Miller El olor dulce de Taylor lo envolvió como una caricia irresistible. Sus parpados se movieron repetidamente con la intención de abrir los ojos y de disfrutar de la hermosa vista de su hada. Una suave caricia, dulce y tierna, se posó sobre sus labios. Al instante reconoció el tacto de ella y sus suaves manos que acariciaban sus hombros. Lo estaba besando. Y le estaba encantando. Casi inconscientemente alzó los brazos para envolverlos alrededor de ella y apretarla gustosamente contra su cuerpo. Ella soltó un pequeño gemido casi imperceptible cuando le devolvió el beso con avidez evidente. Era agradable estar con ella, pensó satisfecho. Sus manos comenzaron a acariciar su piel desnuda casi pecaminosamente, deteniéndose durante escasos segundos en la curvatura de sus nalgas y subie