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1652 Words
Ella salió de la galería directo a un restaurante, emocionada envió una imagen a mi teléfono, en ella estaba el cuadro de una vaca, suficiente para que no me interesara más aún cuando mi paciente había fallecido sin una razón lógica, yo envié la foto del muerto y ella se fue a comer y no le dio importancia, encontró una cervecería y decidió probar en mi honor, poco después se encontró con su agente el cual comenzó a hablar y con quién comenzó a encontrar muchos temas en común, todo parecía diferente, eran demasiado similares, de igual manera no pasó nada, no en ese momento, ella se fue a su apartamento y eso continuó durante unas semanas. Una tarde Paola estaba desempacando en la galería que él posee cuando sintió las manos de aquel hombre sobre sus pechos, las mismas manos que le acariciaron fugazmente le siguieron recorriendo el cuerpo, él le desnudó y besó cada espacio de su cuerpo hasta que finalmente...  (.....) Estábamos comiendo en casa de sus padres, todos se veían sonrientes por lo bien que estábamos a comparación de unos meses antes, pasaríamos la noche buena con su familia y el resto del día con la mía, mis padres estaban solo de pasada, pero no se veían muy contentos que digamos.  —Mamá.  —Estoy ocupada con el teléfono.  —¿Podemos hablarlo?  —Es tu vida — Bajó el teléfono y negó con la cabeza.  —Mamá, siempre le has adorado.  —Arturo, te gusta lo que sea que hacen en la cama y mientras tus tíos hablaban de sus hijos drogándose, abortando o de fiesta yo sabía dónde estabas, con quién. Arturo, necesitas más que sexo o entretenimiento, necesitas amor. —Hizo una seña a mi padre. —Nos vamos, cariño.  No entendía a mi madre y sus pensamientos o sentimientos.  ¿Qué clase de ser quería que terminara a la hija de alguien en navidad?  Les vi despedirse de todos y antes de salir me dieron uno sus abrazos extraños. Habíamos estado intentándolo hasta el cansancio, sin ningún tipo de descanso, íbamos a terapia, asistíamos a clases de cocina junta y estábamos hablando de ir a un sexólogo, no porque no se me parara, sino, porque mi mente continuaba completamente en otros lugares. Al menos podíamos admirarnos el uno al otro y hablar cuando estaba en casa. Recibí un mensaje y vi la fotografía que envió Mariola; estaban sus tres hijos y ella en medio al lado de su hija. Con un mensaje que decía:  > Sí, muy baja de estatura, pero no se veía horrible en aquella foto; se veían sus espectaculares curvas y su radiante sonrisa, en las mañanas temblaba por la sensibilidad que le causaban las fundas blanqueadoras pero tiene la sonrisa más sensual que he visto. Decidí responder con lo básico:  >  >  >  > Estaba por contestar cuando mi novia se acercó por la espalda y besó mi nuca, intenté bloquear el teléfono pero de los nervios solo se cayó, mis cuñados me miraron y alzaron una ceja, Paola tomó el teléfono y me lo acercó, tocó el botón de desbloqueo y miró que tenía clave.  —Estás en problemas...—Dijo Paulina y sus hermanos comenzaron a reír.  —Mi novio no me engañaría en mi casa.  —Jamás, no es como si estuviera en una sesión de sexo telefónico con alguien más en la casa de tus padres. ¿Por quién me toman?  —No es como si tuvieses clave y en tu vida has tenido una. —respondió Sebastián y Paola besó mi mejilla mientras metía mi teléfono en el bolsillo trasero de mi pantalón.  —Te amo y confió en ti. —Musitó cerca de mi oído.  La navidad con la familia de Paola fue bastante divertido, las comidas estaban exquisitas, los juegos, sus hermanos su problemas.  —Te amo.  —¿Te gustó tu regalo? —Está hermoso, abre el tuyo —Dijo emocionada.  Tomé el sobre color amarillo y le quité el moño color azul, saqué lo que había adentro y vi una foto de nosotros en Madrid, y una propuesta con los boletos. Le miré a los ojos y negué con la cabeza.  —Me están vendiendo una galería...  —Soy el director de un hospital, aquí. No me puedo ir, estamos intentando aquí.  —A Emilia no le molestaría que cambiaran —Dijo refiriéndose a mi abuela—Es una oportunidad única. —Hijo te tenemos un regalo —dijo mi suegra y me entregó una caja y vi unos gemelos con la fecha en la que nos hicimos novios Paola y yo, sonreí hacia mi novia y agradecí a mis suegros.  Me quedé a jugar con Pauilina, Roberto y Sebastáin con su novia Lisa, los hermanos de Paola son mejores que la novia que tengo, me quedé jugando cartas hasta la madrugada. —Son unos perdedores, vayan a dormir.  —Sí, es por viejo. —Todos reímos ante la rabia de la menor de los hermanos, no soportaba perder por nada del mundo.  Saqué la billetera y repartí billetes de cien como regalo de navidad. —Me compran algo. —dije y les guiñé un ojo antes de ir por Paola quien miraba por la ventana, con algo de tristeza.  (.......) Por primera vez me pregunté si realmente debía renunciar yo para que nos fuera mejor y comencé a considerarlos, hasta que llegamos a la casa de mis abuelos los cuales tenían una fiesta bastante animada, mi abuela estaba haciendo de las suyas.  —Mi nieto pródigo. —Dijo mi abuela y me abrazó, me di cuenta de que ya llevaba varios tequilas. —Hola novia. —Dijo y Paola le regaló una sonrisa.  Saludamos a todos y nos quedamos ahí a escuchar estupideces, en la mañana temprano cocinamos un gigante desayuno y nos sentamos a la mesa, la última en despertar fue la más borracha del clan, mi abuela se sentaron a conversar con Julie y las dos parecían dispuestas a regar veneno por lo que alejé a Paola antes de recetarle el antídoto a mi novia o a mí. Los dos nos miramos un rato y decidimos darnos un abrazo, Paola se soltó en llanto entre mis brazos y le di un beso antes de limpiar sus mejillas.  —Me siento terrible—Dijo y me mantuve abrazándole.  —Lo resolveremos, te amo.  Me giré para que viera a mi madre comerse un sándwich de treinta centímetros, por lo que Paola comenzó a reír y preguntarse por la dieta y los ejercicios, se rió y caminó hacia mi madre para molestarle.  Aproveché que mi novia desayunaba con mi madre y le instruía para ir con mi abuela al despacho, nos servimos el ron navideño y nos sentamos a conversar, ella siempre con su audacia buscando más información, no paraba de hacer preguntas sobre Paola y yo bastantes indirectas pero profundas.  Le pregunté que tenía en España para mí y me miró sorprendida, de igual manera me dio su discurso, era inevitable:  —Hijo, ¿dejarás tu carrera para descubrir lo que sientes por esa chica?  —Sí. Bueno no. Yo...  —Amé muy poco a tu abuelo. —Confesó.  —Y no necesité dejar Italia para saberlo, solo tuve que mirarle a los ojos, besarle unas cuántas veces para convencerme. ¿Sabes cuándo me arrepentí?  —¿Cuándo?  —Cuando le puse los cuernos por primera vez...  —Hay un centro neuroquirúrgico, excelente programa, son seis meses puedes ir, aprender una que otra cosa... e investigar. Si no te sientes convencido puedes volver a Mainvillage a tu puesto o quedarte conmigo en un puesto más bajo.  —Lo tomaré.  Salí de la habitación y quedé en ir a la playa con mis primos, pero decidí ir primero a casa para darle las buenas noticias a mi novia. Aparentemente nos íbamos.  Mientras ella empacaba las cosas de ambos, se sentó en la cama y su rosto no pudo ocultar la preocupación, le di un beso corto sobre los labios y me acomodé entre mis piernas, los dos nos miramos a los ojos y ella esbozó una triste sonrisa.  —Te quiero decir... yo no sé si esa Mariola o no. Mi punto es que leí el mensaje y si nos vamos a quedar le quiero lejos.  —No tienes de qué preocuparte, te he elegido a ti y España.  Comencé a besar su cuello y ella se relajó completamente, le miré a los ojos y estaban cargados de lágrimas, me deshice de ellas y le besé en los labios, sentí cuando envolvió piernas detrás de mi cintura y me dediqué a acariciar los costados de sus cuerpo antes de encontrar el borde de su blusa y acariciar la textura de su piel nuevamente, mis yemas hicieron contacto con aquella delicada y suave piel, le miré a los ojos y ella me miró con cierta calidez y con vehemencia se deshizo de mi camiseta.  La playa había dejado de importaros, nos teníamos el uno al otro, nuestros labios, cuerpos, nuestra mente, estábamos entregados el uno al otro en cuerpo, mente y alma, le acaricié como hace mucho no hacía y lo disfruté, disfruté de hacer el amor con Paola por no estaba pensando en hacer lo con nadie más o si ella pensaba en su amante, sabía que la mujer que disfrutaba de casada uno de mis movimientos estaba completamente seguro de que le había perdonado, le amaba y estaba de su lado. 
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