— María… muévete un poco hacia la derecha. — mientras dormía, mis manos rodearon su costado y yo había logrado dormir algo encima de aquel maldito psicópata, abrí los ojos, escuchando su gruesa voz despertarme. ¿Que me moviera? Mi pierna rodeaba la suya, mi cabeza estaba sobre su pecho y mis manos se sujetaban a él. — María. — repitió otra vez y entonces yo desperté del todo, quedándome quieta, sin mover nada. Mi corazón comenzó a ir deprisa y en mi vientre sentía algo duro y largo palpitar. — Échate un poco hacia la derecha, estas causando una erección en mi, tus tetas están muy pegadas a mi cuerpo y desde aquí la vista de tu culo es magistral, maldita mujer. — de inmediato hice lo que ordenó. — ¿P-puedo retirarme? — Mira por la ventana, falta poco para amanecer, pero aún no sale el s