CAPÍTULO ONCE Rómulo abrió los ojos lentamente, despertando finalmente por el sonido del romper de las olas y la sensación de que algo se arrastraba por su cara. Miró hacia arriba y vio a un gran cangrejo lila, con cuatro ojos, andando lentamente por su cara. Lo reconoció inmediatamente: era un cangrejo nativo del continente del Anillo. Estrechó sus cuatro ojos y abrió la mandíbula para morderlo. Rómulo reaccionó al instante, lo alcanzó, lo agarró con su mano y lo estrujó lentamente. Sus pinzas perforaron su carne, pero no le importaba. Escuchaba cómo chillaba y se deleitaba con el sonido de su dolor, mientras lo continuaba apretando lenta y pausadamente. El cangrejo le mordía y le pellizcaba, pero a él no le importaba. Quería estrujarlo hasta dejarlo sin vida, prolongando su sufrimiento