CAPÍTULO QUINCE La parte más difícil del viaje para Lucas era la necesidad de adaptarse, una y otra vez, a sitios nuevos extraños. Cada vez que él y Elanora tocaban una tira de tela o papel inscritos, y el mundo entero se transformaba, debía encontrar un modo de creer en el nuevo lugar en el que estaba. —Esto se te da bien —dijo Elanora con una sonrisa mientras cambiaban a un lugar que parecía un amplio vergel, lleno de árboles frutales de todas las variedades. Evidentemente, ella cambiaba con la gracia natural de alguien que ha nacido para ellos, mientras Lucas tenía que concentrarse cada vez, sumiéndose en los detalles del lugar. Para el vergel, se agarró a una manzana, palpó su peso y e internalizó su aroma antes de darle un mordisco e internalizar su sabor. —Tengo que agradecértelo