Cogí mi móvil y le mandé un mensaje a Lydia.
“Necesito hablar de lo que acaba de pasar en cuanto tengas algo de tiempo, mi pareja parece ser que es un poco borde, o algo así. Creo que hasta ahora solo me ha mirado con asco, en fin. Dime al menos que a ti te va mejor que a mí.”
Estuve esperando un mensaje de Lydia por al menos 5 minutos, tiempo en el cual a mi pareja le dio tiempo de salir de la habitación e irse.
“De momento nosotros estamos hablando, buscando cosas en común y todo eso. Tu dale tiempo al tuyo, esto es nuevo para todos.”
¿Debería de estar preocupada, o debería de tomármelo con calma? No lo sé, no sé qué hay que hacer a continuación, pero de lo que estoy segura es que hay cosas que no deberían pasar, como hace un momento.
“Como si todos tuviéramos esa facilidad…”
Mi cabeza acabó desenvolviendo mil pensamientos, hecho por el cual me acabé quedando dormida en una postura bastante incómoda en la cama. Al despertar me di cuenta de que ya se había hecho de noche y lo único que alumbraba por mi ventana era una farola gigante delante del Estudio.
Cogí mi móvil y pude ver como Lydia se moría de emoción con su pareja. Al parecer se estaban llevando muy bien hasta el momento, o eso me estaba dando a entender con tantos emoticonos rosados. No le contesté a esos mensajes, no sabría muy bien lo que decirle sobre mi situación.
Que suerte la suya.
Decidí no pensarlo más o acabaría entristeciéndome por dentro, así que, decidí darme un baño para despejarme. Me dirigí al baño y abría la llave para que la bañera se fuera llenando mientras dedicaba dos minutos para mirarme al espejo. Pelo recogido pero despeinado, ligeras ojeras por no usar maquillaje, cara pálida, en fin, una auténtica belleza del arte contemporáneo.
Lavé mi rostro y me deshice de lo que llevaba puesto para adentrarme en la bañera. Cada parte de mi cuerpo que tocaba el agua se relajaba automáticamente, como si el agua caliente fuera alguna especie de pócima.
Disfruté del baño en silencio y con los ojos cerrados, no necesitaba nada más en aquellos instantes. Me percaté de que alguien había entrado a la habitación y decidí que el baño se daba por terminado en esos momentos. Salí de la bañera y me puse la bata que tenía colgada, recogí mi pelo en una pequeña toalla y salí del baño.
-Ah, eras tú…-lo sabía, pero quería parecer sorprendida-. Pensé que tardarías más en volver, por eso me metí al baño-no me miraba, no me decía nada.
Me estaba exasperando, tanto que decidí no decirle nada tampoco y me dirigí a mi lado de la cama para sentarme sin decir nada más. Él se dedicó a sacar su ropa de la maleta y ordenarla en el armario, mientras yo cogí un libro de mi cómoda y me tumbé en la cama para leer.
Acto seguido, me percaté que empezaba a desvestirse sin decir nada. Intenté no parecer nerviosa, aunque no sabía qué pensar, por lo tanto, intenté no mirar en su dirección y fingir que seguía leyendo, aunque no había leído ni una coma de ese libro.
-Puedes mirar-me sobresalté-, no es nada que no hayas visto o que no sea tuyo-giré para mirarlo a la cara y por primera vez me miró a los ojos.
-Serás mío sólo si tú quieres-me levanté y me quité la toalla del pelo dejándolo caer por mi espalda.
-¿Y tú no quieres? -me miró seriamente, a lo que me quedé avergonzada mirándolo. Seguía en calzoncillos, aprecié vagamente por unos instantes su anatomía y me di cuenta de que sí que quería. ¿Cómo no voy a querer todo eso para mí?
-Yo… sí-volteé mi cabeza para que no me viera sonrojar-. Es solo que, hay cosas que aún…-joder, me estaba liando mucho.
-Aún… ¿qué?-se puso a caminar por la habitación hasta quedar a mi lado-. Puedes decirme lo que sea-de repente sentí como me acariciaba algunos mechones de mi largo cabello, y me estremecí bajo la bata. Giré para mirarlo.
-Sé bueno conmigo, es lo único que te pido-por un momento pensé que sonaría estúpido, pero vi en su mirada un halo de bondad al decirlo.
Dejó de acariciarme el pelo y volvió al lado de la cama. Volteé para mirar qué iba a pasar, pero me di cuenta de que sólo se iba a poner el pijama. Qué ilusa yo. Me relajé por un momento y fui al baño a ponerme el pijama yo también, no me lo iba a poner delante de él, por ahora.
Y pensar que es bastante apuesto para mi gusto, o según mi belleza. Tenía el pelo muy oscuro, los ojos de un color verde oscuro, no como los míos que son azules. Su cuerpo es muy cuidado, de persona que va mucho al gimnasio. La verdad es que todos son puntos a favor para él, menos lo de hablar poco y ser tan misterioso.
Volví a mi habitación y lo vi metido debajo de la manta, listo para dormir. Se me hará raro durante un tiempo, ya que era la primera vez que dormía acompañada. Procedí a meterme debajo de la manta y a volverme hacia la ventana. Oí cómo se movía en la cama y sentía los roces de nuestros cuerpos, aunque fueran leves.
-Buenas noches-me sobresalté por el susto-, espero que descanses bien-otra vez andaba con la mano en mi pelo, eso sólo hacía que mi piel se erizara más.
-Buenas noches a ti también-y las caricias en el pelo cesaron.
Creo que me hubiese gustado que siguiera un poco más, ya que me iba a quedar dormida de seguro. No estaba entendiendo del todo si lo que pretendía era jugar conmigo para ponerme nerviosa, o de verdad se intentaba tomar enserio esto de la unión, pero poco a poco.
No pude dormir plácidamente durante toda la noche, puesto que sus esfuerzos por encontrar una mejor postura me despertaban a cada rato. Llegué a pensar que él también podría estar nervioso, no creo que sea normal que alguien de tantas vueltas en la cama sin motivo.
Punto de vista Maximiliano
Aquella noche se me hizo especialmente larga. No por el hecho de que fuese algo nuevo para los dos, simplemente tenerla cerca me hacía estar cada vez más nervioso. No paraba de dar vueltas en la cama, y creo que ella se había percatado de ello.
¿Alois? Nunca había escuchado ese nombre anteriormente. Había muchas cosas que me llamaba la atención de ella. Una de ellas era su largo cabello castaño que tanto me gustaba tocar, porque sabía que la hacía estremecer.
Su cuerpo pequeño no se quedaba atrás, algo de ella me parecía familiar, aunque está claro que ella no me miraba de la misma manera. O al menos yo no quería ver cómo me miraba.
No es que tuviese especial interés por ella de momento, simplemente aprecio pequeños detalles para no parecer raro ante la situación y creo que ella se percata de todo esto. Supongo que algún día se hartará de que esto no avance y me lo dirá sin respeto alguno.
En mitad de la noche me percaté de que ella se había dado la vuelta y ahora estaba mirando el techo. Estaba despierta. Intenté no parecer un curioso, asique mantuve el silencio esperando a que diga algo, pero nada pasó. Terminó cerrando los ojos como si nada, como si no estuviera nadie más en esta habitación, en esa cama.
Su indiferencia no me dejó indiferente.