Horas más tarde
Salgo del área de esterilización, y miro la hora en mi celular dándome cuenta así que ya es de noche. No era mi intención terminar tan tarde mi día, pero la cirugía de emergencia ha cambiado todos mis planes. Cruzo las puertas que llevan a los pasillos del hospital, y allí la veo a ella apoyada contra la pared —Lo siento Nayla, se me hizo tarde, pero ya nos podemos ir— anuncio y me mira.
—Debería ir al hotel por mis cosas— me cuenta.
—¿Quieres que te acompañe y te ayude?— le ofrezco, pero niega.
—Es mejor que vaya sola, no quedaría bien si llego contigo, ¿entiendes? ¿Por qué mejor no me das la dirección de tu casa y llego allí?— sugiere y asiento.
—Si, como quieras, ¿te paso la dirección por mensaje?— inquiero.
—Eso estaría bien— menciona y sonrió.
—Ya mismo te la paso—
—Nos vemos allí entonces— concluye y sé que en el fondo todo esto la incómoda un poco, pero sinceramente solo quiero ayudarla, nada más que eso.
—Nos vemos— respondo y sin muchos más rodeos, emprendo mi camino a la salida del hospital.
[…]
Aprovechando que Nayla aún no ha llegado, termino de preparar el cuarto de visitas dejando sobre la cama todo lo que ella pueda llegar a necesitar, toallas, sabanas extras, mantas, almohadas, y cosas así —Hijo, ¿de verdad que todo va bien?— me pregunta mi madre del otro lado de la línea mientras que hago todas estas cosas.
—Si mamá, no te preocupes, esto ya no es como cuando estaba en Siria— le explico una vez más.
—Maël, si tu quisieras podrías incluso tener tu propia clínica— reitera como me lo ha dicho años atrás.
—Sabes que no quiero eso ma, me siento bien aquí, siento que realmente estoy haciendo algo bueno por este mundo que cada día se vuelve más complicado— menciono.
—Mi chico de noble corazón— dice haciéndome sonreír cuando de pronto escucho el sonido del timbre.
—Mamá, debo dejarte, dale saludos a mis hermanos cuando hables con ellos— le pido.
—Por supuesto hijo, cuídate—
—Tú también ma— digo despidiéndome de ella y termino la llamada para luego guardar mi celular en el bolsillo del pantalón y salir de la habitación. Inmediatamente voy hacia la entrada y abro la puerta encontrándome con ella mirándome un poco tímida. —Bienvenida— la saludo y abro un poco más la puerta para dejarla pasar y tomo su maleta.
—No sé cómo agradecerte todo esto— comenta avergonzada.
—Tranquila, si hay algo que aprendimos cuando estábamos en Siria es ayudarnos los unos a los otros, ¿no?— defiendo y cierro la puerta. Al girarme la veo observando la casa y me mira.
—Tienes muy buen gusto, te confieso que esperaba la típica casa de hombre soltero— señala haciéndome reír.
—¿Esperabas laminas de calendarios como los que hay en los talleres mecánicos de las películas?— bromeo.
—No tanto así, pero esperaba pocos muebles, nada de cuadros, y mucho menos una cocina así— explica acercándose a la cocina que se une con el salón gracias al concepto abierto.
—Me gusta cocinar, y hablando de eso, ¿has cenado?— pregunto dejando la maleta a un costado.
—Todavía no—
—Entonces déjame preparar algo mientras que te acomodas, ¿te parece?— ofrezco y niega.
—Maël, si voy a quedarme aquí unos días, déjame ayudarte, o pagarte por la habitación… o no sé, comprar comida—explica haciéndome sonreír.
—Nayla, no necesito nada de todo eso, lo sabes— le recuerdo.
—Pero al menos déjame ayudarte, ¿sí? No me siento cómoda dejando que tú hagas todo— insiste.
—Mira, podrás hacer lo que quieras, pero mañana, esta noche deja que te trate como mi invitada, ¿sí?— negocio y sonríe.
—Está bien, y de verdad gracias por esto, no sé qué haría sin tu ayuda— murmura y me detengo frente a ella.
—Harías lo que quieras, Nayla, eres capaz de mover el mundo si tu quieres, ¿entiendes?— le informo y noto como su mirada se cristaliza.
—Crees más en mí que yo misma— murmura.
—Te conocí en medio de la guerra, ¿Cómo no voy a creer que puedes hacer lo que quieras?— me defiendo y sonríe.
—A veces pienso que era más libre bajo el polvo de todos aquellos edificios cayendo a nuestro alrededor— susurra y sus palabras me alarman.
En un acto sin premeditar de mi parte, la tomo de la mano y la guio hasta el salón —Ven, hablemos— sugiero y hago que nos sentemos en los sofás —¿Por qué dices eso? ¿Por qué dices que eras más libre allí?— presiono.
Nayla agacha su mirada —Es que mis padres están dispuestos a concertar un matrimonio con el hijo de un amigo de ellos, dicen que no puedo decepcionar ni manchar el honor de la familia haciendo cosas como las que creen que hice con Moritz— me cuenta y no puedo creer lo que me dice.
—Pensé que tu familia no era tan tradicional— admito.
—No son extremadamente tradicionales, pero para ellos he manchado el honor de la familia, piensan que… es que como vivía con Moritz— murmura.
Sus palabras me sorprenden un poco, pero no quiero hacer que se sienta incomoda —¿Piensan que tú y él…?— trato de decir, pero no me atrevo a terminar la frase.
—Sé que para ustedes todo eso no tiene sentido, pero para mí cultura son cosas importantes, y piensan que los he decepcionado, ¿entiendes? Por eso tampoco pueden saber que estoy aquí, imagínate lo que pensarían—
—Tranquila, no tienen por qué enterarse de esto, y tampoco creas que no lo entiendo, respeto las otras culturas y sus creencias. En cuanto a lo de casarte por esos motivos, deberías hablar con ellos y tratar de que entiendan. Nayla, eres una cirujana maravillosa, ellos no pueden hacer que hipoteques tu vida de esa manera—
—Yo no quiero hacerlo, pero he roto muchas reglas culturales ya… y a pesar de que creía que ellos eran más abiertos a todas estas situaciones, me he dado cuenta de que han llegado a su límite, tengo 27 años, y de cierta manera ya esperan otras cosas de mí, será difícil que cambien de idea— expone.
—Hagamos una cosa, solo por hoy, deja todo eso a un lado y descansa. Te prometo que te ayudare en lo que pueda, y si es necesario hablare con tus padres, no quiere perderme de tenerte en mi equipo— propongo haciendo que sonría.
—De verdad te lo agradezco— susurra.
—No tienes que agradecer nada, iré a preparar la cena, el cuarto es ese de allí, te dejo para que te acomodes, y si quieres tomar un baño te he dejado todo encima de la cama, el baño está dentro de la habitación— explico dándole espacio para que no se sienta incomoda, y simplemente asiente para luego ir a la habitación mientras que yo no dejo de pensar en cómo su carrera podría verse afectada si su familia comienza a presionarla con esos asuntos.