Esperé con ansias a que este día terminará. Habían sido suficientes emociones para mi corazón. Ya en mi habitación, me fui cambiando para dormir. Tenía puesto el camisón largo, ahora solo me quedaba desenredar mi cabello. Me senté frente al tocador y fui pasando el cepillo por mi melena blanca, mientras pensaba en mi hermano. Tal parece que Julián nunca me perdonaría el hecho de que mi nacimiento provocara la muerte de nuestra madre. En ese entonces él tenía siete años, una edad donde solo buscaba el amor maternal. La relación de él y nuestro padre no era la mejor, y tras algunos años de que nuestro progenitor se volviera a casar, Julián tomó sus cosas y se marchó de casa. Exactamente un año antes de que todo se derrumbara. La vida de mi hermano era la calle y vivir entre fiestas, al