En silencio apreció el brazalete por varios minutos, luego lo guardó en su caja y lo escondió en un lugar donde nadie nunca jamás lo encontraría. Era uno de sus objetos más valiosos. Tomó las notas que había escrito sobre el asesinato de Gonzalo y la niña desaparecida, volviendo a la realidad, y las repasó. Necesitaba ayuda, no podría hacerlo solo. Además faltaba mucha información para poder realizar una conjetura. Pronto recabaría más información… pronto des… Un ring lo sacó a flote. Ring, ring, ring. Contestó el celular; era Cormac. –Hey, ¿vienes a cenar hoy? Pensó un momento. No tenía mucho que hacer esa tarde. Reflejos había cerrado hasta nuevo aviso tras la muerte de Gonzalo. Ya había leído todas las notas y hasta el día siguiente, por la mañana, iría con los potenciales sospechosos