CONFRONTACIONES

1282 Words
—Paola, tu padre, me envío a buscarte. Quiere que vayamos a que tú sirvas de intérprete y a ser su presencia en el interrogatorio. —Estrello, me encanta que mi padre te asigne como mi guardaespaldas, ojalá pudieras guardarte en ella. —Vamos corriendo y hablando. Pero primero debo decirte algo, algo que está que me ronda como garrapata, como una pulga huérfana. No sé cómo decírtelo, lo he pensado mil veces: sí que te lo voy a decir y no sé cómo va a salir. La situación es esta, tú me gustas mucho, me haces hervir la sangre con tu hermoso olor, sé que el alfa accederá a que pueda pedir tu pata en unión, sé que lo convenceré de que es lo mejor para la manada. —Estrello, me gustaría que fuese sencillo, simple, no quiero darte falsas ilusiones, lo que pasa es… —¿Qué ocurre, Paola? ¿Solo me ilusionaste?, ¿eres solo una calienta nidos? —no Estrello, la verdad, tú me gustas mucho, eres mi macho ideal, solo que… —Dímelo, es por tu maldición, eso no me importa. —En parte es por eso. Aunque yo no me considero que esté maldita, solo que tengo otras cualidades, puedo vivir en ambos mundos, ya que me puedo convertir totalmente en humana. Ustedes solo se pueden volver en lobos de cuatro patas y en un poderoso lobo que camina en las patas traseras que puede atacar con las delanteras. Es como un punto intermedio en el paso al humano, o una combinación; tiene la fuerza e inteligencia de ambos. —Entonces es eso, quieres seguir de zorra con los humanos. —No, Estrello, esa etapa ya pasó, me toca dejar eso, es que… —Paola, dímelo, por favor, ¿acaso es porque soy un huérfano y tu padre me adoptó? —No, no es eso, la verdad es que, es muy complicado. —Mejor toca que lo ladres al rato, aquí es, saluda a estas cosas. —No son cosas. —Pues no son lobos. —Sí, y aunque parecen humanos, no huelen como ellos; uno me dijo que la mayoría algún día lo fueron, solo que ahora se identifican con las tinieblas, aunque no tanto con los demonios. —Paola huele, esos tres los de la jaula, esos sí son humanos, y una de ellos es la que no pude capturar. —Mi padre el alfa me envío a que dialogue con ellos, que trate de tranquilizarlos y que ningún ser de estos los lastime—. Paola lo dijo a los prisioneros al transformarse en mujer. —¿Qué quieren de nosotros? —averiguó la mamá Mery. —De ustedes nada, solo necesitamos a la joven y bella. Si alguno de estos seres se los quiere embuchar, no me jugaré mi pellejo por ustedes. —¿Pero por qué me buscan a mí? —cuestionó Luisa. —escuche que es por algo de tu sangre, dice que tiene el poder de transformar a las bestias, el de mejorarlas o de crear más, los que vinieron antes que eran como tú fueron los creadores de los primeros dragones, ellos se hicieron llamar dioses, solo que murieron en una guerra contra sus creaciones. —Eso no puede ser, su padre era un hombre normal—, gritó Mery. —No sé responder a tus ladridos, solo es lo que dijo la Madre Monte, y a veces nuestros padres no son lo que aparentan, si lo sabré yo. —¡Alto!, ¿quién te autorizó a hablar con esas presas? No me importa que seas la prometida del macho alfa, jai—, los interrumpió un humano que parecía un vagabundo. —Cuida tus palabras, hombre-lobo, ya que no cuentas con la luna llena para transformarte—. Paola confrontó al carcelero. —No supongas que no puedo pelear en esta forma—, el vagabundo se desabrochó la vieja chaqueta, enseñando un torso musculoso. —Lo sé, aunque que no podrás con mis colmillos, y en caso de que puedas, Jai, mi prometido te desollará vivo, vete y puede que no se lo cuente—. Paola lo desafía bufando. —Por eso, no me aceptas, Paola, estás comprometida con uno de esos hombres que fueron maldecidos con la marca de los lobos en luna llena—. Estrello agacho la trompa para no llorar. —Lo siento mucho. Estrello, no fui yo, fui mi padre; él quiso eso para unir a los clanes y supone que yo encajo más con ellos que con ustedes. Descuida, siempre te llevaré en mi nariz, siempre te amaré; cuando vea la luna, me acordaré de ti, de tu hermoso olor y textura. —Espera, y ¿si te bebes la sangre de esta niña para que no vuelvas a cambiar? —Estrello, te amo, pero estoy cansada de no encajar en ningún lado; ellos son cambiantes como yo, puede que me entiendan. —No sé por qué supones eso; si tú has crecido con nosotros, somos tu manada, para ellos eres solo una extraña; en ninguna ley de nosotros dice que las diferencias importan. —Pero las diferencias importan, ¿acaso te puedes casar con un roble? —Pues si lo quisiera lo haría sin importar que me criticasen. —Increíble, que ahora sí te importa, cuando antes te rogaba te hiciste el fuerte. —Es que no consideré que fuera cierto. Supuse que estabas bromeando. —Hable en serio, siempre lo hago, como ahora, te propongo que nos larguemos de aquí, muy lejos y hagamos una vida juntos. —Paola, no lo sé, eso dañaría al alfa y él me adoptó. Me salvo del cazador que mató a mis padres. —Si lo ves, Estrello, te falta capacidad para aprovechar las oportunidades, arriésgate, las oportunidades son calvas, tienes que agarrarlas de frente porque cuando pasan se te resbalan, no puedes vivir lamentando, no haberlo hecho, por favor, vámonos. —Aguarden lobos humanoides o lo que sean—, formuló Luisa extendiendo sus brazos. —yo los puedo ayudar, les puedo quitar esa maldición. —¿De qué forma nos puedes ayudar? —Paola interrogó. —¿Cómo es que entiendes lo que dice el gran lobo? ¿Estás mintiendo? —Libéranos y juro que te ayudaré—; Luisa propuso, tratando de engañarlos. —Podemos intentarlo y si nos fallas, devoraré a cada m*****o de tu manada…—, contestó Paola, pero fue interrumpida por una sombra que le disparó una lanza. —¡Cuidado, princesa Paola!—, Estrello le advirtió interponiéndose entre una lanza y su amada. —¡No maldito!—, aulló desesperada Paola, que en un instante se transformó en bestia corriendo hacia una sombra asesina, descubriendo que era ese hombre lobo carcelero con el que había confrontado, quien trato de atravesarla a traición con esa lanza y que si lo hubiese logrado de no ser por el sacrificio de Estrello. Ella esquivó sus torpes ataques y lo partió con sus garras, dejando los pedazos tirados para que se lo devoraran los hambrientos gente-murciélagos. Busco a Estrello, qué agonizante trataba de sacar esa arma de su cuerpo. —Tranquila, Paola, al menos morí salvándote. —No digas eso, yo te amo, no te puedes morir—. Paola lo consentía. —Chica, por favor, cúralo y juro que te ayudaré a liberarlos. Luisa, asustada por la escena y aún más porque iba a ser descubierta, no sabía qué hacer, si tan solo hubiera estudiado algo cuando estuvo con los maestros, en lugar de haber fantaseado con Luis, tenía que ocurrírsele algo, pues el tiempo corría como gacela y para Estrello llegaba al final.
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