20 de marzo de 2003 Un murmullo debería de ser algo sencillo. Algo pequeño, suave, casi invisible. Sin embargo, el sonido de voces, lejanas, fue suficiente para provocar que el ligero velo del sueño se disipara. De repente, Taylor sintió la cama fría. No fría en el sentido del tacto de Miller, sino fría, en el sentido de vacía. Eso terminó por despertarla. Desde que había empezado a pasar sus noches en el hotel, Miller había cambiado sus horas de trabajo. Generalmente, pasaba menos horas durante la noche trabajando, para poder estar durante el día con ella. Tampoco es que necesitara dormir mucho realmente. Miller le había contado que, desde que tuvo la capacidad de permanecer despierto durante el día, el tiempo que pasaba durmiendo se había reducido considerablemente. Su brazo se estir