Aprovechando que Nayla todavía está en su cuarto, termino de poner la mesa y cuando me dispongo a llamarla, escucho el sonido de la puerta abriéndose. —Estaba a punto de llamarte, espero que te gusten los kebab, justo había dejado algunos preparados ayer, solo tuve que cocinarlos —digo y al girarme para verla, sonrió. Nayla lleva puesto un pantalón deportivo holgado y una camiseta sin mangas que se ajusta a su cuerpo. —¿Por qué me miras así? —cuestiona con dudas. —Estoy acostumbrado a verte vestida de otra manera, eso es todo —justifico y sonríe. —Y yo no estoy acostumbrada a verte poniendo la mesa —rebate y observa la cena—. ¿De verdad tú has marinado los kebabs? ¿o los has comprado ya marinados? —indaga. —Todo hecho en casa —digo orgulloso. Nayla sonríe y observa el pilaf. —Va