—No quiero decir que te lo dije, pero lo hice —la guía al carro para irse al departamento juntas —Emma debes entender que él te ve como eso desde siempre, tú te empeñaste en creer lo contrario, pero Adam —la morena traga saliva —es un playboy que te ve como a una buena amiga.
—Sí, pero es —solloza al entrar a su departamento —he intentado todo para que me vea diferente, en el último año me he cambiado el peinado infinidad de veces para que él lo note, intento vestirme lo más femenina posible para llamar su atención y que me vea como mujer - se lamenta dejando a un lado su bolso, tacones y abrigo - se va a casar Luci y no sé qué hacer, escucharlo decirlo me ha roto el corazón.
—Yo sé, pero tienes que ser fuerte, Adam es un imbécil como todos los hombres, —Emma saca una botella de vino —debes salir, dejar de pensar en él... Ya lo escuchaste, se va a casar.
—Te juro que me encantaría pensar y ser más como tú - brindan - pero no puedo, yo quiero que me quieran, tú sabes lo que fue crecer en ese colegio de monjas sintiéndome tan, pero tan cohibida y luego la manera en que mamá me cuidaba, que si me ponía cierto tipo de ropa me veía como una mujerzuela, que si me peinaba no me favorecía y ni que decir con la manera en que me controlaba la comida.
—Te entiendo, pero no puedes basarte en solo eso y en lo que te hizo Adam sin saberlo para decidir que no vale la pena seguir adelante, eres más que todo eso.
—¿Entonces qué? —niega con la cabeza —tengo veintiocho años y de los hombres con quienes he salido ni uno solo me ha tomado en serio, siempre quieren sexo y yo quiero más que unos cuantos orgasmos... quiero que me quieran, que lo hagan por quien soy y no por mi físico. Luciana ¿sabes lo qué es amar sin ser amada? no lo creo porque tú no tomas en serio a nadie.
—No los tomó en serio porque los hombres solo sirven para la cama de resto son unos bastardos, mira pensamos que Adam era diferente y se va a casar con una mujer a la que ve algunos fines de semana y a la que de verdad lo quiere a esa se limita a tratarla como a una tonta.
—No, tienes razón no más de Adam en mi vida, él no me quiere no como yo lo quiero, así que de ahora en adelante intentaré ignorarlo y seguir con mi vida —suspira con tristeza —empezaré por irme a Boston la próxima semana, se supone que no iba a ir a la conferencia en Harvard pues bueno voy a ir, y me voy a centrar en mi.
—Así se habla —se ríen —ve, conoce gente pero Emma —se pone seria —no te ilusiones fácilmente, solo es conocer gente no pensar en futuro —la joven asiente. —Nada de pensar en matrimonio o hijos...
—Te parece si nos vamos al Bar de la 54 —cambia el tema —, quiero ir a que nos relajemos, además es un día muy suave y quiero desestresarme, todavía tengo el vestido que me prestaste, te lo puedes poner y yo también me pondré algo lindo.
—Emma es miércoles —habla despacio.
—No importa, esta ciudad nunca duerme además he escuchado a Damian decir que ese bar funciona con regularidad y sino siempre podemos ir a algún lado de por ahí.
—Está bien, está bien. Voy porque eres mi amiga y quiero que te relajes, nunca te había visto tan afectada por algo o alguien —Emma pone los ojos en blanco —ya entendí, no volveré a nombrar a Adam a no ser que sea algo de trabajo.
Emma y Luciana se van al bar de la 54, en medio de risas y charlas amenas se adentran en él hasta toparse con una pareja muy acaramelada, se besan y acarician con tal descaro que Emma se imagina cómo hubiera sido que Adam la tratará de esa manera, que la viera como mujer. Se sorprenden cuando ven a Damian, su compañero y amigo con una guapa mujer, esa es la pareja acaramelada, ni Emma ni su amiga conocen a la mujer con lo cuál pasa desapercibida por ellas.
—Nunca me imagine a Damian en ese plan —cuchichean —pero bueno, será mejor irnos aunque sabes que yo lo vi con esa mujer en el hospital, quisiera ligar con la facilidad con que ellos lo hacen —da un sorbo a su mojito cuando suena su celular.
—¿Quién? —inquiere intercambiando miradas con uno de los hombres que hay en el bar.
—Es Adam —parpadea mirando la pantalla del celular. —¿Qué hago?---continua sonando el celular.
—Contesta, voy a la barra por otro traguito —Emma se ríe viendo las intenciones de su amiga.
Llamada:
—¿Si? —intenta sonar tranquila.
—¿Emma? —suena medio sorprendido y extrañado —Candy...
—Con ella, dime Adam —se tapa un oído mientras habla por celular.
—Pensé que estabas en tu casa —ella suspira —bueno, Candy olvida la llamada disfruta... te llamaba porque estoy solo y pensé que...
—¿No estabas con tu prometida? —decide dar otro sorbo a su trago —llámala a ella, mira que si yo fuera Clara me pondría como una loca si descubriera que en vez de llamarme a mi llamas a tu amiga, ah y deja de llamarme Candy, no soy una chiquilla y ese apodo no me va... esos apodos son para los amantes, adiós Adam —cuelga herida al sentirse la segunda opción.
Fin de llamada.
Emma sintiéndose entre aliviada y mal por contestarle así a su amigo decide no pensar en él, no por ahora. Se conoce y sabe que aunque quiera ignorar sus sentimientos aún está lastimada. Desea siquiera olvidar sus sentimientos hacia él por lo menos en lo que resta de la noche, sabe que cuando este en la soledad de su apartamento le será imposible mantener esa actitud, aún no quiere ni puede hacer una vida social como la que describe Luciana, así que nada más verla con su conquista de la noche decide pagar la cuenta e irse a su casa a lamer sus heridas en silencio, definitivamente amar sin ser amada duele mucho.