—No haré eso. Arturo, cometí un error. Déjalo fuera de nuestra vidas.
—Alguien metió su polla dentro de ti y lo dejaste. Explícame; en qué necesitas pensar más y para que buscar un nuevo tema, dímelo, si es tan insignificante dímelo.
—¡Esto es humillante! —Dijo y señaló a nuestra psicóloga. —Dígale que no es lo correcto.
—No es incorrecto tampoco, pero es algo que deben decidir solos. Se ha acabado la sesión, chicos. —Dijo y se puso en pie.
Paola acomodó su cabello el cual tenía un corte que me exasperaba debido a su falta de simetría y porque me recordaba que haba dos parte de ella; la que está conmigo y la que es de otros. Le miré a los ojos y ella hizo lo mismo, mirarme, clavar sus ojos sobre los míos; no había conexión en medio de ellos, solo ira, resentimiento, dolor, enojo. Los dos nos quedamos en silencio y fui el primero en ponerme en pie, ella me siguió, luego nos despedimos de nuestra terapeuta.
Ella caminó cerca de mi espalda pero no sentía aquel calor que me hacía comérmela a besos y mordiscos, lamer su piel, intentar meter mis manos dentro de su falda, desabotonar sus blusas o... desearla.
Los dos salimos del edificio en dirección al auto completamente serios, absortos en nuestros propios pensamientos, pero con la g****a de nuestra relación completamente latente, era indiscutible que ya no éramos la misma pareja enamorada, sino, una pareja de que se brindaba compañía
Estuvimos atrapados en una presa, había un accidente por el cual no nos podíamos mover, salí del auto a ver si podía ayudar a pesar del invierno lo último que quería era estar dentro de la calefacción con mi némesis, caminé unos metros y encontré el choque, había una microbús y dos autos, en uno de los auto móviles había una mujer prensada por el bus y el auto, los pasajeros del bus, pequeños niños que habían salido de la escuela en su mayoría estaban bien, sin rasguños, en cambio el conductor estaba agonizante, una joven mujer de cabello castaño gritaba en medio del lugar y nadie le ayudaba solo veían la paranoica escena, con la joven dando vueltas por el lugar, conmocionada y llorando, llamé a Mariola y le dije que se montara con algunos doctores en ambulancias para llegar al lugar.
Tomé a la joven de los hombros y no paraba de gritar y pedir su zapato, reí y ella me miró a los ojos y gritó más fuerte.
—Soy Arturo Pieth, necesito que esté calmada para saber qué le duele.
—Mi zapato.
—¿Qué color es?
—Rojo —Miré su tobillo y entendí parte de su histeria, estaba hinchado pero estaría mejor con hielo y medicamentos. —Mi zapato era rojo, marca ortopieth.
—¿Tiene problemas ortopédicos? —Ella asintió. —¿Le duele otra cosa?
—Estoy bien, solo necesito mi zapato .
Mis compañeros llegaron en poco tiempo y atendieron a todos los presentes, Mariola atendió a la chica colocha de cabello extremadamente largo y ojos color avellana, por lo menos, no gritaría en la ambulancia y atenderían bien su esguince.
Me metí en el auto en el cual estaba el paciente muerto y miré el zapato rojo, lo saqué y fui a donde había dejado a Mariola, pero ya no estaban, caminé hacia mi auto y oprimí el botón para abrir la cajuela, tiré el zapato y me quedé afuera esperando que los demás se movieran.
Un cambio.
0 km
8 km
12 km
15 km
20 km
25 km
35 km
Todo se movía menos mi interior, creo que me dieron tanto de versión inmóvil masculina que me lo creí y dejé de sentir; es terrible no hacerlo.
—Arturo, ¿Por qué me trajiste aquí?
—Tómate el tiempo que necesites para decidirlo, pero no quiero vivir sin saber. No quiero ser un ignorante en mi propia vida —Salí del auto y le abrí la puerta.
Le llevé hasta el umbral de la puerta principal, y su madre nos recibió con una enorme sonrisa, su hermana menor de catorce no quitó la mirada del teléfono pero dijo:
—¿Y el gigantemente largo beso de despedida?
—Vaya, nos prestas atención Paula—Comentó irónica mi novia.
—Vaya Paola... El amor no es tan genuino...
—¡Estamos bien! —Gritó a su hermana y la pequeña rió antes de ir a su habitación. Su madre nos miró y ella se volteó hacia mí con la mirada suplicante, me acerqué y le besé, un beso corto y poco romántico, pero no estaba de humor, no para reír, ni amarle, ni mentir por ella. —¿En serio, no quieres que te acompañe?
—No estaré bien. —Dije y me despedí de ambas con un beso en la mejilla.
Conduje hacia la casa de mi tía, la cual estaba completamente repleta de familiares, caminé en busca de todos y se estaban humillando entre sí mientras veían fotos de cuando éramos buenos, gordos o inocentes, me acerqué a saludar a mi madre y luego me apoyé en su hombro, ella me acarició por unos segundos, mi cuerpo no esta recibiendo emociones, estaba muerto en vida. Mi tía Emma me hizo una seña y le seguí a la cocina, en ella estaba mi tía Verónica enseñándole a mi prima a tomar tequila, me reí al verles ¡tan... ocupadas!
—Ya sabes, si no le damos en casa lo consigue afuera.
—Sí, muy apropiado.
—Te daremos un especial rompecorazones. —ofreció la dueña de la cama y tomé asiento en medio del par de pelirrojas, mi tía Verónica me hizo una seña con la ceja, después de ignorarle varas veces preguntó:
—¿Ya no sales con la arpía?
—A mí me caía bien.—Defendió mi prima a mi novia.
—Todavía estamos juntos.
—Cariño, no seas alcohólico como ellas, tú y yo necesitamos hablar. —Dijo mi madre y depositó uno de sus cariñosos besos sobre mi mejilla.
Bebí lo que mi tía Emma preparó para mí de un solo trago y sentí como mi corazón estuvo cerca de estallar, me dio un escalofrío que no pude esconder y las cuatro rieron, regla uno de la familia Pieth, no beber nada que Emma prepare..., se me olvidó y puse mi vida en peligro, pero me di cuenta de que necesitaba adrenalina.
Le tomé de la mano a mi madre en cuanto me compuse y caminamos hacia el jardín.
Sofía Altazar de Pieth era la persona más sensible y cariñosa que jamás vi en el mundo y quería justo lo que mi padre tenía con ella; diversión, en algunos momentos creía ver a dos amigos completamente cargados de ilusión, alegría, energía, pero, enamorados al mismo tiempo. Simplemente tenía que ver como se sonrojaba mi madre al ver a mi padre sonreírle o guiñar el ojo, quería correr como lo hacía él, correr solo para besarle las mejillas a la mujer que amo, devorar los labios durante minutos sin importar el resto del mundo, porque ella era su todo; norte, sur, este, oeste... que el mundo escuche risas y vea sonrisas.
A mi madre no le importaba amar plenamente y era lo que recibía de vuelta, sin importar nada... ellos eran especiales, hechos a la medida, tenían aquella famosa chispa y mientras adoraba que se mantuvieran así odiaba profundamente no tenerlo, no tengo nada, estoy solo y sin importar cuanto dijese a mi familia que amaba a mi novia y todo estaba de maravilla, quería más, quería lo "normal"; tener una familia, un hijo al menos, dos perros gigantes y una casa con fotos de lo que habíamos construido no de lo que alguien soñó.
—Hijo, de pequeña vi a mi hermano besuquearse con la mejor amiga de mi hermana; vi cómo le tocó y escuché como se reían. Finalmente, les miré ingresar a la habitación y quise un poco de eso, un hombre que me besara y me amara de aquella manera tan íntima. Años después conocí a mi primer novio y no me trató como una princesa, no fui amada, ni deseada. Me llamaba basura, Arturo. Me hacía llamarle antes de ir a la tienda de la esquina y cuando volvía, además, si quería salir y él no podía me daba permiso de ir con mi hermano a ciertos lugares, cuando no le parecía me quedaba en casa hasta que él quisiera visitarme o sacarme... Cariño, una vez mis papás hicieron una fiesta en la piscina y él llamó miles de veces hasta que contesté; cuando lo hice adivina cuál era la emergencia.
—¿Que no anduvieras en traje de baño? —Mi madre rió.
—No... que no caminara por ahí en short —Su risa sonó apagada —.Me costó salir de él y sus inseguridades se volvieron la mías, apesar de lo que había vivido. Estar con tu padre era complicado, tenía esa fama y es demasiado cariñoso; completamente distinto. Cariño, dejar algo bueno es imposible, pero algo malo... lo más complicado independientemente de cuál de las dos te correspondan siempre es reiniciar, conocer a alguien nuevo, entregase a un amor puro, el amor que todos soñamos y merecemos.
—Mamá... yo...
—¡Hijo! Mis papás pagaron terapeutas carísimos y no entendí hasta que me ahogó, me ahorcó con sus manos y luego me pegó como nadie jamás hizo hasta él, fue horrible... —Hizo una pausa y luego una seña para que yo no hablara —. No le engañaste hijo, eso lo sé porque no comes, no hablas, no quieres salir con tus amigos y estás nervioso al hablar con cualquiera. Tú y Paola llevan juntos la mitad de tu vida es normal sentirse preocupado por el qué vendrá o lo que no se hizo pero... no puedes hacer más. Si no la amas no la amas. Descansa, toma una nueva bocanada, una fresca y empieza a vivir.
Mi papá llegó a besuquear a mi mamá y despeinarme.
—¡Se han perdido de Emma pequeña! Era más flaca que un crakero.
—Es una crakera, ella y Verónica le enseñan a Valentina a beber.
—Valentina es alcohólica. —Dijo su hermano y les dio un beso a ambos.
Mi padre se sentó al lado de mi madre, justo dónde había estado yo y le rodeó con sus brazos antes de acariciarle las mejillas como si fuese un bebé, mi mamá rodó los ojos mientras él depositaba pequeños besos sobre sus labios.
— Bien, es demasiado amor, suéltala.
—Arturo no me digas cuánto besar a mi esposa— Dijo y le dio un sonoro beso sobre los labios, mi madre le dio un golpe en la cabeza mientras se acomodaba el cabello.— Revisa mi revista.
—Papá, no leeré una revista porno. —Mi madre se rió.
—La he comprado yo. —dijo ella en medio de risas.
—¡Mamá!
—Son tips para volver a estar soltero.
Sonreí y los dos negaron con la cabeza antes de enviarme a casa a descansar. Cuando llegué a mi departamento Paola estaba ahí bebiendo una copa de vino sobre la cama, le miré y bufé.
—Diré todo.
—Bien —Dije y me subí a la cama, le quité la copa de vino y la dejé sobre la mesita de noche, decidí besarle y hacerle el amor como hace mucho no hacíamos, amarnos, quizá eso era parte del problema nos conectábamos en distintas formas pero no en la correcta.
Necesitábamos volver a ser amigos, novios, amantes.
Recorrí con mis manos cada curva de su cuerpo, disfruté con mis labios en cada espacio de su piel y dejé que mi mente y mi cuerpo se conectara con el suyo de la manera más íntima y placentera sin importar que esa pudiese ser la última vez.