Nayla y yo estamos sentados frente a frente y a pesar del exquisito plato de comida que hay frente a nosotros, yo no puedo dejar de darle vueltas a lo que me ha dicho hace un momento. Dejo los cubiertos sobre la mesa, y la miro a la cara. Ella sonríe tímidamente y respira hondo. —Dime en lo que estás pensando por favor. Lo siento si he sido muy atrevida, pero estoy desesperada —comenta avergonzada. —No estoy pensando mal de ti, solo me estoy preguntando porque crees que tu plan funcionara conmigo, es decir, no soy musulmán, no creo que me acepten —menciono. —¿Eso quiere decir que estás dispuesto a ayudarme? —me cuestiona preocupada. —Solo dime porque yo, ¿Qué te hace creer que funcionara? —insisto. Ella agacha su mirada y mueve la comida con su tenedor de un lado a otro. —Eres mi úni