green —, lo miré y no lo reconocí, así que me puse en alerta máxima —no se espante —, sacó su placa y me la mostró, no solamente era policía, sino un agente de la DEA— me interesó lo que le dijo a la policía allá dentro, ¿podemos hablar en un lugar más tranquilo?, ¿tiene tiempo ahora? —mire la hora en el reloj y aún tenía tiempo para llegar al trabajo.
—Claro, pero… ¿Cuál es su nombre? —la verdad es que no me había fijado en su nombre, únicamente vi que era de la DEA y creo que esto no era nada bueno para mi amiga.
—¡Oh! Lo siento, mi nombre es Steven Mack —me dio la mano y yo se la devolví, quizá él sea el hombre que me ayude a encontrar a Heav.
—Puedes llamarme Micha o Michaela, que me llames por mi apellido me hace sentir mayor —soltó una risotada.
—Entonces vamos Michaela —, nos subimos a su auto, y me llevó a la cafetería más cercana, estacionó y bajamos para entrar al sitio, no sabía toda la información que estaba por escuchar, de hecho, no estaba preparada para escucharla.
Nos sentamos en una esquina donde nadie pudiera molestarnos ni escucharnos, me preguntó lo que me gustaba tomar y fue a hacer el pedido, mientras yo me quedé esperando y pensando si hacía lo correcto, quizá solo quería información para saber que tanto sabía y después acabar conmigo, estaba a punto de pararme e irme cuando llego, me noto un poco incómoda.
—¿Te sucede algo? Parece que hubieras visto un fantasma —bromeó.
—No suelo ser tan directa al preguntar, pero toda esta situación ya me está sobrepasando, ¿de verdad quieres ayudarme?, ¿después de contarte lo que sé, no me… harás nada, verdad? —debió de haber visto la angustia en mi rostro, porque de repente se puso serio.
—Si te hace sentir más segura, podemos ir a mi oficina, o puedes hablar con alguno de mis compañeros, pero de verdad, quiero ayudarte a encontrar a tu amiga, por favor no te haré daño, ¿confías en mí? —sus ojos y sus palabras me convencieron —quiero encontrar a ese desgraciado y te juro que haré lo que esté en mis manos para hacer que tu amiga regrese sana y salvo.
—Está bien, te creo —me dio una sonrisa alentadora y comencé a contarle todo, bueno desde que viajamos a Las Vegas, que fue el lugar donde empezó todo, él estuvo atento a todo lo que le conté.
—¿Por qué estás tan segura que fue el quién se la llevó?, no me malinterpretes, no dudo de tus palabras, ni de la veracidad de la información, ¿pero por qué piensas que fue él y no alguien más?
—Por qué si hubieras visto cómo la veía, prácticamente la follaba con la mirada, y como ya te conté, tuvimos que salir huyendo de ahí, por lo que había hecho la noche que salimos a bailar, nosotras somos personas muy desconfiadas, no dejamos que cualquiera se acerque a nosotras, ni siquiera teníamos novio, mucho menos amigos, solamente éramos nosotras dos, no pudo huir con nadie, si hubiera conocido a alguien ella me lo habría dicho, además, esto no lo sabe la policía, pero… una noche esperándola, vi un auto siguiéndonos, no le comenté nada a Heav, porque no quería echar más leña al fuego, y la siguiente noche y las que prosiguieron, ese auto no volvió a aparecer, así que… supuse que no era nada importante, pero creo estaba equivocada.
—¿Recuerdas como era ese auto? —afirme.
—Solo recuerdo que era color n***o y tenía las ventanas polarizadas, no sé que modelo sea, pero sé que era caro, no es común ver carros como ese en nuestro barrio, y como te dije, no sé si sirva de algo, pero espero que sí.
—No quiero darte falsas esperanzas, pero tienes que saber que estamos frente a un hombre desalmado, y que puede llegar a hacer lo peor —hablaba con cierto rencor en su voz —sin embargo, te reitero que daré lo mejor de mí, para que no haya ningún daño irreparable.
Estuvimos platicando un poco más sobre Heav, lo que hacíamos en nuestros ratos libres, hasta que llegó mi hora de partir, me dio una tarjeta y la guarde en mi bolso.
—Si recuerdas cualquier otra cosa, por muy pequeña que sea, por favor comunícate conmigo, no importa la hora, yo te ayudaré a encontrar a tu amiga.
Le agradecí y salí de ahí para dirigirme rumbo a mi trabajo, mi jefe ya me había tenido paciencia, peor seque si le pedía volver a llegar tarde otra vez, ahora si me echaría. Lo único que esperaba es que el sí me ayudara, y sobre todo que ayudara a Heav.