La sala del cine estaba envuelta en una atmósfera cargada de tensión, solo ellos y una pareja ocupada en la primera fila estaban en la sala, pero sus miradas ardientes lo abarcaban todo. —Voy a hacerte mía justo aquí —pronunció Thomoe en un susurro que hacía temblar a Celeste, mientras su aliento cálido acariciaba su piel. —Podrían vernos —comentó Celeste con voz entrecortada, su pecho subía y bajaba con rapidez por la emoción que le embargaba. —Lo dudo, están muy ocupados —apuntó él, con una sonrisa traviesa que insinuaba sus intenciones lascivas. Celeste vió a la pareja que se entregaba a besos apasionados, y un escalofrío recorrió su espalda, anhelando una conexión igual de intensa. —Solo no grites —le susurró Thomoe al oído, enviando ondas de deseo que encendían el fuego de Celest