GWEN. El club nocturno donde trabajaba no era la clase de bar a donde iban los hombres a lamentarse; por eso la presencia de un chico joven sentado frente a la barra, guapo, adinerado, evidentemente afligido y con una maleta a sus pies era muy llamativa. Además, desgraciadamente, ya no podía dejar pasar la presencia de Asher. Me quedé de pie a su lado y me incliné sobre la barra, seguía enojada con él por lo que discutimos esa noche, pero se veía tan contrariado que me apiadé. — ¿Está perdido, señor? —bromeé; y eso no era muy común en mí. Resopló sin diversión. — ¿Le interesa ser mi guía personal, señorita? —giró hacia mí y puso esa mirada que siempre ponía cuando quería ser atractivo, más si era posible. Negué un poco y luego le hice una señal al bartender para que me diera una