CAPÍTULO OCHO Gwendolyn estaba en la proa del barco, el océano le acariciaba la cara, rodeada de toda su gente, con el bebé rescatado en brazos. Todos estaban conmocionados mientras zarpaban hacia el mar, ya lejos de las Islas Superiores. Se les unieron sólo dos barcos más, lo único que quedaba de la gran flota que había salido del Anillo. La gente de Gwen, su nación, todos los orgullosos ciudadanos del Anillo, se habían reducido a unos cuantos centenares de supervivientes, una nación en el exilio, flotando, sin hogar, buscando algún lugar para empezar de nuevo. Y todos la miraban a ella como líder. Gwen miraba al mar, examinándolo como había hecho durante horas, inmune al frío rocío de la neblina del mar mientras miraba a través de ella, intentando que su corazón no se rompiera. El bebé