Capítulo 6
Dolor y odio
Narra Catrina Benavides Walker.
Tuve que marcharme sé ese lugar, nunca en mi vida había estado en esta situación con un hombre. Y justo ahora me sucede con Christopher, es como si hubiera hecho algo muy malo y el karma me lo estuviera devolviendo.
Mi corazón sigue latiendo con fuerza a pesar de que ya estoy lo suficientemente lejos de él comí para sentirme nerviosa. Pero ese no es el caso, lo que me hace sentir nerviosa es que no hice absolutamente nada por oponerme a esa situación, es como si yo deseara que él hiciera algo más...
—¡Oh, carajos!—. Exclamo frenando de golpe para no pasarme la luz roja, respiro profundo y trato de relajarme para no terminar muerta por culpa de mi estupidez. Espero que el semáforo cambie de color y al marcar la luz verde avanzo rápido para llegar a casa cuanto antes. Necesito encerrarme en mi habitación para olvidarme de todo por hoy.
En momentos así desearía tener una amiga, la única persona con quién puedo hablar es Leonard y pese a lo que sucedió ayer, no me siento cómoda hablando de mi situación en estos momentos. Recuerdo lo incómodo que fue cuando trató de explicarme sobre educación s****l.
Pasé una semana tratando de evadirlo para no tener que mirarlo al rostro, me sentía apenada respecto a ese tema. Por eso no quiero volver a ese momento, ya haberlo encontrado teniendo sexo con...
«¡Diablos! Siempre olvido su nombre»
La verdad no importa mucho, ella siempre va y viene. No es que sea algo muy formal como para tener que aprenderme su nombre, supongo que Leonard me dirá en el momento que decida traerla a vivir a casa.
Sigo conduciendo hasta por fin llegar a casa, estaciono mi moto bajando para ir a la puerta, sin embargo, algo llama mi atención. Escucho a Leonard hablando por teléfono en dirección al patio y decido ir a investigar, camino sin hacer ruido, ya que me ha despertado la curiosidad. Me escondo detrás de la pared que divide el patio del garaje y como no comprendo de que está hablando, decido irme. No obstante antes de hacerlo lo escucho mencionar mi nombre.
Me da más curiosidad, así que presto más atención a lo que está por decir.
—No, de ninguna manera puedo decirle a Caty lo de sus padres. Ella ha crecido como una chica normal y eso es lo que hubiera querido su padre—. Levanto una ceja confundida porque no comprendo a qué se refiere y decido salir de mi escondite para preguntar, ya que ha mencionado a mis padres esto debe ser muy importante.
—¿Qué no puedes contarme Leonard?—. Se gira sobresaltado y cuelga la llamada mirándome con sus ojos muy amplios sin saber qué responder. Tartamudea un poco hasta que por fin le salen las palabras.
—Caty, yo... ¿Qué haces aquí? Pensé que estarías en el congreso—. Me cruzo de brazos y con mi rostro serio vuelvo a preguntar.
—Te hice una pregunta Leonard, ¿vas a decirme a qué te refieres?—. Lo observo tragar saliva y en todo el tiempo que llevo conociéndolo como más que mi tío, él es mi padre. Obviamente, no de sangre, pero si de crianza y lo conozco lo suficiente para saber que está más que nervioso.
—Caty, no es fácil de discutir esto. De verdad es algo de lo que no quieres enterarte y por eso no puedo decírtelo—. Leonard sabe que de todas las cosas que más puedo odiar en este mundo son los secretos, yo jamás le oculté mi deseo por ir a carrera de motociclistas y siempre le he contado todo de mi vida. Siempre he creído que la base de cualquier cosa es la confianza y si no existe eso ¿de qué sirve los lazos tan importantes que hemos formado todos estos años?
—Leonard, sabes que odio los secretos, así que por favor dime qué sucede—. Se queda mirándome sin decir nada y luego mueve sus labios para responder.
Muchas personas dicen que la curiosidad mató al gato, en este caso mi curiosidad traerá consecuencias y desde el momento que sepa lo que realmente Leonard tiene para contarme, ya no seré la misma de antes. Algo tan frágil como la inocencia es fácil de romper, es como un cristal fino que a la más mínima caída se quiebra en miles de pedazos y luego es imposible de reparar.
—Necesito que hablemos dentro de la casa—. Expresa seriamente, yo lo sigo pensando que ese secreto es más relevante de lo que pensaba.
Entramos y señala en dirección a la sala, yo tomo asiento en el sofá y él se sienta a mi lado. Sigo esperando que se disponga a contarme ese secreto y empiezo a perder la paciencia.
—No supuse que este día llegaría—. Dice en un murmullo, pero no mirándome a mí, es como si estuviera diciéndolo así mismo. Yo arqueo mi ceja y él me observa.
—Catrina, esto no es un secreto fácil de guardar y muchas veces me vi tentado a contarte, sin embargo, me contuve para no lastimarte y que debas cargar con este odio que yo he tenido que cargar por muchos años.
—¿A qué te refieres Leonard? Me estás asustando...
—Lo sé y luego de esto me temo que voy a perderte, te vas a sumergir en un hoyo de odio de dónde no podré sacarte—. Arrugo el entrecejo.
—No lo creo, ¿por qué debería odiar a alguien?—. Toma mis manos y me mira a los ojos.
—Mi querida hija, te llamo así porque tú has sido esa hija que nunca tuve y por eso tengo miedo de perderte—. Sonrío y toco su mejilla con mi mano derecha.
—No seas tonto leo, no me vas a perder—. Esboza una sonrisa triste y niega con su cabeza.
— Después de esto me temo que sí—. Suelta un pequeño suspiro para sostener mis mejillas. —Mi querida hija, el accidente de tus padres no fue un accidente... Ellos...—. Hace una pausa mientras su voz se quiebra, yo lo miro confundida y a la vez con curiosidad por lo que está diciendo.
—¿Qué quieres decir Leonard? No comprendo, siempre dijiste que fue un accidente.
—Lo hice para protegerte, pero la verdad es que fue algo intencional y fueron personas muy malvadas las que le hicieron eso—. Retrocedo bruscamente quitando sus manos de mi rostro, llevo las mías a mi boca respirando agitada y sintiendo como lágrimas de amargura brotan por mis ojos recorriendo mis mejillas.
—Eso puede ser... Eso no es cierto... Por favor Leonard, dime qué eso no es cierto—. Expreso con voz de súplica para que me diga que solo es u a broma de mal gusto y volver a la normalidad.
—Lo lamento mucho cariño, pero estoy diciendo una verdad que he guardado por años, y aún queda más.
—¡¿Más?! Por favor acabas de contarme que mis padres fueron asesinados ¿Qué otro secreto me has ocultado?—. Baja su cabeza por un momento y puedo notar como pequeñas gotas de agua caen a su regazo.
—Los asesinos de tus padres son tus abuelos—. Abro mis ojos de par en par y quedó estupefacta.
—¡¿Qué?!
—Ellos prohibieron el romance de tus padres sobre todo la familia Benavides que son tus abuelos paternos, Joshua Benavides es el verdadero culpable de que tú seas huérfana. Él por su odio decidió envíar a que pusieran una bomba en la camioneta, y tus padres fallecieron.
Sus palabras son como una cubeta de agua fría para mi cabeza, no sé qué decir y tampoco que pensar. Todo esto me ha dejado sin palabras, mi única reacción es levantarme del sofá y salir de inmediato a fuera para subirme a mi motocicleta huyendo de ese lugar a toda velocidad.
Leonard me sigue tratando de detenerme y se para delante de la motocicleta para evitar que me vaya.
—Caty, por favor... Hablemos, sé que no es fácil, pero podemos resolver esto—. Yo miro a sus ojos y por primera vez en toda mi vida lo veo con odio, por primera vez en mi existencia siento odio.
—No hay nada de que hablar, tú me ocultaste la verdad y yo siempre confíe en... ¡Confíe en ti!.
—Lo sé, pero lo hice para protegerte por favor hija.
—¡Ya no me digas así! ¡Que tú no eres mi padre!—. Lo grito molesta, él queda paralizado y se mueve lentamente para quitarse de en medio, salgo disparada para alejarme de esta dolorosa realidad y me dirijo a ese lugar donde siempre libero todo mi estrés.
Al conducir siento como las lágrimas nublan mi visión y de inmediato la velocidad del viento las seca rápidamente haciendo que se sientan frías. Me duele tanto todo esto y no sé cómo voy a recuperarme, solo sé una cosa que alguien tiene que pagar y ese será ese hombre que me destruyó la vida.
«Joshua Benavides»
¿Cómo es posible que tu propia familia te haga tanto daño? Ese hombre tendrá que pagar por haberme quitado a mis padres, y no me importa si tengo que ensuciar mis manos en el proceso.
Llego al punto y observo como las motocicletas compiten al igual que siempre, sin pensarlo avanzo hasta donde están las personas que van a competir y saco dinero de mi bolsillo para entregarle al que cobra las apuestas.
—Quiero correr—. Me mira de pies a cabeza.
—¿Segura?—. Afirmo y él nada más se encoge de hombros.
—Bien, no respondemos por niñas con piernas o brazos rotos y menos si te mueres.
— Estaré bien.
Camino a la línea donde están todas las motos y llevo a Molly para unirme a la carrera, antes de que la carrera empiece coloco mi casco y me concentro en la carretera delante de mí. De pronto siento que alguien me toma por el brazo distrayéndome por un momento, al girar mi rostro puedo notar que es Christopher.
—¡¿Qué demonios haces, te has vuelto loca?!.