DEYABU DE BUCLE

1297 Words
—Bien, Mike, ¿en qué íbamos? —En que mientras Luis se preparaba para luchar por ella, otro ya se la luchó. —En ningún momento ha sido mancillada; simplemente tuvo la fortuna de ser salvada por otro caballero que pasaba por allí. Las coincidencias de la vida, pues mira, aunque a veces el destino está trazado, unos pequeños sucesos pueden cambiarlo o unas malas decisiones. —Sí, como las mías, pero cuenta qué sucedió con Luis, ¿acaso tuvo un entrenamiento pesado como en las películas de luchadores? —Desde luego, como si el poder viniese de los músculos, en fin. Luis despertó acostado en una manta en el suelo. De la misma forma como dormía su perro Waterloo, al que adoptó cuando este casi muere en una tormenta, pues era un perro callejero muy arisco porque recibía más golpes que pan, más miedo que cariño, hasta que él lo acogió en su hogar. Menos mal porque ese viejo can no podría haber seguido sobreviviendo en las inhóspitas calles de ese pueblo. Por ello se levantó revisando que no tuviese pelo en los brazos; después de todo no sabía el alcance de los poderes de ese viejo gordo que con un golpe perforó la tierra y que volando se lo llevó a través de una puerta de luz. Salió de su cabaña, vislumbrando un bosque de pinos, y a Michel, quien estaba sentado en una posición que los hindúes llaman loto, se le acercó diciéndole: —Don Michel, por favor, me puede ayudar a volver a mi casa; tengo que avisarle a mis padres; ellos deben de estar preocupados. —Tranquilo, chaval —contestó el viejo sin abrir los ojos, —ya me encargué de ello, mejor sacúdete que hoy empezará tu nueva vida donde el universo completo será tu hogar. El muchacho se sintió preso. Lo que le hizo empezar a correr hasta el horizonte hasta que llegó al borde del terreno. Pensó que encontraría un lago o algo parecido, solo que, para su sorpresa, miró un gran vacío sin fondo. Lo único que se divisaba bien debajo de allí era una pequeña isla. Sintió deseos de saltar, pero fue interrumpido por la voz del viejo, quien lo agarraba suave por el brazo. —Anda, chiquillo, si quieres saltar, lo encontrarás muy divertido, pero el final será trágico, aquí ya nada es como lo que conociste, quiero decirte, Doroti, que ya no estamos en Kansas. Lo cogió saltando al vacío, cayendo varios kilómetros, donde la pequeña isla se hacía más grande, hasta que pudo ver que había un bosque y una pequeña cabaña. Cuando estaban a punto de estrellarse contra el suelo, el viejo sopló diciendo una sílaba que calentó el aire debajo de ellos, acolchonando el aterrizaje y le expresó a Luis:—¡Corre, muchacho, rápido! El muchacho aceleró con todas sus fuerzas de desespero para llegar a un vacío parecido, en donde de la misma manera divisó una pequeña isla debajo de allí, y de nuevo el viejo lo interrumpió: —¿Quieres saltar otra vez? O mejor podríamos brincar hacia arriba, mira. Michel le movió la cabeza hacia arriba, donde pudo ver que de donde habían saltado no era una montaña ni cosa parecida, sino una isla que flotaba al igual que en donde estaba y la que se veía debajo de ellos. —Eso no es nada, observa —le dijo el viejo colocándole unos binoculares. Pudo ver arriba a un joven parecido a él mirando a lo alto con unos binoculares al lado de un viejo y al mirar abajo vio algo parecido. —¿Es un Deyá bu? —No es un bucle, —le contestó el anciano, —es un bucle que creé hace mucho, donde podremos entrenar sin que nadie nos moleste por hacer ruido y donde hago mis fiestas. Es una de las cosas que me enorgullece haber ingeniado. —¿Tú lo produjiste? Acaso ¿eres Dios? —Sí, pero también tú. Todos somos dioses en estado de crisálida; tu objetivo aquí va a ser lograr la metamorfosis; volarás esparciendo el brillo de la justicia y tu poder no será para vanagloriarte sino para un bien mayor. Solo dime si te encuentras listo para lo que viene, aunque no tienes opción, pues ya estás en esta senda y solo te queda salir de aquí como un guerrero o como un espíritu. —Enfatizo el anciano. Durante días lo puso a talar árboles, a pintar la choza. Mientras Michel se la pasaba todo el día meditando, estaba cansado de comer solo bellotas y raíces. Le había cambiado varias veces el color a la choza, pero ninguno le gustaba al viejo, hasta que la soledad y la sinrazón de este estúpido entrenamiento, porque él ya había trabajado duro como pintor y en la plaza descargando camiones, hizo que se enfrentara al viejo, exponiéndole: —Esto es innecesario, le exijo que me libere, debo ir con mi familia y con Luisa. Michel lo miró sonriendo; le explicó: —Tranquilo que Luisa ya tiene un caballero que la cuida, aunque tienes razón, tal vez no es necesario que estés aquí. Diciendo esto se puso en pie, dio un zapatazo duro al piso y tumbó la cabaña. Luis no podía estimar que su choza, a la que pintó varias veces, se encontraba en ruinas, pero lo que realmente le afectó fue que Luisa se encontraba con otro; todo se le sumó, provocando que estallara como un volcán. Se lanzó disparando puñetazos y puntapiés al anciano, el cual solo se limitaba a esquivarlos sin hacer el mayor esfuerzo. —Qué débil, ¿es todo lo que tienes? ¿El otro es más poderoso? ¿Me equivoqué contigo? Estos y otros insultos eran los únicos ataques contra Luis, aunque también parecía aconsejarle: —enfoca tu energía, —no te dejes invadir por la ira, utilízala, —mantén la mente consiente, no dejes que se nuble, —explota controlado, —eres como la luz que expandida es inofensiva, pero si se concentra en una lupa o en un rayo láser puede partir incluso el más grueso acero. Michel esquivaba golpe tras golpe. Parecía un jabón cuando se le escurría de las manos. Hasta que el viejo se distrajo al ver como de uno de los puños de Luis brotaban unas chispas, en ese mismo instante el otro puño lo golpeó en la cara provocando una explosión de líquidos que tiñó el lugar. Luis se derrumbó, agarrándose el brazo, de donde brotaban chorros de rojizos; inclusive tenía huesos salidos, y se sorprendió más al ver que a la cara del viejo ni siquiera la había chispeado una gota roja. Michel se tumbó junto a él, agarrándole el brazo, empezó a sobarlo como si jalara algo; llevaba las manos al cielo para hacerlas tronar al sacudirlas; de pronto el dolor ceso, y las heridas desaparecieron, los huesos se acomodaron y fue como si el brazo nunca se le hubiera descompuesto nada. —Ves, chico. La mente lo puede todo; no es necesario tener grandes músculos para hacer proezas, pero sí necesitas tener buenos pensamientos para lograr lo que deseas. Esos últimos golpes fueron muy buenos; de no ser por mi manto protector, de seguro estaría tomando una siesta. Me alegra que no me equivoque contigo. Tú serás mi campeón, mi Cid campeador, el que acabes con la sombra del mal que se cierne sobre el mundo; serás el que pinte de luz el tenebroso lienzo; tú serás el comandante que guie a los ejércitos de la luz a destruir al efluvio y a todas las creaciones que hacen el mal, que provocan sufrimientos y martirios. Así que levantaos, dignifícate, tu destino es el triunfo, tú serás el guerrero más grande de la luz.
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