||AMON||
—Te veré más tarde— habló para después limpiarse la boca, negué de inmediato... al parecer él sabía de aquella fiesta en el centro de la ciudad.
—No iré, tengo compromisos— contesté y seguí comiendo, no mentía... tenía que buscar un vestido para mañana o, sino el presidente me mataría.
—Iras...— amenazo molesto, Incrédula lo mire, intente mantenerme sería; por qué se comportaba tan machista.
—No soy como... me voy— advertí molesta y harta de la situación, no teníamos ningún tipo de relación... no lo conocía. —Gracias por el desayuno, me retiro— escupí al pararme y tomar mi bolsa, pude sentir como su mirada me apuñalaba sin piedad.
Lo ignoré sin esperar una respuesta de su parte, camine a la salida más que incómoda, sin antes despedirme de sus padres.
[...]
—Hola— saludé al entrar de nuevo a casa donde mi padre se encontraba más que perdido en aquella TV.
—No fuiste a la escuela— reclamó sin dejar de mirar el noticiero, hablaban de aquel evento que sería una inversión para el país. El recuerdo de mi madre aterrizó de nuevo, tenía que al menos decirle.
—Hoy es tres— conté para apresurar mi paso, se había olvidado de ella y eso nunca se lo iba a perdonar.
—¡Amon!— no me detuve.
—No intentes arreglarlo, es tarde papá—
[...]
Intente mantener mi promesa, pero era imposible, veía a todos bebiendo insistiéndome que lo hiciera también. Busque con la mirada a mi hermano el cual estaba distraído abriendo una nueva botella de licor; Los demás bailaban como si su vida dependiera de ello.
Los chicos que estaban sentados solo se dedicaban a beber sin pláticas a sus alrededores, había sido un error venir.
Segundos después una canción lenta fue colocada, muchas parejas sonrieron al escuchar las primeras notas. Yo era lo contrario, aquella canción fue la gota que derramó el vaso, sin más me paré intento salir del lugar.
Aquella canción tenía un significado para mí; Jason. Después de cinco meses y jurar olvidarlo, todo había regresado con mayor intensidad.
Y era triste porque de los dos... solo yo me sentía así, él amaba su soltería y tener a chicas a sus pies, malditos sentimientos solo arruinaban mi vida.
Recuerdos juntos habían invadido mi cabeza, busque la salida olvidando a mis allegados, los recuerdos me carcomía a cada paso; Aire fresco era lo único que necesitaba.
Lo había conocido gracias a Dante, me enamoré de él por completo, Amaba tener a alguien fuerte a mi lado. Pensamos que íbamos a hacer eternos, pero las clases sociales se interpusieron, salí de aquel club nocturno para suspirar y caminar sin ninguna dirección.
Él se hizo famoso en las carreras, en las habitaciones de las chicas y yo solo quería ser diferente, conocer el amor sincero y la bondad.
Mis recuerdos fueron interrumpidos por un hombre el cual se encontraba frente a mí...
—¿A dónde vas?— preguntó tomando mi brazo causando que parará en seco, estaba enfermo... tal vez había ganado, ya que había asistido.
—¿Disculpa?— pregunté al alzar la mirada y encontrarme con esos ojos negros. —Necesito aire fresco puedes soltarme— respondí mirándolo, su mirada intimidaba a cualquier y yo no era la excepción.
—Iré contigo— no respondí solo seguí con mi camino en aquella acera, me sentía tan vulnerable.
[...]
—¿Qué pasa?— aquella pregunta me hizo girar a verlo, nunca pensé sentarme en una acera a la mitad de la noche menos con alguien como Cortez.
—Pensé que había olvidado mi pasado, pero estaba equivocada— palabras confusas salieron de mis labios y tal vez era por el alcohol, sabía que no debía contarle la situación.
—Claro, ese nunca se olvida... Solo tienes que aprender a vivir con él— parecía saber bastante, volviéndose un misterio ante mis ojos, una corta sonrisa de su parte me hizo bajar la cabeza.
—guardar la compostura... es algo que no va conmigo— susurré al mirar la calle solitaria convirtiendo el ambiente más melancólico para mí. —Como sea, me voy a casa— avise para levantarme de aquel lugar para nada cómodo.
—Porque intentas escapar siempre, me hostigas y huyes al tenerme cerca— negué sarcástica, acaso eso pensaba de mí, crucé mis brazos confundida.
—No lo hago— contradije a verlo levantarse y colocarse frente a mí, al parecer no sabía respetar el espacio de los demás.
—demuéstrame que no lo haces— susurró para ambos con un tono ronco erizando mi piel, puede sentir su aliento caliente mezclado con alcohol y tabaco.
—¿Cómo lo hago?— confundida pregunté mirándolo sería, deseosa de saber su respuesta... había sido demasiado atrevida o vulgar.
—Te voy a besar— pronuncie acercándose peligrosamente, asombrada lo mire por segundos.
Antes de poder reaccionar sus labios se encontraba sobre los míos, pidiendo acceso, la imagen de Jason apareció alejándome de él por completo.
Por inercia sentí un flash tras otro flash, me alejé de inmediato del chico con temor; joder esta en serios problemas.
Mire como personas vestidas de n***o sostenía cámaras mientras se acercaba; petrificada en mis tacones lo miré más que asustada.
—Maldición— espeté nerviosa recogiéndome el cabello.
—Joder — bufó el sujeto intento cubrirme entre sus brazos, al parecer no era nuevo aquello para él... sin más esté me extendió la mano para cruzar la calle; su auto. —cúbrete la cara— ordenó al abrir la puerta bruscamente.
—¡No puedo dejar mi auto!— exclamé buscando mi auto, pude sentir los gritos de aquella persona más cerca... suspiré para entrar frustrada. —Mierda— balbuceé al mirar cómo nos alejábamos de aquella avenida conocida. Había dejado a mi hermano y amigos...
—Guarda silencio— musitó sin dejar de observar el camino, ¿por qué estaba con ese sujeto? y ¿Y qué había sido lo anterior?.
[...]
—Si— contestó el tipo para colocarse su móvil en su hombro sin dejar de manejar, habían pasado tal vez treinta minutos en los cuales ninguno de los dos había dicho una sola palabra. —Pero que mierda Darius, estaré ahí en un segundo— abrí los ojos al escuchar el nombre del rubio.
—Puedes parar el auto— pedí en un susurró, no podía hacer un escándalo..., ya que en unas horas tenía un evento importante.
—Estamos a unos metros, será rápido y después irás a casa— explicó al mirarme, suspire para acceder, mire cómo el sujeto dejaba la carretera para tomar el bosque. Aterrada me abroché mejor el cinturón de seguridad. —No vas a morir Ferreti— se burló con una sonrisa.
—No quiero hablar de muerte— pedí de inmediato, sabía que iba a terminar mal pues tenía un presentimiento.
—bien— escupió el tipo al ver un auto estacionado, pude reconocer al jefe de aquellas carreras quien discutía con dos hombres violentamente.
—Deniel— lo llamé al sentir como el auto se detenía... porque estábamos en una discusión, acaso eso era lo importante, acaso tenía intensiones de salir y ser parte de esa riña.
—No salgas del auto— dijo al acercarse a mí, pegue mi cuerpo en aquella puerta, este sonrió para abrir su guantera y tomar un arma, grite de nuevo mientras imágenes llegaban a mi cabeza. —Es una orden Ferreti— advirtió al abrir la puerta y salir más que imponente.
Mis manos temblaron, nunca había vivido algo parecido, iría a prisión solo en eso podía pensar.
—Deniel— insistió más que sorprendida buscando una explicación razonable, sin más me dedique a ver como el sujeto se acercaba a los hombres, un temblor se apoderó de mi cuerpo, moriría mi cabeza lo gritaba.
Observe a los tipos quienes se golpeaban como si se quisieran matarse a golpes, al captar la presencia del Alemán también lo integraron a su batalla.
—¡ah!— grite de terror al mirar como este sonría mientras se unía a la pelea, ¿Qué decía que hacer? ¿llamar a la policía?, no estaba preparada para vivir algo así.
Busque mi bolso con intensiones de tomar mi móvil, mis manos temblaban del temor pues enfrente tenía a cuatro hombres con intensiones de matarse.
Gritaban en Alemán cosas que no entendía, no sabía que hacer solo pensaba en el arma, mis ojos se abrieron al darme cuenta de que el tipo había sacado su arma a la luz.
—¡Deniel!— grité sin valor de bajar, no podía morir en un lugar como esté, el sonido de un disparo me dejó impactada.
El tatuado estaba apuntado a los sujetos mientras les sonría: los disparos sonaron repetidas veces y mire como los hombres caían al suelo.
Aquello me había dejado petrificada haciendo tirar el móvil en mis pies, la imagen se repetía una y otra vez.
Mis lágrimas salieron, intentaba no creer aquello que había visto... lo había visto matar a dos personas, las náuseas se apoderó de mí, alguien tenía que venir a salvarme de esos sujetos.
Me mataría... lo había visto todo, los asesinos no dejan capos sueltos...
Su mirada se dirigió a mí, sus ojos mostraban un abismo y una satisfacción, busque mi móvil de nuevo.
Darius al igual que él se había percatado de mi presencia, esté buscaba la mirada del tatuado pidiéndole una explicación.
—¡ENCÁRGATE DE ESTO!— ordenó el sujeto repleto de tatuajes para dejarlo atrás y caminar de nuevo a su auto.
Tomé mi móvil con intensiones de pedir ayuda, tal vez me mataría por ser testigo de aquel crimen solo en eso podía pensar, solté sollozos al verlo dar pasos largos.
—¡¿Qué haces?!— preguntó para abrir el auto y arrebatarme aquel móvil dorado, suspiro para mirarlo aterrada. —¿Pensabas hablar con la policía?— preguntó furioso mientras tiraba el arma en la parte de atrás. —No has visto nada— amenazo para colocar sus manos en aquel volante.
—Los mataste— murmuré mientras intentaba limpiar mis lágrimas, un frío se apoderó de mi cuerpo mientras este encendía el auto, tenía que huir y cómo fue abrí la puerta del auto con intensiones de correr y buscar ayuda.
Un agarre hizo que aquel plan solo se quedara en el aire, me jalo fuertemente para volverle a sentar en aquel asiento.
—¡Déjame!— grité intentado soltarme, un gruñido de su parte me dejó sumisa ante él, el tipo cerró mi puerta de golpe. —No ha pasado nada Ferreti, si intentas decirle a alguien lo que sucedió, te hundes también y a tu lado tu espléndida familia... esos tipos lo merecían— cada palabra causaba mareos en mi cuerpo, no podía ser real esto debía de ser un sueño.
—Quiero ir a casa— pedí llorando, quería estar a salvo y a su lado no lo estaba, no quería ser cómplice ni fugitiva.
—Claro— murmuró para volver mirar el camino, sus puños estaban rojos y su cara un poco herida, pero no mire arrepentido en ningún momento, abracé mi cuerpo intentando buscar alternativas.
Como se encontraba sereno después de haber matado a dos sujetos sin piedad, Darius era un delincuente al igual que él.
La tranquilidad me invadió al ingresar a la residencia, el auto paro y no dudé ni un segundo en bajarme de golpe para tomar aire fresco.
—Ahora sabes de lo que soy capaz, quien los mató fui yo... no tú, así que quita esa cara y entra a fingir como siempre— hablo deteniendo mi camino, giré a verlo por última vez.
—Descansa Cortez— murmuré para ingresar de inmediato aquella residencia, mi fortaleza, ignore a todos los sujetos que cuidaban la entrada.
Solo quería tomar un baño frío y dormir, al estar frente a la puerta principal limpié mis lágrimas y tomé una gran bocanada de aire.
Introduje la llave de brisa encontrándome con el cuerpo de mi hermano tirando en aquella alfombra griega.
—Dante— me acerqué a mi hermano intentar levantarlo y llevarlo a su habitación, estaba más que intoxicado. —Dante vamos a descansar— pedí mientras tomaba su rostro, sus labios morados me indicaban que se trabaja de algo más grave.
—Dante— lo moví frenéticamente, su cuerpo aún estaba caliente. —Dante Ferreti basta de bromas— ordené; inconsciente, él estaba inconsciente.
—¡Papá! ¡nana!— grité de golpe para abrazar a mi hermano mejor, la noche aún no parecía terminar para mí.
Mis lágrimas cayeron con terror a perderlo, los pasos apresurarnos me indicaron que mi padre había llegado
—¿Qué sucedió?— preguntó alteró al verme abrazar a Dante.
—Lo encontré así, debemos llamar a una ambulancia— pedí al ver como mi padre tomaba sus signos vitales.
—¡No!— ordenó duró sin mirarme. —Nana, llama a los de seguridad— ordenó a la mujer de mayor edad quien corrió al jardín. —Alex— esta vez fue a su asistente.
Mire a todos las personas que se encontraban alrededor nuestro, sus asistentes y Sofía quien había llegado a mi lado llorando desconsoladamente.
—Alex llama al doctor de la familia, y ustedes lleven a mi hijo a su habitación... no podemos tener un escándalo a horas de un evento— explicó el presidente.
—papá— pronuncié.
—Amon todo va a estar bien, nada tiene que salir de aquí... dejen de llorar nadie ha muerto— abrace a Sofía al ver como tipos tomaban el cuerpo de Dante.
Lloraba, ahora no solo había visto la muerte de los sujetos y guardar ese secreto, sino también tenía que guardar el de Dante.
Podría morir y a mi padre eso no le importaba, mire como seguía ordenando cada tarea que debían cumplir todos.
Y así comenzaba el primer secreto de los Ferreti... y en especial el primer secreto de la hija del presidente junto a aquel hombre tatuado.