CAPÍTULO DIECISIETE Sofía empujaba el barco tan fuerte como podían tirar sus velas y después más fuerte. Lo empujó hacia delante hasta que la costa de su reino apareció ante su vista y, a continuación, siguió hasta que apareció un pequeño puerto pesquero. Allí estaba con Sienne a su lado, sujetando la piedra del corazón de fuego en la mano, dejando que el poder fluyera a través de ella para empujar los vientos cálidos del desierto hacia sus velas. —Mi Reina —dijo el Alto Comerciante N’Ka—, ¿tal vez podría dejarnos guiar la embarcación hasta el puerto? Con tanto viento, me da miedo que podamos encallarnos. Sofía tuvo que esforzarse para volver a controlar el poder, metiéndolo a la fuerza dentro de ella y guardando la piedra que sostenía. Costaba controlar los impulsos de la piedra y usar