—¿Y a dónde ibas? —preguntó Thomoe al ver que él y Celeste se habían quedado solos, con una curiosidad genuina en su voz. —Yo... no lo sé —respondió tímidamente Celeste, agachando la cabeza, mientras jugaba nerviosamente con sus manos. Thomoe la observó con ternura y tomó su mentón suavemente para que lo mirara. —¿No lo sabes? —preguntó Thomoe, perdiéndose en los ojos de Celeste, con una mezcla de confusión y comprensión. Pero Celeste tenía pena de decir que iba a la farmacia, sintiendo un nudo en la garganta. —¡Tete! —pronunció Thomoe, tratando de sacarla de sus pensamientos. —A la farmacia —respondió Celeste al fin, con voz entrecortada por la incomodidad que sentía. —¿Te sientes bien? —le preguntó Thomoe preocupado, notando la tensión en su expresión mientras tomaba sus manos con