Capítulo 4.

1275 Words
Las advertencias de Na no eran sólo para a atemorizar a Gian, el joven lo había tenido que comprobar cuando una vez más se negó a comer y se vio forzado por el soldado, pero también sabía que eso sucedería cada vez que este necesitaba apagar su lujuria, que no iba a mantenerse a salvo solo por comer lo poco que les daban. Pensó que en cuanto al fin llegaran al pueblo, tres semanas después de iniciar su viaje ya que el clima fue malo y los retrasó, quizás sería entregado al palacio como parte del botín conseguido en su invasión, pero no fue así, sino que se quedó como pertenencia de Joon Ho, al igual que muchos soldados lo hicieron con sus prisioneros, porque el rey no parecía interesado en tomar más esclavos, o quizás era parte de su paga por la lealtad del ejército hacia él. Al llegar a la casa del soldado no pudo decir que las cosas mejoraron, porque todo pareció igual, con la diferencia de que no estaban viajando, pero su situación no mejoró, porque por las mañanas tenía que servirle en la casa, ayudando con las labores domésticas, mientras que varias veces a la semana su alcoba fue visitada por Joon Ho, en algunas ocasiones sobrio y en otras ebrio, dejando salir su lado más sádico y demostrándole lo mucho que le gustaba ver su sufrimiento. Joon Ho le había dejado claro que a Gian que no era más que un esclavo, y como tal, debía de servirle y obedecerle, pero era algo a lo que el doncel todavía no se acostumbraba, por eso, el soldado, para recordárselo, cada vez después de que visitaba su alcoba, lo mantuvo encerrado, no lo quería lastimando a alguien para huir, era algo de lo que no deseaba preocuparse y dormir tranquilo. Las piernas de Gian temblaron, y su mano buscó sostenerse de la pared más cercana, mientras que sus ojos se no apartaron del césped por unos segundos, cerrándolos en un intento de controlar el mareo que estaba sintiendo, así como a las que quisieron caer de sus ojos por el esfuerzo realizado minutos antes mientras vomitaba todo lo que había tenido que obligarse a comer bajo la advertencia de Joon Ho sobre si no comía, porque sabía que si no lo hacía, fácilmente sería arrastrado a su alcoba cuando este regresara a casa más tarde, después de su reunión con el ejército. —¿Estás bien? La voz femenina que hizo la pregunta le sorprendió, provocando que sus ojos se abrieran para ver a la mujer un poco mayor, quien tenía su cabello n***o y un vestido elegante, sin embargo, en su rostro había una mirada preocupada, como si quisiera acercarse y asegurarse de que nada malo le pasara, como si hubiera olvidado de que él era un esclavo. No respondió, no quería hacerlo cuando para él la expresión de la mujer no dejaba de ser una falsa preocupación, a pesar de que ella a diferencia de Joon Ho no lo había tratado mal en esa semana que llevaba viviendo ahí; incluso hubo ocasiones que cuando ella estaba cerca, no dejaba que el soldado lo enviara a su habitación y lo encadenara como lo hizo en aquella casa del pueblo o durante las tres semanas de viaje, sino que discutió con él sobre cuales eran sus deberes, lo que hasta el momento para la mujer, eran de que fuera un sirviente más. Geum Hee era el nombre de la mujer, ella era madre de Joon Ho, quien no aparentaba más de cincuenta años y que parecía no meterse demasiado en las decisiones de su hijo, a menos que fuera estrictamente necesario, y con respecto a Gian, ella creía que fue en el momento que el soldado quería encadenar al doncel como si fuera un animal que escaparía en cualquier momento. Otra de las intervenciones de Geum Hee fue cuando Joon Ho quiso abofetear a Gian por no responderle cuando ella le preguntó su nombre, pero parecía que algo en lo que la mujer no podía intervenir en absoluto, era cuando el soldado lo visitaba durante la noche en su alcoba o la arrastraba a la de él, tomándolo en contra de su voluntad, o que lo encerrara durante las noches para que no escapara luego de que sus visitas concluían. Ella a diferencia de Joon Ho lo trataba bastante bien, y en ocasiones cuando el soldado no estaba, invitaba a Gian a tomar el té con ella, sin ningún temor a que le fuera a hacer daño alguno, quizás porque era un doncel y no creía que pudiera lastimarla, o porque siempre había alguien cerca de ellos vigiándolos desde las sombras, lo que hacía que Gian imaginara que de ahí llegaba la seguridad de Geum Hee para mantenerse cerca de él. A pesar de que la mujer no había sido demasiado dura con él, y solo cuando tenía cerca a Joon Ho lo trataba como parte del personal de servicio, no hacía que Gian se sintiera cómodo con ella y la quisiera cerca, mucho menos desde que lo que acababa de suceder, el marearse y vomitar, se habían vuelto más frecuente, haciéndole temer de una realidad que se negaba a aceptar, suficiente tenía con el soldado abusando de él cuando quería como para que las cosas empeoraran. —Sí —su respuesta fue corta, quería estar solo. —Estás pálido. —No es nada —apartó la mano de la mujer cuando ella quiso tocarlo. —Gian… —Estoy bien. No pudo evitar que las lágrimas resbalaran por sus mejillas, no estaba bien, lo sabía, tenía tanto miedo en ese momento, era como si hubiera sido castigado por algo que no sabía, y cada vez que los síntomas de un momento atrás aparecían, le hacían sentir que estaba acabado. Había empezado a sentirse mareado y vomitó varias veces cuando el viaje estaba por terminar, y Gian quiso creer que había enfermado debido a su mala alimentación durante ese tiempo, pero no importaba si eso había cambiado, que incluso las tareas a hacer no fueran agotadoras durante el día, porque los síntomas no desaparecían, sino que empeoraban cada vez más, y el doncel se negaba a creer lo que podía significar, y prefería pensar que moriría en un par de días a que una vida crecía dentro de él, una vida producto de todo el abuso que tuvo que soportar desde que su pueblo fue destruido. No podía evitar pensar que si Dios existía, este lo odiaba como para hacerlo responsable de vida más aparte de la suya, con la que quería terminar cada día que era tocado por Joon Ho. Gian creía que si de verdad existía un Dios, este lo había abandonado a su suerte, la cual al parecer no era mucha, ¿por qué no podía concederle solo la muerte sino que tenía que torturarlo de esa manera? ¿Había cometido demasiados pecados en sus veinte años de vida como para que ahora tuviera que pagarlos así? Gian lo sentía si de verdad estaba esperando un bebé, pero él ya se había prometido acabar con su vida en cuanto tuviera una oportunidad, y creía que si Joon Ho volvía a salir del pueblo con el ejército, sería su momento para hacerlo, porque el doncel se sentía perdido cada día que abría los ojos y tenía que recordar como su suerte había cambiado tan rápido, de como el soldado parecía disfrutar de destruirlo cada vez que lo tenía cerca y lo único que podía anhelar era la muerte como el mejor regalo que le podían haber dado en esa vida.
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