Capitulo 19.
Tenía 15 días viviendo con Eryx, todo iba viento en popa, nos llevábamos de maravilla y aunque sabíamos que muchos pegarían el grito al cielo al enterarse de nuestra relación ya no teníamos miedo, nosotros podíamos contra todo y todos, me aprecia increíble como había cambiado en tan poco tiempo y lo enamorada que estaba de este hombre, pero podía asegurar que Eryx era el amor de mi vida.
Alejandro me escribe casi a diario aunque le aclare que solo lo veía como un amigo, el no sé por vencido y yo ya no se qué hacer, no quiero que me cause problemas con Eryx, lo menos que quiero es que mi ahora novio se moleste conmigo por seguir hablando con un hombre de mi pasado.
Por otro lado me sentía realmente sola, no tenia mas amigas, no tenía amigos, no tenía nada, solo tenía a Camile, y ella simplemente ya no estaba, ni siquiera la habíamos podido ir a ver, ya que su padre consideraba que era lo mejor, yo moría de ganas de verla y abrazarla decirle que a pesar de todo yo la seguía queriendo y siempre iba a estar con ella.
Estaba desayunando sola ya que mi hombre estaba ejercitándose cuando me entraron unas tremendas ganas de vomitar, no pude evitar correr al baño y botar todo lo que había ingerido, al sentir el sabor del vomito en mi boca no pude evitar volver a vomitar, diablos, parecía una niñita.
Sentí que se me bajo la tensión y me acosté con ganas de nada, no sabía porque de repente me empecé a sentir tan mal, Eryx llego como 30 minutos después y cuando me vio tirada en la cama puso un gesto de preocupación.
-¿estás bien mi amor?- me pregunta asustado y niego haciendo un puchero.
-estaba desayunando y me cayó mal la comida, vomite y luego se me bajo la tensión- el sonríe y se acuesta a mi lado no me importa que este sudado en este momento, me siento tan mal que lo paso por alto.
-me tenias que haber llamado mi vida, yo debo de cuidar de ti- deja un beso en mi frente y yo solo puedo hacer un puchero- tenía pensado ir a donde tu padres y contarles todo, ellos merecen saber qué es lo que está pasando.
-tienes razón Eryx, pero no sé si todavía sea el momento- lo admito tengo miedo, tengo mucho miedo de lo que puedan decir mis padres cuando Eryx fue presentado como el prometido de mi mejor amiga, que ahora yo le vaya a decir que estamos viviendo juntos y que tenemos una relación.
-mi vida si dejamos que pase más tiempo va hacer peor- asiento y beso sus labios cortamente, porque tiene razón.
Luego del almuerzo el cual lo pase muy mal, nos arreglamos para ir a ver a mis padres, estaba nerviosa y muerta de miedo, tenía miedo de lo que mis padres pensarían de mí, lo que pensarían de Eryx, ellos no iban a entender el amor que nos teníamos, ellos no lo iban a comprender, pero mejor que lo supieran por nosotros que por terceros.
Cuando me estaba poniendo los zapatos mi teléfono sonó, lo tome no muy convencida y me sorprendí al ver el numero del padre de Camile, no sabía si contestar o no, no sabía si era buena idea, pero por otro lado se trataba de mi mejor amiga, y ella estaba enferma, no podía dejarla sola.
-hola señor Fontaine- respondo nerviosa y escucho un suspiro del otro lado.
-hola querida, no sabía si ibas a contestar, Camile está un poco mejor, su psiquiatra le está dando un nuevo tratamiento y ella dijo que quería hablar contigo y Eryx.
-oh vaya, creo que esa es una buena señal, ¿cuándo podríamos ir?
-si pueden hoy mismo sería lo mejor, ya que mañana trasladare a Camile a otra ciudad- me parecía algo raro pero no quise preguntar, no si no estábamos cara a cara, luego lo haría.
-perfecto señor Fontaine, esteremos en unos 30 minutos ahí.
Luego de despedirnos cuelgo la llamada, y Eryx sale del baño le comento de ir a ver a Camile antes de ir a donde mis padres y aunque se niega luego termina cediendo porque sabe que ella es muy importante para mí, eso llena mi corazón, que haga cosas solo por mí, sin duda alguna Eryx es el mejor hombre que pude haber encontrado para mi, se que el no quiere ver a Camile ni en pintura, y es entendible si todo lo que él me dijo es real y todo lo que dijo ella también, tengo que admitirlo mi amiga está loca.
Sin razón alguna me caliento mientras lo veo vestirse, como si nunca antes lo hubiese visto, mis hormonas están disparadas y sin ni siquiera darme cuenta me encontraba caminando a donde se encontraba mi hombre sin camisa. El me ve raro y con una sonrisa deslizo mi lengua por todo su pecho, lo escucho suspirar cuando ágilmente bajo la cremallera de su pantalón y me arrodillo ante él, necesitaba sentirlo dentro de mí.
-nena te has sentido mal, no creo que debas…
-shhh- lo callo y bajo su pantalón y bóxer, encontrándome con su pene, el cual a pesar de lo que él dice ya esta semi erecto, me mojo los labios y luego paso mi lengua por mi mano, acto por el cual el suelta un suspiro, luego sin miramientos me meto su apetecible pene a la boca.
Con mi mano me ayudo para complacer la longitud que mi boca no logra cubrir, me mojo de solo sentir su pene en mi boca, lo escucho gemir y tomar mi cabello en un moño entre sus manos para guiar mis movimientos, con la mano que tengo libre me agarro de sus nalgas para no perder el equilibrio y con mis piernas trato de hacer fricción para satisfacerme a mí misma, en este momento no pienso en nada más que tenerlo entre mis piernas.
Sus movimientos se hicieron más erráticos y sin cuidado alguno me separo de su pene, me paro del suelo y me beso, me dio un beso lleno de deseo, mientras sus manos recorrían mi cuerpo y a su paso iban quitando las prendas de ropa que lo cubrían, cuando me tuvo desnuda me llevo a la cama, me sentó en el borde y luego empujo mi cuerpo de modo de que quedara acostada pero con las piernas afuera de la cama y muy abierta para él, me sonrió al agacharse y admirar mi cuerpo, cerré los ojos solo un segundo y luego sentí su boca comiéndome entera.
Me encantaba la forma en la cual lo hacía como me llevaba al límite y al mismo tiempo metía dos dedos en mi v****a, yo solo podía gemir y disfrutar de su tan buen elaborado trabajo, sin saber cuánto tiempo llevábamos en esto sentí que llegue al cielo, cerré los ojos y en solo segundos ya estaba en el medio de la cama con su pene metido hasta el fondo y las piernas abiertas.
No podía describir el placer que sentí en ese momento, la jale hacia mí, para besarlo mientras él seguía empujando en mi interior y yo movía mis caderas en sincronía con sus ricos movimientos.
Llegamos al límite del placer y sentí como su semen corría dentro de mí, se sentía tan bien ver cuando se venía dentro de mí como se derramaba en mi interior, estaba agitada y él se acostó a mi lado y atrajo mi cuerpo cerca de él, me beso los labios con delicadeza y le devolví el gesto con una sonrisa.
-cásate conmigo- me pidió de la nada y me reí, solo Eryx podía decir algo asi en este momento.
-estás loco- le respondí y el negó con una sonrisa, como si se le hubiera ocurrido la mejor idea del mundo.
-loco por ti mi vida, cásate conmigo, formemos una familia, viajemos por el mundo, salgamos de fiesta, todo pero juntos, tu y yo- no pude evitar montarme sobre él con una sonrisa.
-tienes que pedírmelo con un anillo- él se rio y se sentó conmigo aun encima.
-lo hare mi amor, te lo aseguro.
-y arrodillado- el se ríe y me besa.
-por usted cualquier cosa mi señora.
Nos encontrábamos en el ambiente perfecto del amor, en donde nada ni nadie podía hacernos cambiar de opinión en donde solo nosotros nos entendíamos, estaba maravillada con mi hombre, como en un momento podía ser un amo y señor del sexo y al segundo siguiente podía ser la criatura mas romántica y tierna del mundo, lo amaba, sin duda alguna amaba a este hombre y haría todo lo posible para que fuera solo mío.
Nos tuvimos que volver a duchar para salir, y nos vestimos viéndonos con complicidad, con amor, estaba segura de que Eryx era el amor de mi vida, deseaba casarme con él, deseaba estar vestida de blanco y mas deseaba formar una familia juntos, algo que antes no me había planteado pero junto a él todo cambia.
Salimos del apartamento tomados de la mano y en mi caso con la seguridad de que siempre estaríamos juntos, que siempre nos amaríamos con la misma intensidad, porque estábamos hechos el uno para el otro, yo le pertenecía en cuerpo y alma, y él me pertenecía, ya no había manera de que alguien terminara con este amor, ya no había manera alguna de que alguien rompiera esto, lo de nosotros era duradero, estable, solido y nunca soltaría su mano y esperaba que el tampoco soltara la mía.