LA LUNA FUE TESTIGO FIEL

1275 Words
—Me canso de que yo solo sea el que hable, Mike, porque no me cuentas algo. —¿Qué quieres que te diga? Viejo Richard, mi vida sin ella está vacía. —Entonces cuéntame de ella. —Ella era hermosa, la más bella, su ternura era inconmensurable, ella era una larva en estado de crisálida y yo le hice la metamorfosis, yo la transformé en una mariposa, fuimos novios, al principio era muy tímida y después muy temida, la verdad yo quería que las cosas sucedieran lentamente, solo que ella le dijo a uno de mis amigos: «Para que un novio que no hacía nada.» ¿Se imagina don Richard? Entonces la intercepté cuando iba rumbo al colegio, la llevé a mi casa y la hice mía o ella logró lo que quería; de ahí en adelante me buscaba, me llamaba para darle rienda suelta a nuestro amor. Aunque ella era menor que yo, ya tenía las cosas claras. Me decía que no quería nada eterno, que no quería conseguir marido, quería ser libre, volar y yo me propuse quitarle las alas, aprisionarla. Me dejé llevar por los celos, mi amor se me convirtió en obsesión, eso la asusto y aceleró el rompimiento. Sufrí mucho, muchísimo. Cuando creía que ya la había superado, soñé que ella tenía un bebé que era mío; la busqué por todas partes y encontré a la amiga, la cual me contó que estaba embarazada, pero de otro, que me tranquilizara. Mis amigos me aconsejaron que así fuera mío o no; dejará las cosas así, que no le buscará males al cuerpo, que no me complicará. Yo soy muy malo para acatar consejos. Soy terco y ensimismado. La seguí buscando hasta que la encontré, tan linda, incluso embarazada, con su barriga que parecía explotar. La llené de las palabras y promesas más dulces, recibiendo en su lugar solo insultos y arañazos. Fue como si me sacara el corazón del pecho, lo botara al suelo, donde reflejó el suelo con sus pedazos, y me sentía miserable como ahora. Si soy libre como un ave, tengo alas, pero no puedo volar en el vacío; si existen esos monstruos de los que hablas, yo debo de ser uno de esos zombis que andan sin corazón, ya que ella lo destruyó y nunca le importó. —Si se fue con otro y no te quiere hablar, no veo la razón de buscarla, mejor debes de seguir con tu vida. —Eso quisiera y lo he intentado, solo que no he podido. De pronto, desocupar envases de licor me reconforta, es que te juro que los barrancos me llaman. El s******o es una opción muy tentadora, solo la esperanza de tenerla algún día no me deja cometer esas locuras. —Debes de seguir adelante, es mejor que sigas trabajando en ti, estudia, trabaja, vístete bien; si ella es para ti volverá y si no llegarán mejores; siempre y cuando tú seas mejor. —Sabe, viejo Richard, sígame contando, cuénteme de cómo rescataron a Luisa. Dime sobre las criaturas, sobre el narco. ¿Si es el mismo que me quito a mi amada? En este punto ya no sé en qué confiar. Tal vez tanto licor que hace ver elefantes rosados me hace creer en calabozos y dragones. Por favor, cuéntame, quiero confiar en tu historia fantástica, al igual como confío en mi fantasía de que ella va a volver a juntar su piel con la mía. A que sus pechos se dilataran en el mío, a que la haré sonar como un violín, que daré un concierto de gemidos con su cuerpo, que me volveré a volcar en ella, a vaciar mi calor, a darle mi amor que ya dio fruto y que está por nacer, y que viviremos felices por siempre. —No sé qué decirte, a veces sobran las palabras y en gran medida los consejos, uno como opinar sin estar en esa situación, aunque se ve que tú la entiendes. —Desde luego, pero es difícil hacer que la razón le gane a lo que se siente. Sé que ella no me ama y no me conviene, que la estoy idealizando, solo que no me puedo arrancar todo lo que siento por ella, este vacío cuando no la tengo y esas mariposas que se me revuelven en la barriga al mirarla. Aunque ella me desee con sus palabras, me apuñala con esas miradas, me fulmina con su desprecio, y yo sigo detrás de ella como un perro faldero. Sé que me rebajo a algo menos que un animal. He sido como un cordero que yo mismo me llevé al matadero, un chulo rondando sus desechos, una pulga queriendo chuparle la sangre, un cuervo tras sus despojos, una ameba, un piojo o una ladilla; he sido servil e inservible. Pero yo la amé y nos amamos; hasta la luna fue testigo fiel. —La vida quizás sea solo una; tal vez exista la reencarnación, lo que nos daría lo mismo, ya que uno no se recuerda lo que pasó en otra vida; entonces debemos de vivir lo mejor posible. La vida es corta, no tenemos que desperdiciarla en momentos malos, no nos debemos de encasillar en el dolor, nuestra única obligación es esforzarnos por ser felices, desde que no le hagamos daño a nadie. —Es fácil decir, si fuera tan sencillo ejecutarlo, si pudiera abrir el corazón y borrar el sentimiento, ojalá este licor fuese un mágico borrador hecho de esa piedra mágica que hay debajo de ese barrio, que si la sacan se destruye el pueblo. Pero qué necesitan para hacer armas que les den ventaja y ahora que están apareciendo criaturas más poderosas. Con tal de que no aparezca mi cuñada, que es el monstruo del aseo, la llorona con el trapero, la que no puede barrer sin gritarle a mi hermano; ella limpia con groserías. Ella plancha a madrazos, las manchas se van asustadas, cuando se muera su alma vendrá y en lugar de jalarnos las patas, vendrá a hacer el aseo. No hará sonar cadenas oxidadas; ella moverá las escobas y traperos; me imagino que si pescará al marido con una amante en su lecho, se molestaría mucho, pero porque distendieran la cama. Si él en un momento de desesperación se volara la tapa de los sesos, lloraría solo por el piso manchado; de seguro sería una sayona llorando «no me gusta la cochinada, toca hacer aseo». —Eso, ya vas agarrando el humor; si ves que a veces el bien se vuelve mal, tal vez tu cuñada alguna vez fue la princesa de los cuentos de hadas de tu hermano y ahora es la bruja peleona; eso te pudo haber pasado, ahora estarías tomando aquí por otros motivos. —¿Cómo saber qué pasaría sin pasar? Y mi cuñada es como un hombre-lobo que se transforma. Su luna llena es organizar la casa y lo que la tranquiliza es la estaca de mi hermano. Ella es bien, sigue siendo su princesa, ahora reina, quizás tiene esa maldición, la maldición de la escoba, o la mordió un jabón. Además de que es como una cárcel que está ubicada en un volcán, ella hace erupción si mi hermanito sale a tomar con sus amigos. Lo controla y lo manipula como plastilina. Lo cuida como a un prisionero de alta peligrosidad, ella debe de ser un monstruo, mitad mujer, mitad camaleón, solo que tiene venenos que hacen a mi hermano muy feliz, o puede ser que mi hermanito le tiene más miedo al monstruo de la soledad, quien se apodera de los solteros en las frías noches de este pueblo.
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