Cuatro horas después… En la mansión de los Salinas ya todo estaba en su punto, el jardín estaba divinamente decorado y lleno de mesas con manteles muy finos y con adornos florales de las especies más exóticas que existían. Los invitados habían comenzado a llegar todos en su mayoría conocidos de Rogelio, había contratado los servicios de una agencia de festejos muy prestigiosa en toda la ciudad y la misma se había encargado de que no faltara un solo detalle para que los invitados se divirtieran y se sintieran totalmente bien servidos. Ya Rogelio había salido de su habitación para saludar a todos los invitados y compartir con ellos momentos antes de celebrarse la tan esperada boda. Estaba impecablemente vestido, con un traje n***o, siendo este el color que lo caracterizaba y que lo hacía