Las horas de viaje fueron agotantes. En momentos así solo quiero darme una ducha y dormir de largo sin que nadie me fastidiara, sin embargo, era seguro que Joseph estaba esperando mi llamada. Con mucha pereza y después de haber llegado a mi hotel, saqué el celular para llamarlo, espere dos veces hasta que en el tercer intento respondió, se le oía muy nervioso.
—¿Por qué no contestabas? Pensaba hacerlo más tarde, ¿o estás ocupado?
—No, no es nada de eso… ¡Ay princesa! Creo que ahora sí me metí las cuatro patas.
—No entiendo, ¿pasó algo en el trabajo?
—No es eso, pero temo que te pueda alterar. Yo y mi bocota no medimos nuestras acciones.
—A ver Joseph. Explícate porque no entiendo absolutamente nada.
—Es que te vas a enojar, si la última vez no lo hiciste, ahora vas a querer colgarme.
