—¡Corran!, ¡estamos bajo ataque!
—Nunca en la historia, nuestros cuarteles estuvieron bajo ataque, principalmente, porque nunca están en una dimensión fija.
—Gran maestro, parece que tendremos que evacuar.
—Eso no es una opción, no dejaremos que unos *nomos y *hadas nos dobleguen; ya tenemos más armas, los obligaremos a irse o se quedarán bajo esta tierra para siempre. Convoca a todo el personal, incluyendo a los que están en misiones.
—Sí, señor, ya lo hice y parece ser que no es suficiente, además también somos atacados bajo unos espantos; me pareció ver a los *pollos fantasmas, además de unos *beatos. Con todo respeto, Señor, considero que sería mejor huir hoy para volver a luchar luego.
—No, nunca los cuarteles han caído, debemos luchar hasta el fin, destruyámoslos, no hay de otra.
El enfrentamiento era intenso, las pequeñas cabezas de esos enanitos verdes se confundían en la hierba, y esas mariposas con cuerpo de mujer eran muy escurridizas. Los maestros exhaustos los repelaban; sin embargo, mientras destruían diez, de la nada aparecían cien, con sus armas llenas de veneno de ranas brillantes. De esa forma se revelaba que la intención era crear una guerra de desgaste, pero una espantosa idea se le ocurrió al gran maestro.
—Vamos a quemar unos bosques, para que se marchen a apagarlos.
Lo hicieron de esa forma; los cuarteles se trasladaron a lo alto de una selva y arrasaron hectáreas de árboles, quemando animales, logrando que estos seres se retiraran a intentar controlar el fuego. Desde el borde, el gran maestro observaba fijamente a la *madre-Monte y esta le dijo: —eres una alimaña, te toco recurrir a esta bajeza para no perder.
—¿Qué es lo que pretendes? —preguntó el gran maestro.
—Nada, lo único que quiero que me entregues a la diosa.
—Eso no se va a poder, nunca la encontrarás, hemos sellado su presencia.
—Sabemos que con sus artimañas la hicieron invisible para nosotros, pero no para las tinieblas; es mejor que me la entregues, con nosotros estará mejor que con esas cosas.
—No me convencerás y no te interpondrás nunca más en mis planes—, diciendo esto, el gran maestro saltó hacia ella, sacando su espada que se encendía en un fuego violeta. Mientras, ella lo atacó con lianas, piedras y troncos, sin lograr detener su fiero avance. Llegó teniéndola al frente; pudo ver la cara de terror de eso y la cortó en varios pedazos, hasta que resultó acuchillando el aire.
El gran maestro se limpió la nariz, sacándose el polvo de la nariz y dijo: —No te hagas la payasa, sé que no es tu verdadero ser, ese es solo un títere de dedo, vamos, preséntate en tu verdadera forma.
En ese instante, una gran mano emergió de la tierra intentando aplastar al gran maestro, pero fue destruida por unos cortes de su espada, a la vez que hablaba: —Vamos, no pienses que me vencerás con estos trucos baratos, y recuerda que yo sé a dónde está tu corazón y puedo ir a hacerlo mil pedazos cuando quiera.
Una voz a lo lejos retumbo: —pues ve, hazlo, ¿qué te detiene?
—Tú sabes, sabes que la última vez, el último elegido nos hizo prometer que no nos meteríamos contigo; simplemente eso me detiene, una promesa a alguien que ya no está—, el gran maestro gritó saltando hacia sus cuarteles, pero una mano lo detuvo agarrándolo por la espinilla, blandió su espada para liberarse y pudo ver a un gran lobo n***o con la estrella en la frente, quien se encontraba con otros de ese tipo.
—¿Qué quieren?—, preguntó el gran maestro al liberarse, —¿desean morir en mis manos?
—No, nosotros solo queremos negociar—, ladró el lobo, —queremos a la chica para que nos mejore a todos, para que todos puedan cambiar bien—, y se transformó en humano.
—¿Y yo qué ganaría con eso?
—No la mataremos, si a eso te refieres—, gruñó el lobo, —a cambio te daremos una de las 7 llaves que te conducen a Las Capas.
—Mientes, ninguna llave fue confiada en este reino—, manifestó el maestro apuntándoles con la espada ardiendo en una llama violeta.
—Es cierto, solo que un ser de Luxar se equivocó de dimensión, chocó en el bosque amarillo e intentamos salvarlo antes de que los humanos se lo llevaran, pero llego un poderoso ejército que le abrió el vientre para conocer sus viseras; sin embargo, él alcanzó a esconder la llave en el bosque y yo de cachorro la encontré.
—Debo pensarlo, no sé si creerte, sería mejor que me la enseñes y haremos un trato.
—Nos supones idiotas; supongamos que nosotros te la traemos y nos aniquilas quedándote con la llave. Mejor hay otras formas, observa—, vociferó el lobo, dejándole ver una foto de esa reliquia. —Ahora que me puedo transformar bien en humano y a voluntad, tengo acceso a sus cosas; esto se llama fotografía o selfi de algo.
—Parece auténtica—, observó el gran maestro, —tal vez podamos hacer un arreglo.
—Di cuando y donde—, vociferó el lobo.
—Mejor los elimino y busco la llave por mis propios medios—, opinó el gran maestro desenfundando ambas espadas.
—Aguarda, gran maestro—, interrumpía un guerrero que caía del cielo. —por favor, espere.
—¿Qué ocurre, Marco? —interrogó el gran maestro.
—Es que yo he buscado a ese lobo desde hace mucho tiempo.
—¿Para qué me buscas? —ladró Estrelló, transformándose de nuevo en el enorme lobo gris con la estrella blanca en la frente y parado en sus dos patas traseras.
—Siento que eres mi responsabilidad—, explicó Marco. —Es que yo no fui capaz de matarte, te deje vivo, además, fui y te entregué a otra manada y le hice prometer al alfa que él te protegería.
—¿Tú eres el que asesinó a mis padres?
—Sí, yo asesiné a toda su manada; porque ellos destrozaron varias aldeas.
—Te mataré, juré que lo haría cada noche; mataste a mi madre cuando me amamantaba; esas cosas las recuerdan los lobos—, rememoró el olor de su madre mezclado con leche, sangre y el olor de ese hombre. Se lanzó a morderlo y este guerrero lo frenó de un golpe en el vientre, sacándole el aire, diciéndole con lágrimas: —Por favor, perdóname, fueron daños colaterales; mejor deberías recordar las veces que te salve, que evite que te cazaran, los rastros que borre. Te creías invisible, pero era yo que te ocultaba.
—Marco, no seas idiota, no llores, eso no vale la pena, mejor ayúdame a eliminarlos, tú la mitad y yo la otra—, el gran maestro empezó a lanzar espadazos.
—No, espera, gran maestro, considero que podemos llegar a un acuerdo—, propuso la hembra loba conocida como Paola.
—¿Qué clase de trato? —el gran maestro enterró las espadas en la tierra para prestarle atención.
—Señor, le damos la llave únicamente a cambio de que ella acceda a transformarnos a todos. Solo piénselo, sé que usted puede tener la forma de encontrar esa llave, aunque eso le produciría desgaste; en cambio, nos deja ir, lo piensa, accede al trato y la envía con este hombre que al parecer conoce nuestro hogar; nosotros los devolveremos sanos y salvos y con la llave.
—Puede que lo reflexione; igual Luisa muy pronto ya no me será necesaria; estaba decidido en deshacerme de ella de una forma segura; puede que podamos pactar esto también.
—No puede ser gran maestro, ella es una de nosotros—. Marco apretó los dientes con furia.
—Te equivocas, Marco, ella es más de ese mundo de bestias que nosotros; su existencia es una amenaza a nosotros; muy pronto acabará de purificar a la espada Dármela y podremos librarnos de ella y de Luisa.
* Personajes míticos colombianos.