Rocco, el hijo del dueño del club, era el chico problemas de la ciudad. Todos lo conocían por sus actitudes rebeldes e imprudentes. En cortas palabras, era la versión masculina de Rachel. Y mientras West se acercaba a ellos, todo en lo que podía pensar era en lo encantada que Rachel se veía con su gemelo.
Por otro lado, la castaña se sobresaltó cuando West apareció detrás de ella, sosteniendo su codo en un firme agarre que podía tacharse como posesivo.
— Deberíamos irnos — murmuró West con calma en su oreja, mirando con una sonrisa falsa a Rocco.
— ¿Irnos? — Rachel sacudió la cabeza —. Pero si tu padre ha dicho que...
— No importa qué dijo mi padre — la castaña se sorprendió cuando él levantó un poco la voz —. Creo que lo mejor es que nos vayamos.
— ¿Algún problema, Rachel? — Preguntó
