Maldito ceo amame

Capítulo #3: Ella quiere una revancha

—¡Suéltame! —exclamó alejándose, pero él intentó volver a acercarse a ella

—Escúchame, mi amor, no todo es como parece, ¡Lo hice por ti!

—¡¿Qué?! —exclamó atónita ante sus palabras, no podía entender cómo era posible que después de todo el daño que le había hecho, luego de romper su corazón, también esperaba que ella le creyera sus patrañas—. ¡Eres un miserable!

—A veces, el fin justifica los medios —dijo Joe, ella le miró confundida, pero él volvió a besar sus labios, ella quiso huir, luchaba de verás por escapar del roce de esos labios que ahora quería odiar

—¡Merybeth! ¡Eres la peor de las escorias! —gritó la voz de Sophie, ahogada en llanto, Joe se alejó de pronto, cuando su madre Arabella salió, preguntó por lo que pasaba—. Ella, madre, ¡Ha besado a Joe sabiendo que ahora me ama a mí! —exclamó llorando

—¡No… las cosas no son así! ¡Habla, Joe! —exclamó ella, pero notó que Joe no estaba dispuesto, en cambio, como los cobardes solo bajó la mirada, y tocó el puente de su nariz, ella le miró con furia, sus ojos se volvieron llorosos, cuando volvió la vista sintió esa bofetada que su madre le infringió

—¡Eres solo una mujerzuela! ¡estoy cansada de ti! Todos estos años te dimos todo, pero no podemos negar lo que eres, una escoria, ¡Ve por tus cosas! —dijo sujetando sus cabellos, halándolos con fuerza y empujándola adentro de la casa—. ¡Toma todas tus cosas y lárgate ahora mismo de esta casa! No quiero volver a verte.

Su padre bajaba las escaleras y Merybeth lo observó buscando ayuda

—¡Padre, no he sido yo la responsable, por favor!

—¡Nada! Tu padre no dudará en que, si tiene que elegir, siempre me elegirá a mí y a Sophie, ¿No es así, esposo?

El padre de Merybeth solo bajó la mirada, y asintió, Merybeth sintió una rabia descomunal

—¡Son muy injustos! No he hecho nada malo, hace solo unas horas, Joe Carson era mi prometido, y no de Sophie, ella hizo algo terrible en mi contra, y ustedes que son mis padres, lo vieron, y no dijeron nada, díganme, entonces, ¿Por qué me odian tanto? ¿Por qué no me amas, padre?

Ella notó la mirada débil de su padre que miraba al suelo, y parecía arrepentido, pero ninguna palabra salía de su boca

—¡Deja de hacerte la falsa víctima! Aquí la única víctima es mi Sophie —dijo con voz segura

Merybeth se acercó a su madre y la miró con dolor

—¿Por qué me odias tanto, madre?

Arabella bajó la mirada

—¡Y te odiaré aún más si no te largas de aquí, y desapareces de nuestras vidas para siempre! —exclamó

Merybeth sintió un nudo que apresaba su garganta, subió de prisa y tomó su valija, aún hecha, pues acababa de volver de viaje, debía irse, y no volver a ese lugar nunca más. Bajó de prisa, y aún pudo ver las miradas de sus padres, ninguno estaba arrepentido, Merybeth intentó llevarse las llaves del auto, pero Arabella lo impidió

—¡Ni se te ocurra! Ese auto te lo regaló tu padre, y no será tuyo, tienes tu dinero de tus viajes, pues gástalo, ahora ya no tendrás nada de nosotros, tu padre ha cancelado tus tarjetas de crédito.

Merybeth los miró perpleja, ya no podía soportar más crueldad contra su persona, tomó su valija y salió de prisa, al salir vio a Sophie abrazada al pecho de Joe, aún la mirada de él se clavó en la de ella, era de un azul porcelana, un azul que ella siempre amó, y ahora sentía detestar con toda su alma, hizo un gesto de rabia y caminó alejándose

—Han echado a tu hermana de casa, tu madre se ha pasado esta vez, no es para tanto —dijo Joe, soltando a la chica, como si fuera capaz de ir tras Merybeth, pero ella lo detuvo de prisa, abrazándose a su cuerpo

—¡Déjala! Ella solo quiere separarnos, se fue para hacerse la víctima, ¿No te das cuenta? ¿Qué pasa, Joe? ¿Aún sientes algo por ella? —exclamó Sophie con ojos tristes

Joe bajó la mirada

—No, yo… yo no siento nada por Merybeth —dijo titubeante, y ella aún lo abrazó con fuerzas.

Merybeth caminaba sin rumbo fijo, tal vez llamaría a Jane, pero odiaba ser una molestia para las personas, desde pequeña las diferencias entre Sophie y ella eran atroces, así que se acostumbró a ser independiente, se sentó en una banca de un parque, la noche se volvía fresca, tomó un cigarrillo y fumó, pensaba en su vida, pensaba en Joe Carson, fueron amigos desde el colegio y fueron novios durante tres años, tal vez era solo un amor joven, pero ella pensó que sería para siempre, así lo habían prometido

«No. Ninguna promesa es para siempre, ninguna promesa es real, ahora lo sé, no debo confiar en nadie, solo debo ver por mí, ¿Por qué siempre pierdo todo lo que amo?» pensó y sus ojos se llenaron de lágrimas tristes que escurrían por su rostro.

—¡No se van a salir con la suya! No van a verme arruinada —dijo ella limpiándose las lágrimas—. Aún tengo mi as bajo la manga —dijo y recordó a aquel hombre del bar, recordó cuando lo besó, y la forma en que él la defendió de ese hombre, ella ya no tenía nada, pero por lo menos pensó que tendría una oportunidad para una revancha, ¿Qué pensaría Sophie de saber que tendría un marido más rico que el de ella? ¿Y qué pensaría Joe al saber que lo había reemplazado con tal facilidad?

Ella sonrió con maldad, quería ver su rostro alguna vez, sufriendo por ella, como ella sufrió por él.

Lejos de ahí, en su mansión cerca de la bahía, Sean Hyland llegó a casa, estaba acostumbrado a su soledad de siempre, al entrar las luces se encendieron, y caminó a la cocina, pudo ver en el horno su cena, tenía una buena cocinera que venía a preparar su comida, y la dejaba lista para él, se sentó luego de calentarla para comer, mientras bebía un poco de té, apenas pudo dar dos bocados, y se sintió satisfecho, pensó en esa chica, sí, ella vino a su mente, y también recordó a Anne, era tan distinta a ella, no solo en belleza, sino también en la alegría, Anne siempre le pareció ser una chica melancólica, y eso en algún momento lo cautivó, pero aquella chica, parecía tan feliz en medio de la mediocridad del ambiente que la envolvía. Sean tocó sus labios sintiendo aún su sabor sobre ellos

«¿Irá mañana al registro civil? Ya veremos, ya veremos» pensó Sean Hyland.