Capítulo 1
¿Alguno de ustedes recuerdan su primer beso?
Yo si lo recuerdo perfectamente. Un chico inexperto, un beso flojo, una cuantiosa cantidad de baba que te deja mojada toda la cara y las ganas de salir corriendo inmediatamente de ese lugar. Antes de Adam. Mi primer novio, quise probar lo que era besar y les juro que si mi experiencia dependiera de aquel beso, me habría convertido en monja y encerrado tras las cuatro paredes de un monasterio.
¿Qué ya no suele pasarme? Por extraño que les parezca lo revivo al menos 2 veces por mes. Pero les aseguro que si pudiera evitarlo lo haría, pero no puedes determinar cuándo te tocara la bala en el juego de la ruleta rusa, eso sonó como una frase que diría Tokio en la casa de papel.
Acabo de romper con Daniel ¿No se los había contado? Pues él era el novio número… mejor dejémoslo hasta allí. Como les iba contando mi relación con él acababa de terminar, así que Camile mi mejor amiga trataba de buscarme un nuevo novio, como siempre.
No es que me quejara, pero es que mi amiga tenia ciertos gustos, o sea lo de casamentera se le daba fatal, y no soportaba las elecciones que hacía para mí. Esos rubios pijos no eran lo mío, pero ella claramente pensaba que si lo eran.
Todos tenían las mismas características, como si los sacara a todos de una fábrica de muñecos en serie. ¡Joder! era más de lo mismo. Su programa interno estaba hecho para llegar hasta la segunda cita y otros cuantos querían batear de jonrón a la primera oportunidad, todo un espécimen, rubios, ricos y tontos.
Sé que ella lo hacía para mi beneficio, pero lo que ella no entendía era que estaba destinada para otros niveles de socialización. Pertenecía a otra liga. Estaba esperando a la persona indicada y en mi largo recorrido ninguno había atinado en el centro de la diana… carecían de buena puntería. Mi cuerpo deseaba a alguien que pudiera llevar mis niveles sexuales hasta el tope del éxtasis.
Deseaba una relación madura que me diera todo lo que los chicos jóvenes no me habían concedido. Mi cuerpo estaba preparado para más y no pararía hasta que lo consiguiera, así tuviera que recorrer un largo camino besando sapos.
–No te preocupes, te aseguro que este si te gustara –me dice Cami mientras me pongo el vestido de color rosa chicle.
–Lo dudo, ninguno de tus amigos me ha gustado jamás. No creo que ahora las cosas empiecen a cambiar.
–Esta vez será diferente, te lo prometo –ruedo los ojos- este será el chico definitivo –me asegura, aunque puedo jurar que todo resultará igual que las veces anteriores.
Termino de arreglarme mientras la ignoro olímpicamente.
¿Quieren saber cómo resulto la cita?
Pues de que otra manera podía ser. Fue otra noche perdida. Un rubio idiota y engreído que se creía el centro del mundo. Al final de la noche insinuó que fuéramos a divertirnos un rato a su casa, en serio que lo pensé, mi organismo necesitaba un desahogo rápido, pero la verdad es que el tipo no me inspiro absolutamente nada, así que deseché de inmediato la idea. Lo peor vino cuando le comenté que ni muerta me acostaría con él. El muy cabrón me dejo botada… ¿lo pueden creer? esa noche tuve que pagar un taxi y despotricar mil maldiciones con el chofer sobre mi terrible cita. Afortunadamente el hombre se portó de maravillas, y me enseño nuevos insultos que ni tenía idea de que existían. Un punto por ello.
Y seguía en la espera del hombre perfecto.
Trabajaba como recepcionista para una gran empresa de publicidad. Mi trabajo era de lo más aburrido y no era para lo que habia estudiado. Lo único bueno, era que me daba la oportunidad de conocer a muchas personas. Es por ello que la idea del suicidio con una cucharilla siempre terminaba enterrada en lo profundo del baúl de los últimos recursos, siempre llegaba alguien cuando la cuchara estaba a punto de cercenar mis venas.
–Buenos días señorita Davis ¿cómo amanece hoy?- me pregunta amablemente el presidente de la compañía.
–Buen día señor Andreato, muy bien ¿y usted? ¿Y los gemelos como se encuentran? – Sonrío esperando su respuesta.
Mi jefe es un hombre de unos 70 años y de contextura fuerte, y muy activo sexualmente. Se había casado más veces de los que mis dedos de las manos podían contar y tenía tantos hijos que podrías llenar un estadio de futbol solo con ellos. En su último matrimonio concibió a los gemelos, dos criaturas encantadoras, pero que por desgracia –para los bebitos, no para el mundo– perdieron a su madre cuando solo tenían 6 meses de nacidos. A su joven esposa se le descubrió un tumor cerebral. A medida que avanzaba la enfermedad, su salud iba decayendo, hasta que un día su cuerpo no aguantó más y falleció. Ahhh, pero déjenme decirles, que su cuerpo descansa en paz pero el alma de esa zorra debe estar revolcándose en las pailas del infierno, porque esa bruja era la mujer más malvada que existía y Anabelle la muñeca diabólica se quedaba en pañales en comparación, lo siento creo que me altere un poco.
–Ellos están bien, han empezado el preescolar hace poco y están encantadísimos, se divierten mucho con los otros niños- me explicaba y no evite sonreír-. Señorita Davis, hoy viene a visitarme mi hijo mayor, tengo mucho tiempo sin saber de él, así que le agradezco que lo haga pasar de inmediato en cuanto llegue.
–Pierda cuidado señor Andreato, así lo haré. Que tenga un buen día.
La mañana pasó rápidamente, con las habituales llamadas y con decenas de personas entrando y saliendo del piso. A las 12 del mediodía todos se fueron a almorzar y solo yo me quedé, terminando de organizar unos papeles y adelantando trabajo atrasado –aun no tenía hambre- así que le saqué máximo provecho a mi tiempo. El ruido de las puertas del ascensor al abrirse, me distrajo de mí que hacer y me hizo voltear con curiosidad para ver quien había llegado a esa hora. ¡Madre de todos los santos! El hombre más bello y sexy salía de allí. Nunca antes me había referido a un hombre de esa manera, pero es que él estaba de unas buenas tardes que sin dudas se lo merecía. De eso no cabía duda.
Era muy alto, de ojos azul intenso, tanto que hipnotizaban. Su cabello de color castaño oscuro y una piel bronceada a la perfección. Estaba más que obnubilada con aquel espécimen, me parecía totalmente fuera de este mundo. Desde hace mucho tiempo no me había sentido tan maravillada con tan solo ver a una persona. Había algo en el que me atraía con tanto magnetismo, que pude sentir como se bloqueaba todo mi sistema.
–Buenas tardes vengo a ver a el señor Andreato- mis palabras se negaban a salir de mi boca, pero rápidamente recobre el control de mis sentidos ¿estaría bien masturbarse en nombre de éste adonis?
–Buenas tardes señor, ¿me permite su nombre?- Puse toda mi actitud de ejecutiva que nunca antes pretendí tener.
–Ya di mis datos en la entrada del edificio. – el hizo una mueca y comprimió sus labios en una línea fina.
–Lo siento señor… pero no recibí la información. Un descuido imperdonable de nuestra parte. Puede por favor volver a repetir sus datos si no es mucha molestia. – decidió permanecer en sus trece.
–Soy Eryx Andreato… ¿ahora puede por favor indicarme en donde queda la oficina de mi padre? –era un hombre hermosos pero su actitud dejaba mucho que pensar.
¡Maldición! ¿Es el hijo de mi jefe?
Era imposible fantasear con el hijo de tu propio jefe, pertenecíamos a mundos diferentes, pero eso no me impedía desearlo como nunca antes había deseado a hombre alguno. Desde el momento en que lo vi se negaba a salir de mi mente y eso que lo había conocido hace tan solo como 20 segundos.
–Al fondo del pasillo, la puerta que está en medio de él.
No hubo un gesto de agradecimiento, ni una sola señal de que indicara que estaba conforme con mi atención.
Ni siquiera salí a almorzar. Me quede sentada pensando en su belleza natural, porque eso era algo que había notado, quizás tuviera mal carácter pero físicamente era bello y completamente espontaneo, no digo que no hubiera hombres mejores en la vida, pero él me dejo impactada, y lo peor no sé porque. Pero había algo especial en él que me hizo sentir algo diferente y eso despertó toda mi curiosidad.
Estuve a dos segundos de ir al baño y tocarme pensando en el hijo del jefe, pero luego desistí, más por pudor que por falta de ganas, ganas sí que no me faltaban.
–Eh tu Davis, el señor Andreato te llama- me indica una de las asistentes. Me quedo allí intrigada y completamente nerviosa.
– ¿A mí? –levanto una ceja completamente confusa.
–Si, a quien si no más. –me contesta con pedantería.
– ¿Estás segura? ¿Te dijo busca a Alyn Davis? –vuelva a preguntar para estar segura de que no me ha nombrado por equivocación.
–Sí Davis, ve pero yaaaaa. –rueda los ojos con enojo.
Ella sí que estaba estresada –converso conmigo misma– salgo de mi zona de confort y camino nerviosa y pensando lo peor –maldición, ¿se enojaría su hijo conmigo?–. De seguro ya me iban a despedir, con la suerte que me gastaba, en mi acta de despido diría algo como, ´´ despedida por babear por el hijo del jefe´´.
También podía ver mi lapida, “muerta a los 24, soltera, desempleada, y con 20 gatos”
Toco la puerta del despacho y espero unos minutos hasta que me dan la señal para que entre. Al entrar veo a padre e hijo con una sonrisa, y juro que en ese momento mis bragas se empaparon y fueron a dar a mis tobillos, no por mi jefe, eso sería completamente asqueroso y angustiante.
– ¿Sí, me mandaron a llamar?- pregunto con una sonrisa de inocencia, como si nunca hubiese quebrado un plato.
–Si señorita Davis, siéntese por favor. –me indicó con amabilidad.
–Si es por lo de su hijo le juro que no lo hice a propósito –niego con la cabeza–. Pero es que estos ojazos que tengo son tan inquietos que no pude evitar que se fueran en un solo envión y lo repasaran a conciencia. Se lo juro por mi vida. Pero considero que eso no es motivo de despido- digo sin pensar, y mi jefe suelta tal carcajada, mientras que su hijo solo alza una ceja.
–Descuida, pero no era ese el motivo por el que te llamaba. Aun así, gracias por la información- dice cuando termina de burlarse de mí y es entonces cuando quiero que la tierra me trague- Eryx se quedará algunos días en la ciudad y mientras eso pasa ha decidido trabajar conmigo. Así que, necesita una oficina. Por tal razón le asigne la que está frente a ti. También necesito que lo lleves a dar un recorrido por las instalaciones para que se familiarice con ellas.
–Bueno entonces si no hay despido, eso lo puedo hacer sin ningún problema. –le digo soltando el aire que estaba reprimiendo.
Luego de que mi jefe me diera algunas instrucciones más, salí de la oficina seguida por su hijo. No sabía cómo actuar gracias a que podía sentir como él no despegaba la vista de mi trasero ni un solo segundo. Nunca antes me había sentido tan cohibida delante de ningún hombre, estaba muy nerviosa más que nerviosa, y solo este desconocido lo había logrado lo impensable conmigo.
Luego de más de una hora de recorrido lo llevo a los últimos pisos.
–Las áreas más importantes de esta empresa se ubican en los últimos tres pisos del edificio –le explico–. Cada uno está dividido por áreas. A saber, el área de informática, recursos humanos y marketing, como ya lo ha podido comprobar.
Lo llevo de vuelta hasta la oficina que su padre le había asignado. No había sido usada por varios años, ya que la última persona que la usó, fue la sustituta de Anabella.
–Si necesita de algo más no dude en pedirlo- me volteo porque hasta esos momentos estaba dándole la espalda. Me encuentro con su mirada arrebatadora e intensa que me deja patidifusa por un momento.
–Sí, necesito algo- dice de forma sugerente.
–¿Y qué es lo que necesita señor Andreato?
–A ti.
Se acercó a mí en un mili segundo y eso hizo que mi piel comenzara a arder. No pude responder ante tales palabras. De repente, su mano derecha alcanzo mi cuello y comenzó a acariciarlo, mientras que mi mente divagaba sin sentido. Su boca se acercó a mi cuello y dejo pequeños besos que derritieron mi organismo, estaba completamente perdida. Hasta que un instante de cordura me hizo retroceder y apartarme de él. Quería ir más allá y permitirle que hiciera lo que quisiera conmigo, pero sabía que eso estaba más que prohibido para mí.
–Yo no estoy en el menú señor. Así que como le estaba explican… –no me dejó continuar.
–Tu misma lo dijiste me deseas. –volvió a acercarse a mí.
–Usted no sabe ni siquiera mi nombre. El hecho de que yo haya dicho lo que escuchó cuando entré a la oficina de su padre, no es suficiente para que piense que soy una mujer fácil o del montón. Además –remarco mis palabras– nunca mencioné que lo deseara–se lo dejo bien claro.
–Pero… –su cara es de completa confusión.
–Cuando quiera continuar el recorrido, solo búsqueme señor Andreato –finalizo, le doy la espalda y me marcho.
Se preguntarán… ¿por qué razón si estoy loca por el tipo no aproveche la oportunidad que me ofrecía?
Pues como ya se los dije, no se trata de ser solo una zorra, hay que ser una zorra difícil e inteligente, mantenerte tus aventuras bajo perfil. Nadie tiene que enterarse de ello, y mucho menos los chismosos de la oficina que no tienen vida propia y que andan pendiente de la vida de los demás. Quizás no accedí para evitar los malos comentarios, pero ciertamente ganas no me faltaban.
Tengo la sensación de que Eryx quema más que el mismo infierno.