CAPÍTULO TRES Sebastián intentaba ocultar su frustración mientras hablaba con Asha y Vincente. Evidentemente, como ambos podían leer su mente, esconder algo no era fácil. —Los refugiados no pueden quedarse en tiendas de campaña para siempre —dijo. —No es para siempre —dijo Vincente. Solo hasta que el ejército que nos amenaza esté fuera del camino. —Y si no les gusta —dijo Asha— siempre pueden dar la vuelta y enfrentarse a ellos. No son ellos los que mantienen un escudo alrededor del Hogar de Piedra. No son ellos los que capturan a los atacantes. Deberían estar agradecidos. «Agradecidos por estar atrapados en tiendas de campaña. Agradecidos por haber perdido sus casas y a sus seres queridos. Agradecidos por haber tenido que pedir ayuda». —Eso no es a lo que me refiero —dijo Asha y, un