ASHER.
— ¡Despierta! —mantuve mis ojos firmemente cerrados—. Ash, despierta o te tiro este vaso de agua —no los abrí, pero no dudé que lo hiciera. Unas gotas de agua cayeron en mi cara y ahí sí que abrí mis ojos para ver a Camille encima de mí con una sonrisa—. Levántate, bello durmiente, nos vamos.
Dejó el vaso con agua junto a mi cama y mantuvo su enorme sonrisa de The Joker.
—Te tiraré de mi cama si no te vas a la de tres. Uno... TRES.
Sí, la tiré al otro lado del colchón, muy lejos de mí.
— ¡Oye! ¡Creo que debes regresar al kínder porque no sabes contar! —se quejó; se puso de pie sobre la cama y tuve que sostener con fuerza el edredón para que no me lo quitara—. ¡Vamos!
— ¡Estoy en ropa interior! —advertí—. ¡Sal de aquí!
—Claro que saldré, pero contigo y con Logancito.
—Que no me gusta que me digan así —se quejó Logan, llegando también a mi habitación; empujó a Camille y otra vez se cayó sobre el colchón—. Ya estoy listo ¿ya te puedes estar quieta?
— ¿Listo para qué? —pregunté.
—Mis papás ya se fueron a la recaudación —explicó Camille; se puso de pie con el cabello rosado alborotado y con la energía de una niña—. Y yo conozco un club nocturno que me han recomendado mucho, así que iremos.
Miré a Logan, quien le ayudaba a Camille a bajar de la cama y controlarse un poco.
— ¿Tú quieres ir? —le pregunté a mi hermano.
—Lo que quiero es ser hijo único, pero creo que ya es muy tarde para eso —arqueé las cejas—. Por supuesto que no quiero ir —admitió—, pero Cami no se callaba y no me dejaba en paz. Así que, si yo voy, tú vas.
Ella asintió vigorosamente. ¿Por qué Camille nunca podía quedarse quieta?
—Está bien, salgan. Voy a cambiarme.
—Tú también cámbiate, Logancito —se burló Camille—. Te vistes como padrastro.
—Tú pareces una caricatura japonesa con tu cabello rosa y no te digo nada.
La voz de mis hermanos fue haciéndose menos audible conforme salían de mi habitación hasta que finalmente no se escuchó nada, cerré la puerta con seguro y me volví a acostar, pero la paz sólo duró un segundo.
— ¡Levántate, Asher! —gritó Camille desde afuera, aunque era imposible que me hubiera visto—. Sé dónde está la llave de repuesto así que, si no sales en cinco minutos, abriré la puerta y te tomaré fotos en ropa interior para venderlas por internet.
Pensé en volverme a dormir y correr el riesgo, quizá Camille no se atrevería a cumplir su promesa, pero conocía a mi hermana y sabía que nada la iba a detener, ni siquiera el buen juicio de Logan para evitar que hiciéramos locuras.
---------------
Por lo tanto, media hora después, los tres bajamos del auto de Logan y nos plantamos frente a la puerta del bar nocturno.
—Me lleva la... Miren quién viene ahí —se quejó Logan, señaló con la cabeza hacia la entrada del lugar y luego se dio la vuelta, no entendí por qué, pero al reconocer a quién se refería todo quedó claro—. ¡Camille, que no te vea!
La tomó por los hombros e intentó darle la vuelta, pero mi hermana se resistió y pasó debajo de su brazo.
—No podemos ser groseros con ella.
—Sí podemos —insistió Logan.
— ¡Cami! ¡Logancito! ¡Ash! —gritó una de las voces más agudas que conocía.
Mi hermano hizo una cara de fastidio y ambos tuvimos que saludar a Diana; caminaba hacia nosotros como si estuviera en una pasarela de modas, lo cual no era incongruente en ella, pero sí un poco cansado. Diana me agradaba, pero a veces era más por obligación que por otro motivo.
—Hola, Di —saludó Camille.
— ¡Hola, chicos! —nos dio un beso en la mejilla a cada uno y luego se tomó de mi brazo, un movimiento indetectable porque no lo vi venir—. Estaba con unas amigas, pero se fueron hace unos minutos ¡Aburridas! Qué genial que los veo, así me quedo un rato más con ustedes.
—Si no queda de otra —masculló Logan, pero no creo que Diana lo haya escuchado.
Entramos, ahora los cuatro juntos, al interior del club donde las luces estrambóticas nos iluminaban por momentos, muchas personas bailaban en el centro de la pista y estaba demasiado lleno, pero Camille ya sabía sobre la zona VIP, y Diana por supuesto que estuvo de acuerdo con ella.
La parte superior del bar estaba más desalojada, se podía caminar tranquilamente y había disponible una sala lounge para nosotros, justo a la orilla, donde podíamos tener un amplio panorama. Diana se sentó a mi lado y no me dio espacio para estirarme.
—Tengo que ir al baño, no me extrañen tanto —dijo Diana dos segundos después.
Se levantó de un modo que sin duda atrajo la mirada de muchos hombres, y mujeres, quizá. Diana era muy guapa, sabía arreglarse, caminar, vestirse, sin duda era una chica hermosa y creo que sentía algo por mí, pero la vi desde que jugábamos en la tierra de mi casa, era como una prima más para mí y, sinceramente, era un poco difícil tratar con ella, así que siempre la trataba con respeto y amabilidad para no lastimarla y porque la quería de forma sincera, pero jamás le había dado falsas esperanzas.
—Es odiosa —dijo Logan—. Yo digo que nos vayamos antes de que regrese.
—No podemos hacer eso —dijo Camille, enojada—. Mamá nos mataría si sabe que la dejamos aquí, además, sería muy grosero.
—Ella es grosera. Todo mundo sabe que Diana es una pesadilla, incluso mamá, aunque no lo diga.
—Tampoco creo que esté bien dejarla aquí —le dije a Logan.
Él rodó los ojos.
—No entiendo por qué son tan amables con ella, Diana es como si Voldemort hubiera tenido una hija con Cruella de Vil o alguien así.
Me aguanté la risa.
—Somos amables porque somos amables con todos —le recordé—. Eres un Cavanagh.
—Eso no quiere decir que tenga que soportar a todos.
—Pues deberías tolerarla más, porque pronto será tu cuñada —se burló Camille y me dio un golpe con el codo.
No le respondí, ambos conocían exactamente mi posición en aquel tema.
—Buenas noches —dijo una de las meseras llegando a nuestra mesa. Era muy guapa, tenía el cabello suelto de color n***o, un vestido ajustado del mismo color y no necesitaba maquillarse para verse mejor—, bienvenidos a Cannibale. ¿Puedo ofrecerles algo de beber?
Entrecerré la mirada hacia ella porque lucía conocida.
Camille fue quien habló primero y ordenó champagne rosado para todos, pero Logan no estuvo de acuerdo y pidió otra bebida, cuando llegó mi turno de hablar miré a la chica para ver si daba alguna señal de que nos conocíamos, pero no mudó su expresión.
—Un martini seco —dije, confundido.
La chica asintió y entonces reconocí esos ojos diabólicos. Gwen. Era la hermana de Cody, mi temporal compañero de celda.
Se dio la vuelta y se fue, pero yo me quedé pensando en lo guapa que era y en cómo pude tardar tanto en reconocerla. La única vez que la había visto sólo fue por unos minutos y en lo que lo único que pensé era en lo mandona que era, pero recuerdo que tenía un uniforme de mesera diferente al que usaba en esa noche, su cabello estaba sujeto en una coleta y ella no, bueno… no lucía como ahora. La seguí observando desde mi lugar, ella estaba en la barra superior pidiendo nuestras bebidas, se veía muy seria y profesional en medio de ese lugar.
— ¿A quién estás viendo? —preguntó Logan.
Arqueé las cejas sin entender, pero sólo no quería admitir que estaba viendo a Gwen, sobre todo porque ella no parecía acordarse de mí y eso fue un golpe para el ego. O quizá sólo había fingido.
—A nadie.
—Pues yo sí quiero ver a alguien —dijo Camille, movió su cabeza de un lado a otro y se rió al ver la sobreprotección que ejercía Logan inmediatamente—. Sí sabes que no puedes controlarme y que yo soy la mayor ¿Verdad?
—Pero no estás calificada para tomar decisiones, lo que te pone debajo de Hane.
—Al menos sé que estoy arriba del ex convicto.
— ¿Puedes dejar eso por la paz? Quiero olvidarlo.
— ¿Estuviste en la cárcel, Asher? —preguntó Diana muy asustada; se sentó a lado de mí como si temiera por mi seguridad y abrió sus ojos—. ¿Qué pasó?
—No fue nada —dije. Iba a dar una respuesta más evasiva, pero justo Gwen llegó de nuevo con nuestras bebidas y una cubeta con hielo para el champagne de Camille y eso me distrajo sin explicación—. Gracias —mencioné por las bebidas. Gwen no me miró, creo que no sabía siquiera de mi presencia—. Nos conocemos ¿cierto? —pregunté como si no estuviera seguro de ello.
Gwen me observó y estuve seguro de que sí me reconoció, tal vez lo hizo desde el inicio.
—No lo creo, señor.
Mi ceño se frunció.
Já. Si esa chica no me había reconocido, entonces el cielo tendría que ser morado.
—Tu hermano se llama Cody ¿cierto? —insistí.
—Sí, así se llama.
Y ya, fue todo lo que me respondió. Empecé a perder la paciencia.
—Estuve con él en la cárcel, fuiste a recogerlo.
— ¿También eres ex convicta? —le preguntó Diana sin nada de tacto, se acercó más a mí y apretó más sus manos alrededor de mi brazo—. Y… ¿Trabajas aquí?
—Ella no…
—Trabajo aquí —respondió Gwen de forma dura, interrumpiendo mi intervención para salvarla—, sí. No soy una ex convicta, pero si así fuera, no se me debe discriminar cuando estoy haciendo un trabajo honesto. Aquí están todas las bebidas que me pidieron ¿Desean algo más?
—Sí —respondió Diana, pero usó un tono cortante y demandante, cargado de desprecio—. Un aquamarine.
Las cosas se pusieron tensas entre todos, aun cuando Gwen ya se había ido y Diana seguía pegada a mí.
— ¿Conoces los muéganos, Diana? —le preguntó Logan de forma tranquila como si le hablara a una niña pequeña—. Son dulces típicos mexicanos —explicó. Ella negó con la cabeza, confundida, y Logan antes de beber su trago, dijo:— pareces uno.
Diana le iba a replicar, seguramente algo grosero, así que le hice señas a Camille para que me ayudara a quitármela de encima y se la llevó, a la fuerza, hacía la pista de baile.
—Bueno ¿Quién es la chica? —preguntó Logan al quedarnos solos.
—La hermana del chico que estaba conmigo en la estación de policías, se llama Gwen —de forma inconsciente la busqué con la mirada, pero no la encontré hasta varios segundos después, luego fingí no haberla buscado—. Llegó hecha una furia por su hermano Cody.
—Ya me agrada porque no se quedó callada con el veneno de Diana.
—Intento ser paciente con Di, pero a veces actúa de una forma que no entiendo —mencioné.
— ¿A veces? Siempre actúa así —dijo, le dio un largo trago a su bebida y continuó:— Si no fuera porque es hija de mi tía Brianna ya la hubiera sacado de mi vida por completo.
—Aquí está el aquamarine que pidieron —dijo Gwen llegando de nuevo—. ¿Se les ofrece algo más? —sí, que no fuera tan condescendiente conmigo y admitiera recordarme; pero ya no pensaba volverle a hacer esa pregunta porque me daba directo a mi orgullo, así que sólo respondí negando con la cabeza—. Que disfruten sus bebidas.
Pero claramente, ahí no se iba a quedar el asunto, porque Diana llegó de nuevo a la mesa y chocó accidentalmente con Gwen, haciendo que ésta última cayera de sentón sobre el suelo con un duro golpe. Me levanté de inmediato para ayudarla, pero despreció mi mano en el acto, se puso de pie, furiosa, y encaró a Diana.
— ¡Lo hiciste a propósito! —le gritó.
—Fue un accidente —respondió Diana con voz dulce, luego tomó mi mano que seguía levantada y me miró—. Asher, dile que yo jamás haría algo tan feo.
— ¿Estás bien? —le pregunté a Gwen en cambio.
—Mira, no porque vengas aquí tienes el derecho a tratarme así —dijo Gwen, ignorándome de nuevo y dirigiéndose a Diana—. Quiero que te disculpes.
Diana se rió en su cara sin ningún descaro.
—Di, discúlpate con ella —pedí.
Diana apretó los labios y Gwen esperó, pero siguió esperando.
—Lo siento mucho —intervino Camille—. Mira, si te pasó algo o te regañan nosotros podemos arreglarlo.
—Sólo quiero una disculpa de su parte, de nadie más —repitió Gwen, bien plantada en su sitio.
—Di… —la apremié.
Un par de segundos pasaron entre que las dos chicas se miraron con rencor y odio, vaya que ambas podían ser firmes en su posición, pero al final, y tras pedirle nuevamente a Di que se disculpara, lo hizo en voz apenas audible.
—Lo siento —dijo Diana, pasó frente a Gwen y se sentó a beber su trago.
Gwen se dio la vuelta para volver a irse y, sin saber por qué, la seguí. Sólo me di cuenta de ello hasta que la tomé del hombro e hice que se detuviera.
—Siento mucho la actitud de Di ¿Estás bien? ¿No te lastimaste?
—No me hables —ordenó.
La solté, sorprendido por la fuerza de sus palabras y también por su actitud cuando no le había hecho absolutamente nada.
—Vine a disculparme —dije, irritado.
—No necesito tus disculpas, sólo necesito que te alejes de mí.
Sus ojos cafés echaban chispas, toda ella parecía a punto de explotar sin ninguna razón, entonces yo también empecé a molestarme por su actitud.
— ¿Cuál es tu problema? —pregunté molesto.
—La gente como tú es mi problema.
— ¡Ni siquiera me conoces!
—Mi hermano me contó que tu mamá te dejó en la cárcel porque está muy cansada de tus travesuras de niño mimado —empezó con saña, y mucha. Me mordí la lengua para no pelearme con ella, pero estaba siendo muy difícil controlarme—. Eres un rico que entra y sale de la cárcel cuando quiere, vienes a un bar con tus amigos que creen que pueden hacer lo que quieran con las personas que les sirven.
— ¡Yo no te traté mal! ¡Yo vine a disculparme contigo!
— ¡Nadie te lo pidió!
— ¡Pues ojalá no hubiera venido porque eres insoportable!
— ¡Lo mismo digo! —me apuntó con un dedo y su boca continuó moviéndose sin parar—. ¡No dejas de meterte en lo que nadie te invitó!
— ¡Perdóname por ser amable! ¡Es claro que tú no lo eres!
— ¡Por favor, sólo intentas lucirte! ¡Eres un tonto!
— ¡Qué necia eres!
— ¡Y tú qué creído!
— ¿Ocurre algo? —un hombre de la seguridad del club llegó a nosotros y se puso frente a mí a modo de protección hacia Gwen—. ¿Te está molestando este chico?
—Sí.
—No —la contradije, molesto—. Sólo vine a disculparme con ella.
— ¿Y de qué te disculpabas? —preguntó el guardia.
No le iba a contar la historia de Diana chocando con Gwen, en realidad, sólo me estaba hundiendo más y eso me molestó porque nada era mi culpa. Miré a Gwen con mucho enfado, sobre todo, porque su mirada tenía un brillo triunfante.
—Me empujó.
Si no hubiera visto los carnosos labios de Gwen moverse, no hubiera creído que dijeran una mentira así de grande.
— ¡Eso no es cierto! —me defendí. El guardia se paró a unos milímetros de mí y me miró como si fuera el peor hombre de todos—. No hice eso.
—Está bien, PJ —le dijo Gwen al guardia—. Sólo haz que salga de aquí, estoy bien.
Estaba tan enojado que no pude decirle nada a Gwen, además, cualquier cosa que saliera de mi boca me iba a dejar en una peor posición frente a PJ, el guardia. Gwen ni siquiera esperó a ver qué pasaba, simplemente se fue y me dejó en aquella ridícula situación. PJ quería tomarme del brazo para sacarme, pero me retiré de su tacto y fui hacia mi mesa.
Logan y Camille se reían, pero pararon al verme llegar con el guardia al lado.
—Nos vamos —dije.
—Ay, no, Ash. Nos van a echar de otro lugar por tu culpa —se quejó Camille.
— ¿Por qué? —preguntó Logan al mismo tiempo, pero con más seriedad que mi hermana.
—Sólo nos vamos ¿De acuerdo?
Logan se puso de pie con elegancia y bebió su trago de un jalón, luego dejó varios billetes sobre la mesa y actuó como si la situación le aburriera; Camille tomó su bolsa, extrañada por mi orden, pero entendiendo que no era momento para molestarme más o que causáramos (yo) más problemas.
— ¿Pueden llevarme a mi casa? —preguntó Diana, como si nada estuviera pasando.
Ni siquiera le respondí, Camille lo haría, pero yo no podía verla sin pensar en todos los sucesos que había provocado por un simple accidente.