||AMON||
Me había levantado gracias a los molestos rayos del sol, que aterrizaban directo en mi rostro... cómo todas las mañana mi mente vagaba algo realmente común en mí.
Después de aquel alocado fin de semana con algunos allegados, me merecía dormí un poco más.
—Buenos días— La voz de mi hermano me hizo girar de inmediato; ¿cómo rayos había entrado?; Molesta lo mire.
—¡¿Qué haces aquí?!— exaltada murmuré parándome de la cama bruscamente sin ningún toque de delicadeza.
—Disculpa hermana, pero tengo algo importante que pedirte— insistió, negué hecha un lío; Dante era caracterizado por ser libre, había retado a papá al tatuarse casi todo el cuerpo.
Si no fuera por esa cabellera peculiar podría no reconocerlo y confundirlo con un mal viviente.
—¿Qué quieres Dante?— pregunté viéndolo a los ojos, buscado el significado de aquel comportamiento sospechoso; ¿hermana? Solo en eventos me llamaba de esa manera.
—Hermana no quiero nada solo...— afirmó sin mirarme para recorrer toda la pieza ordenada.
—Correcto, ¿Qué es lo importante que quieras decirme?— finalmente pregunté.
—Hay una fiesta el día de hoy— suspiró —y quiero que vayamos juntos— terminó de explicar, era irónico, ya que este no pasaría tiempo conmigo sino conociendo chicas de una noche.
—¿irán Joel y Lina?— pregunté refiriéndome a nuestros amigos, este accedió sin pensarlo. —Entonces cuenta conmigo— informe para tomar mi móvil.
Contento se marchó dejándome sola en aquella habitación, tuve que tomar una ducha; ya que era hora para ir a la jodida cárcel llamada "Colegió".
[...]
—Te levantaste tarde Amon— reprochó el presidente sin quitar la vista de su amado periódico, informándose de cada suceso en la zona o comentarios a su persona.
—Buenos días, señor presidente, tenemos que ser educados— bufé con sarcasmo cosa que llamó su atención, nuestra relación era complicada en cualquier sentido... nuestros comportamientos chocaban cada instante y eso era inevitable las terapias no servían para nada.
—Buenos días Amon— corrigió serio — quítate esa vestimenta, dirán que la hija del presidente es una mujer vulgar— ordenó enojado, unos pantalones holgados con una playera corta cubrían mi cuerpo
—Me siento cómoda vestida así papá, además Dante parece un vendedor de estupefacientes— Reñí para sentarme a tomar el desayuno. —Buenos días, Sofía— saludé al ver a mi hermana aparecer en el comedor.
—Buenos días, familia— respondió esta al dejar un beso en la mejilla del gran presidente y sentarse a su lado.
—Me retiro, tengo unos documentos que firmar... me encantaría quedarme, tengan un buen día hijos— Avisó para levantarse con aquella aura imponente, sus pasos eran serenos y su postura era la de un sabio. Controlando cada movimiento o situación que el país presentará.
Detrás de él hombres vestidos con perfectos trajes fueron visibles sus guardaespaldas, ya que algunos de sus fanáticos no respetaban su distancia.
—papá— lo detuvo Dante.
—¿Si?— preguntó el hombre serio, mi atención fue dirigido a Dante el cual se mantenía entusiasmado.
—Mario Vargas dará una fiesta es una oportunidad perfecta para Amon— habló, anonadada lo mire; Mario.
Aquel nombre me quito el apetito en segundos; El sujeto era veneno para mi ser, pero eso no era lo de menos, lo peor era la obsesión con tener un compromiso conmigo y ser mi "Dueño".
Trague duro al mirar aquella sonrisa de mi padre, estaba perdida, ya que tenía conocimiento que un acuerdo firmado se escondía en la caja fuerte del estudio, aquel acuerdo era una alianza de dos grandes potencias; Los Ferreti y Los Vargas.
—perfecto, Amon mándale saludos de mi parte— con una sonrisa este siguió su camino dejándome boquiabierta.
—¿En serio Dante?, Dios no iré— Advertí levantándome de la mesa, mi hambre se fue junto con mi padre.
—Amon no seas estúpida, no pienses en aquel acuerdo solo disfruta... además lo merecemos— odiaba aquel don que poseía para convencerme sin dudar accedí, lo merecía.
—está bien— murmuré.
—¿Irás Sofía?— preguntó Dante, sin pensarlo giré a ver a la chica; quien no había hablado ni una sola palabra.
—No... Mariana vendrá a una noche de chicas— respondió mi querida Sofía, cada vez creía más y me hacía sentir más orgullosa.
Era tan diferente a nosotros que aveces dudaba si realmente éramos hermanos, borre todos mis pensamientos para sonreírle.
[...]
Al bajar del carro la atención no nos faltaba, era costumbre en el lugar, las personas nos observaban como si tuviéramos sangre azul; dioses.
—Todos somos iguales no entiendo por qué nos ven de esa manera— susurré a Dante con una mueca, era incómodo.
Este sonrió graciosamente para mirar aún lugar fijo, sin importancia dejé de observarlo para buscar a la única persona que me importaba de verdad; Lina Fenty.
—¡Amon te extrañé!— Aquel grito me hizo correr en las escaleras para llegar a la castaña, cuarenta y dos horas nos habían separado y eso para mí había sido una eternidad.
—¡Yo más!— respondí revolviendo su cabello; odiaba eso.
La conocía desde preescolar, nuestra relación iba más haya de ser mejores amigas, éramos hermanas, cómplices.
—Oye no saludas a tu futuro esposo porque conmigo te vas a casar Amon, te lo aseguro— habló Joel su hermano y un buen amigo, negué mirándolo jugar con sus cejas.
—Solo en tus sueños Joel, solo en tus sueños— bromeé para tomar a Lina y caminar por los pasillos.
Ya que pronto llegarían más conocidos de mi hermano los cuales eran detestables.
—He escuchado que ahí un chico nuevo y está aceptable— soltó como toda una diva, gire los ojos sin importancia. En este instituto los alumnos van y vienen cada semestre, no era algo nuevo.
—No es novedad— pronuncié para sonreírle.
Sin más seguí escuchando su anécdota de su resaca, había sido horrenda según ella, sin darnos cuenta habíamos llegado al aula llena de personas las cuales habíamos soportado dos años y aún no acababa ese martirio.
—Tengo que conocer a ese tipo nuevo— recordó Lina mientras se sentaba a mi lado, accedí. —Es él— señaló Lina a un tipo más que tatuado, tenía una mirada no tan feliz que digamos: esté se mantenía serio mientras mira un punto fijo sin importancia.
—si, no es para tanto Lina— hablé dejando de ver al tipo con mala pinta, había chicos mejores que él.
Pude oler la fragancia de Mario, eso significaba solo una cosa y no muy buena... camine a la puerta intentando salir del aula, pero su cuerpo golpeó con el mío.
—¿Estás bien?— accedí —vengo a invitarte personalmente para esta noche— hablo en voz alta llamando la atención de todos los alumnos, sonreí.
—uh— pronuncié separándome de él por completo —gracias— agradecí al darme la vuelta, aún o podía verlo a la cara después de nuestro último encuentro.—Nos vemos— hablé esperando verlo desaparecer del lugar.
—No te molesto más— no respondí, solo me di la vuelta para mirar a Lina sorprendida con aquella escena.
—Dios como lo odio— conté a ella ignorando a todos los tipos que me miran, Lina solo empezó a reír.
Me sentía realmente incómoda a su lado, saber que quiere una vida conmigo era algo turbio, ya que el amor no se busca, ni compra... solo llega.
Las clases empezaron después de diez minutos y parecían no terminar. Hasta que el timbre del receso se escuchó. Lina había salió antes; porque según ella aún tenía resaca.
—¿Así que tú eres Amon Ferreti?.— Giré para ver al responsable de aquella voz.... el sujeto nuevo.
Deje de ver al chico para recorrer el aula velozmente: vacío.
Al parecer era el típico niño con dinero quien se creía superior por ser diferente al resto, sus pintas no le ayudaban mucho.
—¿investigaste sobre mí supongo?— pregunté para seguir levantando mis cosas, aquello lo había dicho en forma sarcástica.
—Claro que no, tan solo en verte y ver como observas a los demás, pude asumir que eras la famosa hija del presidente—
||AMON||
—Eres la típica... malcriada— abrí los ojos; con sorpresa, nadie había sido descortés conmigo en años, acaso era un sueño.
En verdad me había llamado de esa forma, mi indignación era más grande que mi ser; no me conocía y estaba juzgándome era lo peor que me podían hacer.
—¿Quién rayos eres?— hablé ocultando la desconfianza que esté me brindaba, recorrí su rostro intentando recordarlo.
Su apariencia era mucho peor que la de Dante; el chico era todo un gánster, tal vez lo era.
—Solo eres alguien inmadura— musito acercándose a mí y acorralándome en la pared, mis piernas temblaron... estaba preparada para arañarle la cara con aquellas uñas nuevas de acrílico.
—Suéltame— pedí sin mostrar el miedo que por dentro me consumía, esto tenía que ser una jodida broma de mal gusto.
—Te estaré vigilando— pronunció para después unir mis labios con los suyos, a lo cual yo no respondí; Tabaco.
Me separe de él asqueada, busque su mirada de inmediato; triunfante con una sonrisa de lado, era un maldito.
—Cuida tus pasos— se despido saliendo del salón, dejando confundía.
—¡Regresa aquí!— grité furiosa mientras limpiaba mis labios, el chico nunca volteó... carajo.
Después de reponerme de aquella situación fui por Lina a la enfermería para ir a desayunar y contarle aquella locura.
—¿por qué tardaste?— preguntó con un puchero, suspire para dejarme caer en un sillón, la chica mantenía una bolsa de hielos en su vientre; miré el techo antes de contarle.
—Dios... Amon le gustas, yo digo que le hagas caso además te ayudará a olvidar al señor innombrable— contestó mi amiga, al terminar de contarle aquella incómoda situación... gustarle no podía ser posible, solo me había visto una vez en su vida.
Además no necesita usar personas para olvidarle del chico, solo tenía que dejar que las cosa pasaran.
—esto no era una historia de amor con un cliché básico... era mi vida— respondí.
[...]
—¡¡Dios Nana, hoy llego un nuevo chico al colegio!!— gritó Sofía entrado a la casa, salte de mi lugar al escucharla, mire mi trazo en aquella muñeca.
Después de segundos procesé aquella información y solo pude pensar en aquel sujeto de malas pintas, sin más salí en busca de ella y la miré.
—No te acerques a él es alguien enfermo — conté sería, su impresión me tomó por sorpresa, ¿Acaso creía que estaba sola?.
—¿Amon que haces aquí?— preguntó apenada —¿lo conociste?— insistió.
—En primera... vivo aquí y segundo va en mi unidad— expliqué sin mucha importancia regresando al comedor donde mis actividades me tenían presa.
Mire la hora en mi muñeca tenía que subir a mi habitación para aplicarme la mascaría de espinillas y subir una que otra foto a r************* .
—Amon me gustó— confesó Sofía me detuve de inmediato.
—¿Qué?... ¿Cómo puede gustarte alguien que acabas de conocer?— pregunté con sarcasmo.
—No lo sé— balbuceo para recargarse en el comedor, suspire mientras accedía. —Iré a la fiesta de Mario con Mari— aviso Sofía más que emocionada.
Por más que me detestaba aquella amiga suya, era algo sorprendente el saber que iría a esa estúpida fiesta, ignore el hecho que quería con aquel salvaje para abrazarla.
—perfecto— conteste para seguir con lo mío.
[...]
Mire por última vez mi maquillaje perfecto, aunque terminaría todo corrido... había hecho un buen trabajo, después mire mi vestimenta; un vestido color n***o pegado al cuerpo era el responsable de verme radiante... si tan solo él me viera moriría- pensé para sonreír débil.
Deja el labial aún lado, tenía que bajar si quería salir antes que llegará el "Presidente" y escuchar su discurso de como atrapar a Mario.
Después de un corto viaje habíamos llegado a la poderosa residencia Vargas, al bajar del auto cuyo dueño era Dante pude localizar a Lina, lo primero que hice fue tomarme un vaso repleto de alcohol para estar al nivel.
Amon había regresado después de todo...
El ambiente era agradable, nada de vulgaridades, todos se distarían tomándose fotografías mientras bebían y mostraban aquellas botellas caras.
Era una lástima estar rodea de personas como esas de cierto modo, pero que podía hacer al menos con ellos estaba segura y sabía que no me iban a robar mis pertenencias.
El ritmo se apoderó de mí y empecé a bailar como siempre, movía mis cadenas sin ser tan vulgar, pero era imposible, me sentía todo una estrella.
Olvide a todos a mi alrededor perdiendo a Lina, sentir unas manos en mi cintura me hicieron volver a la realidad... con pánico giré encontrándome con un Mario ebrio.
Intenté alejarlo, pero hacía lo contrario, el vaso que derramo la gota fue sus ganas de besarme; mi salvación fue Dante quien llegó a separarnos.
Sin hacer un drama camine al lado de Dante, al llegar a su mesa mire a todos los chicos "Perdidos" aunque ahora sus conversaciones eran iguales a las de mi padre y era entendible Dante salía este año del instituto; Tal vez se pondría a trabajar con mi padre.
Era increíble como sus conversaciones ahora eran sobre obras, proyectos y ya no de autos o mujeres, Dante seguía siento el mismo pero ahora con un toque de mi padre en él.
—Amon él es Deniel Cortez hijo del Senador Luis, ¿Lo recuerdas?— nos presentó Dante, mire al sujeto llevándome una gran sorpresa; el nuevo.
—Claro, Luis era como un papá para nosotros, un gusto Deniel ... Soy Amon— conteste dándole la mano, fingiendo no saber de su existencia y era mejor así, le daría una oportunidad más.
—El gusto es mío, ¿creó que vamos en la misma unidad o algo así?— tomó mi mano y después pregunto.
—¿En serio?, no me di cuenta— respondí sin importancia. —¿bueno y Lina?.— pregunté para terminar aquella presentación, ya que el chico no era de mi agrado.
—Jardín— respondieron.
—iré a buscarla— avise mientras me levantaba de la mesa; la busque en el jardín no estaba ahí, en la cocina tampoco se encontraba, lo último que hice fue regresar al jardín.
La ansiedad se apoderaba de mí al oler aquella sustancia prohibida y tan débil era que estaba ansiosa por obtener un poco de ella.
—¿Quieres?— miré al chico mientras accedía y me sentaba a su lado, los cuatro sujetos me miraban mientras consumían hierba.
—Eres Amon— reconoció uno mientras me regalaba un cigarro, accedí con una sonrisa y vergüenza a la vez.
—La hija del presidente...—
Me odiaba por consumir aquella sustancia, pero era relajante que me perdía en ella, no lo hacía a menudo, pero sí de vez en cuando... cuando me sentía triste o estresada.
—Danilo— dejé mi cuerpo caer en aquel sillón mientras los escuchaba hablar. —¿Podrías pasarme eso?—
—perdón— pronuncié al percatarme que me pedía el encendedor, se lo di mientras todos me observaban.
—Tu padre ayudó al mío hace unos meses— accedí, no me importaba lo que fuera de mi padre tal vez le había robado al pobre hombre de otra manera.
—Grandioso— contenté por compromiso, que más podía hacer.
—En fin, les estaba contando sobre aquella serie... para mi gusto es un poco aburrida— me pare sin pensarlo no terminaría escuchando sobre aquella aburrida serie.
—Me retiró, un gusto haberlos conocido y gracias por el cigarro— me despedí para seguir caminando en aquella propiedad que parecía no acabar. La música cada vez sonaba más bajo; lejana y el frío de la noche era propiedad de un escalofrío en mi cuerpo.
—Maldición— Exclamé al sentir como alguien tomaba mi hombro, mire al mismo sujeto que ahora sabia que se llamaba Deniel; este se mantenía serio examinándome de pies a cabeza. —eres tú—
—Vaya— dijo mientras me arrebataba aquel cigarro de mis dedos. —Hierba— habló riendo sin gracia.
—Por favor te pido que no me molestes, no soy una persona que aguante este tipo de situaciones— Termine de hablar para darme la vuelta; asustada.
—No...— pronuncio con un tono frío para jalarme hacia él —odio a este tipo de personas— Lo que me falta un psicópata.
—que tengas una bonita noche— explique tratando de separarme de él. —Suéltame— advertir.
—Amon aquí estas, te estoy buscando por todo el lugar— la voz de Sofía fue mi salvación, me trate de soltar de Deniel y este no lucho mucho; dejándome libre.
—Sofía, él es Deniel Cortez hijo del cenador Luis— los presente y me aleje de Deniel, mientras tiraba aquel cigarro.
—Un gusto soy Sofía Ferreti— contesto mi hermana coqueta eso causo que mi boca se abriera ligeramente solo tenía dieciséis años y el tipo más de veinticuatro.
—Deniel — respondió el chico tatuado dándole la mano.
—Bueno, los dejó para que se conozcan— me despedí y me dirijo de nuevo a la gran casa de Mario... tan infantil había sido aquella situación.