Capítulo 7
Decepciones
Narra Christopher Davis.
—¡Detente! ¿No ves que esto es una locura?—. Expreso preocupado de que ella terminé estampada en la carretera. Sus ojos están rojos dándome a entender que estuvo llorando, jalo su brazo a mi cuerpo y aunque se resiste, termina aceptando y baja de la motocicleta. Le ayudo a sacarla de ahí para poder ir a un lugar donde pueda estar más tranquila y si es posible también que pueda explicarme su arranque de locura.
Nos alejamos de todos y la observo enojada, sin embargo, no me interesa puesto que casi termina cometiendo una locura.
—¿Me dirás qué rayos hacías en esa carrera? ¿Sabes que esos son los más peligrosos de aquí? Ellos harían todo por sacarte del camino... No comprendo por qué hiciste algo así—. La miro esperando una respuesta y ella solo encoge sus hombros.
—No debiste meterte en mis asuntos, eso no te incumbe—. Su mirada es retadora y siento que hay algo más en ella, jamás había visto a una persona mirar con tanto odio y por un momento esa mirada la hace cambiar haciéndola parecer una persona totalmente diferente a la que conocí un día antes.
— Sé que no me incumbe, pero al menos trata de no ser tan inmadura en la vida y aprende a discernir entre las cosas que están bien y las que no lo están—. Respondo señalando su pecho, ella retira mi dedo bruscamente y eso me hace sacar de quicio. Dejo de pensar para rodearla con mis brazos y sostener su barbilla obligando a que me pueda mirar a los ojos.
—¡Sueltame, sueltame!...Idiota—. Se sacude con fuerza intentando hacer que la suelte, pero sigo apretando para que no pueda escapar de la prisión en mis brazos, sé que algo le sucede y si está actualizando de esta manera necesita alguien a su lado, no tengo idea de lo que le sucede, pero haré todo para que comprenda. No está sola.
—¡Ya deja de luchar!—. Exclamo con fuerza y ella se queda quieta, no me ve al rostro y vuelvo a sostener su barbilla para alzarlo.
—Ya déjame por favor...—. Expresa en medio de un hilo de voz quebrada por completo.
— Sé que para ti soy un desconocido y no tengo idea lo que te ha sucedido, pero si quieres decir algo te escucharé, si necesitas llorar hazlo. Solo no te guardes el sentimiento que tienes en este momento—. Me observa con sus ojos cristalizados y solo me abraza aferrando su rostro a mi pecho, empieza a llorar y yo solo puedo acariciar su cabeza tratando de consolarla por algo que no tengo la más mínima idea que le haya sucedido.
Durante un buen rato ella se desahoga soltando todo eso que tenía contenido dentro de su pecho y poco a poco logra calmarse hasta que su llanto se extingue. Sus brazos me sueltan dejándome una sensación de ausencia, es como si ahora yo necesitara de ella y sentir sus brazos apretando mi cuerpo con tanta fuerza que podría traspasar mi pecho.
Levanta su mirada y se nota triste, pero esa no es una tristeza simple. Es más como algo muy doloroso que al recordarlo la destroza por dentro.
—Lamento esto—. Yo niego con mi cabeza dándole a comprender que no debe pedir disculpas.
—No es necesario, sea lo que estés pasando yo lo siento mucho y quisiera poder hacer algo...—. Ella mueve su cabeza en forma negativa respondiendo.
—No hay nada que puedas hacer—. Se aleja de mi yendo en dirección a su moto y aunque yo trato de seguirla, ella hace ademán para que no lo haga. La observo marcharse y lo único que pude hacer por ella fue ser un hombro para sus lágrimas, solo espero que pueda estar mejor mañana.
Yo decido que después de esto es mejor regresar a casa, ya que no tengo ánimos de correr.
En el camino se regreso empiezo a pensar que no puede existir algo normal en mi vida, todo lo que veo es poco usual, como mi madre y las chicas que me presenta como posibles candidatas a esposa, no me interesa ninguna de ella, pero cuando conozco una chica que realmente me interesa, ella tiene una forma diferente se ser a todas las que he conocido.
Ahora me la paso pensando en ella cada minuto del día, es como si se hubiera metido en mi cabeza para no salir jamás. Eso es algo con lo que no estoy acostumbrado a lidiar porque sin sonar pretencioso, siempre son las chicas que están detrás de mí. Creo que es karma de todo este tiempo donde siempre las rechazaba sin darles una oportunidad para conocerlas.
Creo que ahora debo soportar la idea de que una mujer como catrina me gusta, y ella es la más difícil que había visto. Pero son esas las cosas que la hacen irresistible, es como psicología inversa. Ella trabaja de esa manera en mi cabeza, es algo que no puedo tener por lo tanto se me hace más provocativo.
Mientras conduzco mi moto y por fin llego a casa, entro por la parte de atrás para no ser visto. Me acerco a la puerta del área de servicio y al tocar la perilla escucho sonidos extraños, entro de inmediato y al observar la escena me quedo sin palabras.
Ella me mira con sus ojos abiertos de par en par y él sin saber que hacer su única reacción es subirse los pantalones para huir como cobarde, yo la sigo mirando atónito sin saber que palabras decirle al respecto. Trata de acercarse a mi para explicar algo que ya está más que claro.
—Cariño, por favor hablamos—. Ella avanza a mi y yo solo tenso mis músculos sintiendo como la ira desea salir de mi cuerpo. Aprieto la mandíbula y los puños mirándola con tanto odio que es inexplicable para mí lo que estoy sintiendo en estos momentos.
— Aléjate de mí, eres una zorra—. Ella intenta levantar su mano para darme una bofetada como si estuviera ofendida, pero yo le sostengo su mano para evitar el contacto. Queda boquiabierta y en medio de un tartamudeo expresa.
—Chrisropher, soy tu madre—. Aún sosteniendo su mano acerco mi rostro al suyo respondiendo en un tono bajo.
—Tu ya no eres mi madre, solo eres una zorra que engaña a mi padre—. La suelto para marcharme avanzando por el pasillo para luego llegar a la cocina, escucho como mamá viene detrás de mi tratando de hablar, pero ya todo se ha ido al carajo. Ella terminó destrozando el poco respeto que yo le podía tener.
—¡Christopher, detente!—. Súplica ella, pero sigo ignorandola. En ese momento aparece papá y me hace detenerme con un regaño.
—Christopher, hijo ¿No ves que tu madre te está llamando?—. Me doy media vuelta para observarla, ella se queda paralizada esperando mi respuesta. Aunque deseo decirle la verdad a mí padre, no quiero hacerle pasar por algo así. Por lo tanto me hago el sorprendido.
—¡Oh, lo siento! es que estaba distraído papá—. Me acerco a mamá fingiendo prestarle atención, ella me rodea con sus brazos dejando un beso en mi mejilla, yo tenso mi cuerpo para que ella pueda sentir mi desprecio y con la voz triste solo dice buenas noches.
—Buenas noches, mamá y papá iré a descansar—. Antes de marcharme papá me pide hablar un momento en la sala. Camino detrás de él y al sentarme en el sofá observo su rostro que parece animado.
«Si supieras la verdad no estarías tan feliz»
—Hijo, mañana serán las votaciones para el cenado y sé que tú ganarás—. Esbozo una sonrisa triste y papá me da unos golpecitos en el hombro para darme ánimo. — ¡Vamos hijo! debes estar feliz, ya mañana serás cenador—. Suelto un suspiro melancólico respondiendo.
—No es un hecho todavía, no sabemos si voy a ganar—. Aprieta mi hombro sonriendo.
— Vas a ganar, y verás que sí—. Con esas palabras me termino despidiendo de papá para ir a la cama, hoy ha sido un día que deseo olvidar. Ahora tengo que guardar un secreto de mi madre para tratar de que mi padre no termine enloqueciendo y matando a ese hombre. La verdad no lo había visto antes y me parece extraño que mamá tenga este secreto por quizás cuanto tiempo y yo no me haya enterado.
Seguramente ha sido cuidadosa, pero está vez no lo fue tanto y terminé siendo yo el que descubrió su asqueroso secreto. Solo espero que papá no pueda saber esto, de otra manera todo será un caos.
Al entrar a mi habitación cierro la puerta detrás de mí, camino a la cama para lanzarme de cara. Suelto un resoplido a la almohada y luego me giro para revisar mi teléfono. Me doy cuenta de que hay algunas llamadas sin atender que pertenecen al número de catrina, también se encuentra un mensaje y decidí abrirlo para saber que ocurre.
"Hola, solo quiero agradecer por lo de hace rato. Lamento haberme comportado de esa manera, espero me disculpes y para recomendarte quiero invitarte a almorzar mañana, espero puedas aceptar"
Cada palabra es como si me dieran la mejor de las noticias, decido responder de inmediato para hacerle saber que estaré encantado de aceptar su invitación.
"No tienes por qué disculparte, estoy feliz de que estés mejor. Espero todo se haya resuelto, y por supuesto que estaré encantado de ir a almorzar contigo. Nos veremos mañana chica rebelde."
Termino el mensaje con esa frase, porque siento que es una manera de romper el hielo y ya me estoy acostumbrando a llamarle de esa manera, la verdad siento que ella es para mí como una terapia en la cual me hace olvidarlo todo.
Ahora había una buena razón para ir mañana al congreso, y esa razón se llama catrina. No veo el momento de verla para pasar el tiempo solo mirando sua hermosos ojos grises.