La cena está servida

1109 Words
“No me dejas más alternativa, Gonzalo. No puedo permitir que representes un obstáculo para todo esto. Lo siento, pero te recuerdo que no toleramos a los soplones.” “Mátame si quieres, si es lo que te da “seguridad”, pero ten por seguro que el secreto no me lo llevo a la tumba. Ya no quiero seguir con este maldito juego que está destruyéndonos, que acaba poco a poco en este lugar. Supongo que en el fondo nunca quise esto. Ojalá un día te arrepientas de todo lo que hemos hecho, como yo, ojala te arrepientas de los errores que has cometido en la vida, de las personas que has lastimado… espero de verdad que llegue tu momento de redención.” “¿Redención? ¡Ja! Eso no existe, es basura barata. No hay redención cuando existe el poder. ¡El poder es el premio mayor! Pero bueno, tú así lo decidiste. Te daré tu banquete final. ¿Quieres la sopa fría o caliente?” Hank se quedó en shock al terminar de leer la última nota que tenía. Ese grupo de criminales con quienes Gonzalo había tenido relación… ellos… “¿Quieres la sopa fría o caliente?” La cena está servida.   … Las estrellas comenzaron a aparecer en el cielo hasta cubrirlo por completo con su glamuroso brillo. El detective se preparaba para su encuentro con el sujeto misterioso mientras sus articulaciones temblaban. No sabía que podía esperarle, pero tenía que hacerle frente a todo lo que estuviera por venir. ¿Moriría esa noche? Encendió el televisor para relajarse con el sonido. Puso el canal local y escuchó las noticias. –El alcalde aprobó el presupuesto para la construcción de un nuevo basurero a las afueras de Arcana – decía Marie, la conductora de melena rubia, mientras sujetaba un pedazo de papel en su mano. –Bien hecho por nuestro alcalde. Cambiando de tema, ¡cada vez falta menos para el festival internacional! – anunciaba Gary. El reloj marcó las 11:43. Hank decidió ir a pie, ya que ir en coche llamaría más la atención y precisamente era lo que quería evitar. No quería que la policía lo descubriera rompiendo el toque de queda. Sinceramente no creía en esos rumores de que si violabas el toque lo más probable era que te mataran, pero no quería pasar una noche en la cárcel. Salió de su casa y un frio aire golpeó su rostro. Arcana estaba desolada. Caminó por las oscuras y silenciosas calles, iluminadas únicamente por la débil luz de los faroles. El parque de los tres soles estaba a diez minutos de su casa. Era una manzana que habían destinado como lugar recreativo. Construyeron una pista para correr, colocaron unas bancas, juegos infantiles y canchas deportivas. Mientras más se acercaba la medianoche más fuerte soplaba el viento. Al filo de la hora acordada, el detective llegó a su destino. Los árboles del parque se tambaleaban y el aire creaba un sonido de ultratumba. “Mierda” pensó. “¿En qué parte del parque voy a encontrar al sujeto? Caminó por la pista y llegó a una fuente que estaba justo en medio del terreno. No había nada. 11:55. Se dirigió a las canchas deportivas. Ni un solo espectro. 11:57. Mientras caminaba hasta los juegos infantiles se percató de que no había visto pasar a ninguna patrulla cuidando que todos estuvieran dentro de sus hogares. “Deben estar dormidos” resolvió satíricamente. 11:59. Los columpios se movían con la fuerza del soplo. 00:00. Medianoche. ¿Le habría mentido el sujeto del teléfono? ¿Sería una trampa? –Hola detective – susurró una voz tras él. Hank se giró y observó al encapuchado. – No hagas ruido, seguramente nos están observando – echó una mirada a los alrededores. – Los papeles que te voy a dar son de vital importancia si es que quieres averiguar toda la verdad sobre la desaparición de la niña. ¡La desaparición de la niña! ¡De Sofía Coe! ¡La gota que derramó el vaso y engendró el miedo a la noche en la mayoría de los habitantes! Una noche una pequeña desapareció de la nada, ante los ojos de varios testigos, como un trueno en el cielo. Desde ese momento el horror gobernó en los corazones de todos los arcanos, por lo que la mayoría optó por el toque de queda.. “Oh, Dios” explotó Hank en su mente. “¿¡GONZALO TENÍA ALGO QUE VER CON LA DESAPARICIÓN DE ESA NIÑA!?” El encapuchado hizo un movimiento que sacó de su órbita al detective. Sacó unos papeles y se los entregó. –Espero que descifres las señales… yo no he podido. Se estrecharon la mano y un motor comenzó a rugir. Unas luces aparecieron en la calle norte del parque. Las llantas quemaron el pavimento. Una camioneta apareció a toda velocidad, entrando al parque y destruyendo todo a su paso. Se detuvo justo en la cancha de futbol rápido y cuatro sujetos bajaron de la Explorer negra y comenzaron a disparar contra Hank y el sujeto misterioso. –¡Corre! – le gritó el hombre de las notas a Hank mientras sacaba un arma de su abrigo para devolver el fuego. Ambos arrancaron para ocultarse de los maleantes. El detective metió su mano en la bolsa de su pantalón para sacar su arma, pero no encontró nada. “¡MIERDA! ¡LA OLVIDÉ!” Siguió corriendo con todas sus fuerzas. Volteó para ver a su acompañante pero no lo encontró. Miró a sus espaldas y lo vio tirado en el piso. Muerto. –¡NO! – exclamó Hank e intentó regresar por el cuerpo. Una bala pasó rozándolo y lo hizo retroceder. No podía volver por él. Sintió una punzada en el pecho y siguió corriendo. Otro proyectil zumbó junto a él y le dio a los papeles que llevaba en la mano. Las hojas salieron volando y el rugido del aire las empezó a arrastrar lejos. Recogió las que el tiempo le permitió y siguió sin parar. De pronto advirtió que sus atacantes estaban colocando un artilugio en la zona de los juegos infantiles. Uno de ellos encendió una mecha con un encendedor y todos emprendieron una carrera de regreso al vehículo. Subieron y se marcharon a extrema velocidad. Golpearon unas cuantas bancas que salieron despedidas. Hank cruzó la calle y dio vuelta en la primera esquina que tuvo oportunidad. Una explosión resonó en sus oídos y lo aturdió por completo. Miró hacia atrás para ver las llamas ardiendo sobre donde apenas, segundos atrás, él estaba de pie.
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