MIENTRAS HALLA VIDA, HAY ESPERANZA

1346 Words
—Viejo, tú me sigues dando vueltas; ya me tienes la cabeza redonda con tantas dilaciones. —Querido Mike, de pronto no has prestado atención, ya te lo he dicho y no quieres ver la verdad. —No, don Richard, la verdad es que tengo que lavar con pólvora mi enlodado honor. —¿Honor?, pero si no eres un samurái. —Ojalá lo fuera. Y que todos en este país lo fueran, así no hubiese tanto pícaro y corrupto que viven solo por el dinero, sin importar que para conseguirlo tienen que vender a su madre. —Eso es muy profundo viniendo de ti. —¿A qué se refiere, viejo Richard? —Mi querido Mike, es solo lo que he escuchado por ahí. —¿Qué es? Dime, viejo, ya llevamos las suficientes copas de confianza. —Escuche por ahí un susurro del viento, que fuiste el que la traicionó primero con su mejor amiga y que es posible que ese hijo no sea tuyo, sino de un tal Juan. —Eso ves si podías hablar, lo que pasa es que la verdad se distorsiona a medida que pasa de boca en boca y hasta a veces las cosas pasan de un modo diferente a las que las recordamos; tal vez la verdad se moldea como arcilla o se estira como chicle, quizás los corruptos sí tengan un honor porque su verdad y valores están muy alterados, todo es tan diferente a lo que recuerdo que lo que dicen. Lo que pasa es que primero conocí a la amiga y, como un galán, le besé hasta el alma, luego todo cambió cuando la conocí. Su socia me la presentó; una tarde yo salía del trabajo a almorzar y me la encontré solita por la calle. Se me quitó el hambre o se sustituyó por otra, la convencí de ir a un parque donde me tuve que armar de mucho valor para poder besar esa hermosa boquita y… Ah, no quiero hablar de eso, son recuerdos que me llenan de nostalgia; evocar al pasado es algo peligroso. —No cuando son buenos recuerdos. —Pero sí, cuando son errores o que se piense lo que pudo ser y nunca será. —En tu caso es lo que idealizaste que fuese y que tal vez no te convenía. —Sí, don Richard, a veces uno cree que va rumbo al triunfo y se dirige, es cegado al matadero; idealizamos fracasos, perfumamos estiércol, guardamos basura, somos infelices con lo que tenemos atesorando lo ajeno, nos consideramos perfectos y dignos, pero a la vez desdichados y mártires. —Ahora eres un mártir porque tu exnovia está con un mafioso, el que seguramente le dará una vida de lujos hasta que la policía o sus competidores lo neutralicen. —Ojalá pasara eso rápido, así la volvería a tener. —¿Te conformarías siendo el plato de segunda mesa? El premio de consolación, y ¿qué pasaría con tu orgullo? —Y para qué quiero orgullo si no tengo dicha. Estaría dispuesto a que todo el mundo murmurara de mí, que yo fuese el idiota del pueblo o a marcharme lejos donde nadie sepa lo ocurrido. Olvidaría que tal vez se acostó con otros mientras yo este tiempo no he podido estar con alguien porque su recuerdo me lo impide. Sería una familia con mi hijo, así no se me parezca en nada. Sería como comenzar un nuevo capítulo en mi vida olvidando los pasados, como empezar un cuaderno a mitad de un curso; nada importaría con tal de tener su tibieza todas las noches de lo que me queda de vida. —Entonces tenemos que hacer algo, conozco un tipo que trabaja con ese mafioso; le puedo averiguar cosas para hacer un plan inteligente, no que te vayas a gritar a las puertas de estos criminales para que te callen a punta de plomo; debe de haber una mejor solución. —Ah, no sé, en este punto, ya no sé nada, tal vez podría secuestrarla para apresarla en un sótano por siempre o matar a cuantos amantes se consiga hasta que se dé cuenta de que solo puede estar conmigo, ¿qué otras posibilidades me quedan? —Podrías reconquistarla con muchos detalles o… —¿O qué?, vamos, don Richard, dígame sin tapujos. —como lo veo yo sería mejor que dejaras que el agua corra por el arroyo, uno no puede tratar de contenerla con las manos, simple mi abuela me decía, «Si se quiere ir, que se vaya, que regrese sola porque sola se fue y si no regresa es porque no valía la pena», simplemente sigue tu vida, consigue de pronto otras cosas en que ejercitar la mente, puede ser que ella quema la etapa con ese narco o de pronto la mueven los celos al verte con alguien y que ya no te mueres por ella o quizás ustedes vuelvan en unos años y no sea nada agradable la segunda parte. —Sí, eso lo he considerado, pero es que no puedo razonar con el dolor que siento dentro del pecho, que a veces se me sube a la garganta o se baja a mis entrañas, ¿cómo puedo seguir mi vida? Si no la concibo al lado de ella, yo quiero ser un buen padre como el mío lo fue; quiero ser un buen marido también como mi progenitor. —Quizás eso sea; estás idealizando tu relación con esta muchachita porque es posible que la preñaste y quieres ser tan correcto como tu difunto progenitor, aunque esta chica no es ni un palmo a comparación con tu sagrada madre… —Eso también lo he reflexionado en mis largas noches de insomnio, solo que no puedo encontrar argumentos que me bajen la angustia; solo buscándola para aunque sea mirarla de lejos me tranquiliza; inclusive por eso fue que descubrí que estaba esperando un hijo. —O sea que desde antes que te enteraste de su embarazo, ya sentías esa ansiedad. —Sí, aún antes de perderla ya sabía que la perdería, trate de aferrarla, incluso haciéndola sentir lástima por mí y otras ineficaces artimañas. Tal vez una de esas fue preñarla para que tuviera que amarrarse a mí. Eso lo intenté, aunque no funcionó como yo quería; lo cierto es que se sumaron todos mis miedos y desgracias el día que la perdí. —Vamos, Mike, aún estás vivo y «mientras haya vida, hay esperanza». —¿De qué? ¿De volver con ella? O ¿de que quizás encuentre a otra? ¿De qué mi hijo crezca llamando a otro papá? ¿De qué los besos y caricias que deberían ser para mí las recibe un desconocido? ¿Qué me quedaría por hacer? ¿Acaso voy y le arranco la piel a ese tipo para colocármela ocupando su lugar?, Vivir una mentira; acaso en este mundo alguien sabe distinguir la mentira a la verdad o lo real a lo irreal, a mí no me importa siempre y cuando yo sea feliz, ojalá ella lo sea, pero solo conmigo. Ojalá venga una noche a buscarme, a pedirme perdón, a rogarme que la perdone y que seamos una familia; ojalá me suceda ese milagro, es de lo único que rezo. Yo la amo con el amor más puro, aunque a ella parece no importarle. —Pues, Mike, vamos a buscarle, vamos, destrocemos ese fortín de ese delincuente, llevémosle serenata a ella de mariachis y a él de fusiles, acabemos hasta con el nido de la puerca. —Puede ser una buena opción o tal vez el trago ya habla por nosotros; mejor que don Richard siga contando su historia, cuénteme ¿qué sucedió con Luis? Pues me identifico con él: mientras Lucho luchaba entrenando para luchar por el amor de Lucha, ella andaba con otro en otras luchas. —Tienes razón, pero antes, por favor, respóndeme la pregunta: ¿es verdad que tú la traicionaste con su mejor amiga? —Sí, y no, es algo complicado, todavía no estoy lo suficientemente ebrio para contarte esas intimidades.
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