Celeste lo miró con una mezcla de frustración y anhelo. —¿A qué te refieres? Todos dicen que tu esposa era una mala mujer, que era un monstruo —insistió, buscando respuestas en los ojos de Thomoe. Thomoe cerró los ojos por un momento, sintiendo el dolor de las palabras de Celeste. —Celeste... —comenzó a decir, pero ella lo interrumpió con urgencia. —No, Thomoe, en serio quiero saber. Por favor, háblame de mí —pidió, con sus ojos buscando los de él con desesperación. Thomoe asintió y se levantó, dirigiéndose hacia un álbum de fotos guardado en una estantería cercana. —Está bien —dijo con calma, recuperando el álbum y volviendo hacia ella. —Tú eras Celeste Morris. Después de que regresé de mi viaje, volví con mi novia de ese tiempo —explicó, abriendo el álbum para mostrarle las página