CAPÍTULO DIEZ Alistair seguía a la madre de Erec a través de la noche, mientras ella la guiaba en la oscuridad, girando y dando vueltas por los estrechos callejones de la corte, con el corazón palpitándole mientras procuraba seguir la marcha sin ser vista. En las paredes y caminos de piedra se proyectaban sombras alargadas, con la única iluminación de alguna antorcha esporádica y Alistair, que acababa de escapar, no podía evitar sentirse como una criminal. La madre finalmente la guió hasta detrás de un muro y se puso de cuclillas, fuera de la vista de los guardas, y Alistair se agachó a su lado. Estaban agachadas, en silencio, escuchando, observando a los guardas pasar y Alistair rezaba para que no las encontraran. La madre de Erec había esperado al anochecer para llevarla hasta allí, pa