Algunos minutos pasaron para que llegara la policía y con ellos una ambulancia, que trasladó al sujeto. Yo aún estaba confundida por todo. Maddox estaba a un lado con el oficial, explicando la situación, mientras de mis labios aún no salían ni una sola palabra. Ver la frialdad con la que Maddox casi mata a ese hombre, me dejó en shock. —Deberá acompañarnos para dar su manifestación —dijo el policía. —Yo…yo. —Ella aún está asustada —Maddox se entrometió—. Si ustedes la llevan, etrará en pánico. —¿Y usted qué es de la señorita? —Soy su esposo, por supuesto —dijo con total naturalidad—. Y como lo ven, ella necesita de mi compañía. Mi deber es proteger su integridad. ¿Qué? ¿He escuchado bien o estoy alucinando palabras? Pensando detenidamente, el oficial asintió. —De acuerdo, pero al