—Bienvenida a casa señora —era el saludo de la empleada al recibirme con las maletas en la entrada. Se sentía extraño que me llamaron señora, pero eso era correcto, ahora era la esposa de Julián, sin embargo, no siento tanta emoción como la que imaginé antes de mi boda. —Veo que ya volvieron. Mi tía se acercó al vernos entrar, con su gran curiosidad levantó su ceja estudiándonos de pie a cabeza —Creí que demorarían, son una pareja recién casada, pensé que querrían más tiempo para ustedes a solas, sin embargo, veo que fue una luna de miel bastante aburrida. —Señora con todo respeto. Ahora somos familia, así que trataré de no ser grosero con usted. —Julián —sabiendo de su disparatada lengua, intenté contenerlo, él me sonrío pasando sus dedos bajo mi mentón. —Tranquila nenita, solo ser