En unas horas, el cielo oscuro opaca el hermoso atardecer dejándonos sin luz, pero con una hermosa vista hacia las estrellas. Después de que como y me cambio de ropa (y burlarme de mi padre y Arthur, por haber traído unas miserables ramas), ahora nos encontramos todos alrededor de una fogata, disfrutando del paisaje. Ahora que lo pienso, nunca he salido así hacia alguna parte, siempre que salgo es con mis amigas o con mi padre, pero a ellos no les gusta lo campestre ni nada de eso, prefieren la comodidad y la civilización. No los culpo, cada quien tiene sus gustos, pero a diferencia de ellos, a mí me encanta poder salir y despejarme por unos días de la ciudad y aunque estoy aquí con los señores Sanford, los míos y mi mismísima pesadilla, no puedo evitar tener un sentimiento como de paz.