Una hora después, Emperatriz se acercó a su madre que se encontraba en la sala de espera de la clínica mientras que a Miguel lo tenían aún en la sala de emergencia, se sentó a su lado mientras le dijo:
— Mamá ya pensé bien las cosas y he tomado una decisión.
Maruja la miró ansiosa por saber qué había decidido su hija:
— ¿Pero qué has decidido Emperatriz? Habla por favor que me tienes en ascuas.
— He decidido aceptar la propuesta que el señor Rogelio le hizo a mi padre, voy a casarme con él para que mi padre pueda ser operado.
Maruja enseguida abrió los ojos sorprendida ante la decisión que había tomado su hija, no pudo evitar que su rostro se iluminara, enseguida se le dibujó una sonrisa mientras le decía:
— ¿En serio hijita? ¿De verdad estás dispuesta a casarte con Rogelio Salinas?
— Sí mamá, así que puedes estar tranquila, pero que te quede muy claro que solo lo voy a hacer para que puedan operar a mi padre y así salvarle la vida.
— Sí hijita claro que sí, entiendo que lo estés haciendo por eso, pero no sabes lo feliz que eso me hace, porque no solo va a ayudar a tu padre a que se salve, sino que vamos a poder recuperar el patrimonio de la familia. En este preciso momento voy a llamar a Rogelio, no hay tiempo que perder, él tiene que venir inmediatamente a la clínica para que cancele toda la cuenta y además para que vaya preparando todo para la boda.
Emperatriz solo veía la cara de felicidad de su madre, estaba impresionada al ver que en ningún momento se compadeció del sacrificio que ella iba a hacer, solo pensaba en todo el dinero que esto podría generarle al verla casada con un hombre tan millonario y poderoso como Rogelio Salinas.
Tanto Emperatriz como Maruja, permanecían sentadas en la sala de espera de la clínica ansiosas de que en cualquier momento llegara Rogelio Salinas, la madre de emperatriz lo había llamado para pedirle que se presentara en la clínica puesto que tenía algo importante que decirle con respecto a su propuesta.
Rogelio por supuesto no se hizo esperar y al cabo de media hora llegó a la clínica acompañado de sus dos guardaespaldas que jamás lo dejaban ni a sol ni a sombra.
Cuando Emperatriz lo vio llegar a la sala de espera, vestido totalmente de n***o, con un saco muy elegante, tenía la camisa entreabierta mostrando su pecho en el cual se le veía una cadena de oro bastante gruesa y demasiado llamativa que tenía una medalla con sus iniciales, ella enseguida comenzó a temblar incontrolablemente.
Permanecía sentada totalmente inmóvil mientras sus piernas se movían de forma involuntaria y la pobrecita trataba de mantenerse calmada ante la presencia imponente de aquel hombre.
Rogelio al verla sentada y esquivándole la mirada, enseguida pensó:
“Ahí está Emperatriz, qué hermosa es, definitivamente es la perfección hecha mujer, es que tengo que hacer cualquier cosa para que esa mujer sea mía”
Rogelio muy caballerosamente se acercó primero a Maruja la cual le extendió su mano inmediatamente y este enseguida la besó en gesto de cortesía.
Ella por supuesto estaba maravillada, veía en él a un hombre totalmente caballeroso, culto, muy distinguido y además millonario, los componentes indispensables para ser el candidato perfecto para su hija.
— ¡Qué gusto verlo señor Salinas! De verdad le agradecemos muchísimo que se haya tomado la molestia en acudir a nuestro llamado. — le dijo Maruja con una sonrisa que no cabía en su rostro, enseguida este le contestó:
— No es ninguna molestia señora Cimarro, vine apenas recibí su llamada, además recuerde que Miguel es un viejo amigo al que aprecio muchísimo y no podía dejarlo solo en estos momentos tan difíciles. Por cierto sí me da su consentimiento, voy a saludar a Emperatriz, tenía mucho tiempo sin verla.
El cinismo de Rogelio era incalculable, por supuesto su presencia allí en la clínica era única y exclusivamente por el interés que tenía hacia Emperatriz, era obvio que a él no le importaba la salud de Miguel, ni lo que a este le sucediera, su única motivación era poder obtener lo que quería en ese momento. Por supuesto Maruja no se hizo esperar y enseguida le contestó de una forma muy aduladora:
— Pero por supuesto que puede saludar a Emperatriz, no tiene ni siquiera que pedírmelo por favor, Emperatriz hija ven para que saludes al Señor Salinas, no te quedes allí sentada, acércate por favor. Ay disculpe la de verdad, es que la pobrecita está muy preocupada por su padre, realmente la situación de salud de Miguel es de mucho cuidado, es por eso que está así un poco distraída.
Rogelio era un hombre demasiado inteligente e intuitivo, sabía perfectamente lo que estaba sucediendo, se daba cuenta que Emperatriz estaba renuente a verlo y por otra parte también estaba consciente de que a Maruja no le importaba lo que estuviera sintiendo su hija puesto que lo único que ella quería era lograr que Emperatriz se casara con él para así poder disfrutar del nivel económico alto al que Miguel la había acostumbrado.
Rogelio enseguida le contestó:
— Es comprensible que se encuentre deprimida por la salud de su padre.
Rogelio se acercó a ella diciéndole:
— ¿Cómo estás Emperatriz? Me da muchísimo gusto volver a verte aunque lamento que sea en estas circunstancias, quiero que sepas que lamento muchísimo lo de tu padre.
Emperatriz no podía evitar el sentirse nerviosa e intimidada con la presencia de aquel hombre, que a pesar de ser 10 años mayor que ella, no se podía negar que Rogelio tenía lo suyo, era un hombre muy atractivo, realmente no pasaba desapercibido ante la mirada de cualquier mujer, además era muy elegante y siempre andaba muy bien vestido aunque había un detalle en él y era el hecho de que siempre vestía de n***o.
Ella tenía la mirada fija en el suelo mientras sus lágrimas no dejaban de salir.
— No me gusta ver a una mujer llorar, realmente me causa mucho dolor porque me recuerda a mi madre y todo lo que sufrió cuando estuvo casada con mi padre. Toma Emperatriz seca tus lágrimas, por favor acepta mi pañuelo.
En ese momento Emperatriz levantó la mirada y se quedó viendo fijamente a los ojos a Rogelio, fue la primera vez que cruzaron miradas y que provocó en él una mezcla de emociones que sentía por dentro al ver aquella mirada tan penetrante y profunda de aquella joven que lo tenía totalmente fascinado.
Por su parte Emperatriz al ver a los ojos a Rogelio, sintió un escalofrío por todo su cuerpo puesto que aquella mirada lejos de a traerle, en realidad la intimidaba grandemente, pero se dio cuenta de que a pesar de la dureza de ese hombre en cuanto a su carácter y personalidad, no podía negarse a sí misma que era un hombre muy atractivo y elegante, pero aún así ella seguía enamorada de Guillermo y era con él con quién quería pasar el resto de su vida.
Justo en ese momento se acercó el médico especialista que estaba a cargo de atender a Miguel, enseguida le dijo a Maruja:
— Disculpe señora Cimarro, pero necesitamos saber si por fin pudo resolver lo del seguro médico del paciente, porque continuamos a la espera para poder proceder a realizar la operación que necesita de emergencia o de lo contrario el señor Miguel puede morir.
Emperatriz que había permanecido sin decir una sola palabra desde que Rogelio había hecho acto de presencia, enseguida se levantó totalmente alterada y nerviosa de la silla y se dirigió directamente al médico de su padre, el doctor Sierralta:
— Doctor Sierralta, por favor se lo suplico no permita que mi padre le pase nada malo, tiene que hacerle la operación porque de lo contrario puede morirse como usted mismo lo está diciendo, por favor ayúdenos se lo suplico. — a pesar de la decisión que había tomado horas antes Emperatriz donde había aceptado casarse con Rogelio, al tenerlo allí enfrente de ella fue realmente un shock muy fuerte que la hizo temblar por dentro y sentir que no sabía si iba a ser capaz de dar ese pasó tan difícil en su vida.
Cuando vio al doctor Sierralta ella sintió que tal vez si le suplicaba que ayudara a salvarle la vida a su padre, podía lograr alguna solución a todo el problema que se había presentado por el seguro médico y con la cuenta de la clínica que en la medida que pasaban las horas iba en aumento, sin embargo el doctor Sierralta le habló de una forma muy cruda la cual ella no se esperaba y encima la puso aún más nerviosa de lo que se encontraba.